Opinion

Corral: sin paz no hay golf

Carlos Murillo

2017-03-25

No, señor Corral, usted no tiene días de asueto. No, nadie le pidió que fuera gobernador, usted se ofreció. No, no se gobierna por teléfono. No, al cambiar el color del gobierno no se resolvieron los problemas del estado por arte de magia. No, su gusto por los lujos no es moralmente válido. No, que pague sus viajes no le justifica su evidente apatía por gobernar. No, el avión prestado no es normal. No, la violencia en Chihuahua no es asunto del crimen organizado. No, su rueda de prensa no convenció a nadie.
Y, enfáticamente, no, tres días de luto por el asesinato de Miroslava Breach no es hacer justicia.
Impermeable a la crítica interna, el gobernador Javier Corral ha desoído cualquier opinión contraria, inclusive, gente cercana a su equipo dicen que desatiende a los asesores y secretarios de su gabinete, dicen que “es obstinado”, un eufemismo de necio. El diagnóstico de los mismos panistas es que el egocentrismo de Corral es el peor enemigo -y la causa del fracaso- del ‘nuevo amanecer’.
Por otro lado, también es intolerante a la crítica de la opinión pública. Corral, como buen fascista, no tiene límites, mecánicamente replica a sus detractores con el mismo discurso corrosivo, lleno de violencia simbólica que usa para atacar lo mismo a Ricardo Anaya que a César Duarte, a Felipe Calderón o a Carlos Salinas.
La prensa es su enemiga. No se ha medido en amenazar directa e indirectamente a los periodistas, su estrategia distractora es explicar la falaz división entre los empresarios de los medios y los reporteros de a pie, pero lo mismo se pelea con el dueño de El Universal, que le niega una entrevista al reportero entrelineas. com.mx, a quien lo único que le muestra es el café de Starbucks que sostiene en la mano y después le da la espalda.
El gobernador, cuando está en Chihuahua, actúa con la displicencia de un hipster que se cree bordado a mano y cuando está en sus días de descanso es un Mazatlán-dreamer que presume su casa en la playa y viajes en avión privado como un junior.
Le adelanto una conclusión, lo que pasa con Javier Corral es que el golfista de corazón ha matado al activista justiciero de revista. Su máscara de político demócrata, con la que alguna vez incendió la tribuna, hoy se pudre en la oscuridad mientras el demagogo que se ocultaba detrás del antifaz sale a la luz.
La historia que reveló El Universal es esta: el gobernador de Chihuahua, indolente frente a la realidad, usa su iPhone para comunicarse desde el paraíso (Mazatlán) mientras la gente de Cuauhtémoc sufre en un auténtico infierno y sin pudor alguno corta la llamada para tirar un ‘par tres’. Entre hoyo y hoyo llama por morbo para ver cómo va la ‘batalla final’ y la única gota de sudor que hay en su frente es por el cálido clima de la playa y la mayor incomodidad es la arena en los zapatos, déjeme preguntar, ¿quiere que le aplaudamos eso?.
Desde allá, en Mazatlán, en la comodidad de la casa comprada con el dinero del pueblo, por sus nada honrosos 20 años de legislador plurinominal, se relaja de no hacer nada y se ofende cuando lo hacen público.
Sobre esto, dice Javier Corral que es su vida privada, pero si tanto quería una vida privada de pequeño burgués, no se hubiera metido a la política, no hubiera construido su patrimonio con dinero del erario.
La verdadera ofensa es la que hace Javier Corral al pueblo de Chihuahua, este político no ha generado un solo empleo, no ha traído una sola inversión, no ha movido un solo dígito los índices de pobreza, no ha hecho nada por la paz en 20 años de legislador y en 6 meses de gobernador tiene al estado en llamas ¿merece vacaciones?.
