Opinion

London calling

Pascal Beltrán del Río

2017-03-23

Ciudad de México— El acto terrorista ocurrido en Londres el miércoles pasado y, sobre todo, las reacciones que se han suscitado allí a partir de entonces debieran ser vistos como un poderoso mensaje en México.
Primero, por la capacidad de reacción de la policía metropolitana de la capital británica.
Un ataque como el de ese día en el puente de Westminster y la entrada del Parlamento es difícil, si no es que imposible de prever. Y, aún así, los agentes encargados de la seguridad en el centro de Londres contuvieron rápidamente el problema.
No pudieron evitar el atropellamiento de unas 40 personas sobre el andador del puente –de las cuales dos habían fallecido al momento de escribir estas líneas– ni el asesinato de un policía desarmado del Parlamento, quien fue acuchillado por el terrorista.
Sin embargo, éste fue abatido inmediatamente después de cometer ese último homicidio. Luego, la escena del crimen fue asegurada. El histórico puente de Westminster –que suele estar repleto de turistas que buscan un buen ángulo para fotografiar la torre del Big Ben—fue cerrado hasta la mañana siguiente.
Es decir, la policía actuó como debió. Con orden, con protocolos, con inmediatez.
La distancia que existe entre esos agentes y los mexicanos es, tristemente, muy grande. En una semana, dos cárceles mexicanas sufrieron fugas, sin que se haya podido reaprehender a la mayoría de los evadidos; y dos periodistas fueron asesinados, sin que haya detenidos por esos crímenes.
Segundo, la clase política cerró filas en el Reino Unido. La muerte de tres víctimas acercó a la bancada oficial y a la del gobierno en la Cámara de los Comunes y ambas se expresaron en un tono muy firme respecto de defender los valores del país.
Y mire que los miembros de ese Parlamento están bien acostumbrados al debate duro e incluso retóricamente despiadado. No obstante, en la discusión del jueves, conservadores, laboristas y liberales se unieron en una sola voz.
En cambio, ya hemos visto lo que sucede en México cuando se enfrentan tragedias: asuntos que debieran ser de Estado se partidizan. Y empiezan las recriminaciones de la oposición hacia el gobierno y luego éste echa a andar mecanismos de control de crisis que están pensados para cuidar su imagen más que para resolver estructuralmente el problema.
Tercero, la sociedad civil. Es verdad, los británicos han construido una democracia ejemplar con muy pocos parangones en el resto del mundo.
Pero uno no puede sino sentir envidia de la capacidad que tienen los ciudadanos del Reino Unido para levantarse de las crisis y seguir su rutina.
Quizá sea por no estar permanentemente soñando en que un día llegará alguien a resolver sus problemas sino saber que las soluciones dependen sobre todo de ellos mismos.
Recuerdo los granadazos de la noche del Grito de 2008 en Morelia. Cuando había que mostrar un frente unido contra ese acto de terrorismo, la discusión derivó en reproches y pequeñeces, como cuestionar que el acto criminal pudiese ser llamado terrorista.
Incluso la solidaridad con los deudos y los heridos se convirtió en una forma de reproche. Obviamente, unos meses después, ya pocos se acordaban de ellos.
El mensaje de Londres es muy claro: ante situaciones de emergencia –como la que vivió esa ciudad el miércoles y como la que vive México con una ola de violencia que parece incontenible– nuestro país debe reaccionar con mejores cuerpos de seguridad, mejores gobiernos y mejor ciudadanía.
Las tres cosas tienen algo en común: vivir en el marco de la ley.
Como he comentado aquí antes, no hay un solo país del mundo que tenga altos niveles de desarrollo y una distribución equitativa de las oportunidades donde no exista el Estado de derecho.
El Reino Unido es un caso claro. Eso no impide que pueda darse en él una fuerte discusión política –el mismo miércoles el Parlamento escocés iba a votar si echa andar un referéndum para separarse del país–, pero justamente la capacidad de una nación de enfrentar y sostenerse ante las crisis –ya sean políticas o de seguridad– está anclada en qué tanto respeto hay a su marco legal.
En México, la discusión ante algo similar a lo vivido en Londres hubiera sido si la policía debió matar al terrorista. Ante eso, los londinenses se tomaron una taza de té y siguieron con su vida.

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