Opinion

Pirotecnia educativa

Carlos Irigoyen

2017-03-20

Se presentó el 13 de marzo el nuevo modelo para la educación,
 el docente como protagonista del mecanismo para
 aspirar a tener ciudadanos críticos, con libertad, compromiso y participación ciudadana. Con la parafernalia de los “deben ser” endulzó y apagó el farol rojo de lo que se percibe; un sistema educativo incompleto en forma y fondo, vasto en la premiación de la mediocridad que proviene en muchas ocasiones de esfuerzos intermitentes con resultados de corto o mediano alcance. Por cierto, mis respetos para aquellas familias que acompañan a sus hijos y que colaboran en el desarrollo integral de la persona, lamento que sea la excepción y no la regla.
Se pide en resumidas cuentas mejores escuelas, programas y maestros. Por el momento, esos serán los intangibles para medir el éxito o el fracaso del nuevo modelo. ¿Cómo definir la palabra mejor? Es abstracta y mientras no haya números, las propuestas seguirán siendo una pirotecnia; contra números no hay argumentos. Dicho de esa manera suena a un buen deseo de cierre de gobierno. Se sigue hablando de lo “incluyente” como un valor agregado y la intención es sumar a todos los interesados en desarrollar el modelo; responsabilidad de todos, responsabilidad de nadie. La pirotecnia brilla para todos, encandila, pero igual y en segundos deja una estela de humo que se pierde en la nada. Y aquí con la educación se trata de dinamitar la apatía y la pasividad.
En Juárez es vital en la recuperación social, la escuela y la familia son un binomio que tendría que facilitar la despresurización social. De acuerdo a Así estamos Juárez, asisten 41 mil alumnos en kínder; 175 mil en primaria; 77 mil en secundaria y 53 mil en preparatoria. Hay 430 kínderes, 566 primarias, 163 secundarias y 131 preparatorias. Los números no mienten, la cantidad de kínder a primaria se cuadruplica y se desploma en un 55 por cieno la población que se mueve a secundaria. De secundaria a preparatoria la baja es del orden del 31 por ciento.
¿Por qué hay tanta baja escolar? ¿Falta de oportunidades, una inconciencia social de no educarse, un modelo económico que no genera espacios para hacerlo, tener hambre de forma física y estar inapetente de trascendencia, vivir bajo la rentable comodidad de la corrupción o simplemente la inercia de la indolencia familiar y social? Cualquier escenario es de alto impacto y alta probabilidad de ocurrencia; por definición estratégica son condiciones capaces de crear un desastre; por sentido común es un terreno que no corresponde al planteamiento del modelo, hay el riesgo de quedar en el intento.
La violencia en la ciudad, el cinturón de pobreza, la desnutrición, la migración, la ausencia o amputación de una base familiar, las huelgas magisteriales, la falta de vocación del maestro traducido en oportunismo laboral, las carencias de infraestructura en las escuelas, todo apunta a que una vez más el “timing” ha sido el incorrecto, hay que ajustar y cambiar algunas piezas del carro para desmontar el viejo motor y ensamblar el nuevo.
Por el momento, lo propuesto es incompatible con la realidad de muchas escuelas; grupos numerosos de alumnos, un maestro tenso y percibido en ocasiones como el donante exclusivo de la educación, un modelo familiar subordinado a cuestiones económicas, huelgas y paros que castran el potencial intelectual en instituciones educativas, vivencias más comunes en el sistema de educación pública pero no ajenas en el sistema privado. La propuesta del modelo es brillante, crear una ciudadanía que tenga hambre por trascender en la libertad de pensamiento individual en favor del colectivo, alentar por medio de personas libres y pensantes la innovación como un mecanismo para elevar la calidad de vida de toda una nación.
La reflexión obliga a ver el estado de la infraestructura en instituciones educativas, las condiciones personales y laborales de los maestros, la existencia de la discriminación en los planteles y finalmente la propuesta de cambiar la mentalidad de jugar al memorama por el enfoque pedagógico de aprender a aprender.
En Juárez, ¿estaremos realmente preparados para lanzar el bombazo de la historia educativa o nos quedaremos en simple y fastuosa pirotecnia educativa?.

cirigoyen@itesm.mx  

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