No señor Corral, tener casa de Mazatlán no es justificación para salir corriendo como burócrata en cuanto el reloj checador marca las tres de la tarde. Si no quiere ser gobernador renuncie. Aprovecho para recordarle una frase de Salvador Díaz Mirón que seguramente conoce -pero no practica-: “Nadie tendrá derecho a lo superfluo, mientras alguien carezca de lo indispensable”, hasta que Chihuahua esté en paz y todos los chihuahuenses tengan el mínimo de bienestar, moralmente, éticamente, ni usted, ni su gabinete tendrán derecho a vacaciones.
No señor Corral, que su amigo le haya prestado un avión privado para volar y que usted pague los 42 o 43 mil pesos de gasolina e impuestos, no es una conducta de un hombre con la austeridad republicana.
Sobre esto tengo dos puntos: primero, no son sus propios recursos, es el sueldo que el pueblo de Chihuahua le paga para sus gastos personales y como tales, debe ser ejemplo para todo su gabinete de austeridad, de nada sirve que compre zapatos flexi frente a las cámaras mientras derrocha en un fin de semana todo su sueldo (que debe ser de 150 mil pesos al mes aproximadamente), no hay congruencia, la gente lo ve, todos lo ven y su séquito lo repite, entonces dirán: “¡Salgamos todos de vacaciones, si el gobernador lo hace yo también, merecemos un descanso, gastemos todo!”. Imagínese, si así despilfarra lo que es suyo, ¿cómo estará administrando el dinero del estado? ¡Con razón no alcanza!.
Segundo punto, su amigo desconocido que le presta el avión levanta sospechas que son dudas razonables. Usted ha sido el principal inquisidor cuando se trata de acusar con sospechas, ahora no venga a decir que no son válidas, mucho menos tratar de convencer de que es normal que le presten un avión, ¡claro que está mal! Sobre todo después de que se ha destapado la red de corrupción del ‘nuevo amanecer’ donde su delfín Miguel Riggs y su aliado Gustavo Madero son los principales operadores del nuevo latrocinio. Es sospechoso, es reprochable, no es moralmente válido. Quizá se tomó un descanso de gobernador y también aprovechó colgar los hábitos de austeridad, como si para eso hubiera horarios. Es ridículo.
Hagamos un espacio para rebobinar la cinta. Hace dos años, Javier Corral era un activista que portaba pancartas, barría simbólicamente las oficinas de gobierno, criticaba todo y el espíritu de Gómez Morín lo poseía para gritonear afuera de Palacio con su inseparable megáfono. En su lógica, sacar a un partido del gobierno y poner a otro era la solución, ¡qué ingenuo! ¡Qué gran fraude! Lo peor es que sus deseos se cumplieron, logró quitar a sus enemigos jurados y ponerse él, pero se creyó tanto sus propias mentiras que ahora está convencido de que ése era el fin último: “Quítate tú para ponerme yo”, y ya.
No señor Corral, los problemas no se resolvieron con el simple cambio de color en las oficinas, Chihuahua es un ente vivo y dinámico que se mueve todos los días, con problemas que se deben resolver a cada instante. El único cambio que usted representa ahora es el terrible retroceso en la seguridad.
No señor Corral, la criminalidad y la violencia no es responsabilidad del crimen organizado, ni de la federación, es responsabilidad del gobernador, como todo lo que pasa en el estado es también su responsabilidad, deje de justificarse con el gobierno anterior, hágase responsable de lo que juró defender, el Estado de Derecho y la paz de los chihuahuenses. Recuerde que la peor forma de corrupción es la ineptitud.
Ante la ineficacia del Gobierno del Estado, el crimen crece. Es su responsabilidad legal, política, moral e histórica regresar la paz a Chihuahua que usted perdió. El caso de Miroslava Breach es ejemplo de la impunidad que ha provocado su gobierno.
Señor Corral, póngase a trabajar, espero que éste y todos los asesinatos que se han perpetrado durante su mandato no lo dejen dormir por las noches, que tampoco lo dejen jugar golf, que no lo dejen pensar en ocio y vacaciones y que la sangre que se ha derramado no lo deje pensar en Mazatlán.

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