Opinion

Hacer ciudad al andar

Cecilia Ester Castañeda

2017-03-15

Esta semana caminaba por la Triunfo de la República 
a la altura de un 
centro comercial cuando 
me rebasó un pelotón de marchistas hablando con acento extranjero. Permanecí en la banqueta sin moverme, preguntándome cómo podría ir esa docena de hombres y mujeres vestidos apenas con camiseta y short si yo ya me había arrepentido de no traer chamarra, mientras ellos se alejaban a paso veloz rumbo a quién sabe dónde. Les deseé suerte cuando llegaran a la esquina.
El día anterior, ese tramo había estado cerrado al tráfico vehicular por las competencias del Circuito Internacional de Marcha de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo en las cuales representantes de 21 países participaron en eventos de 10 y 20 kilómetros. El puñado de deportistas de élite que pasó junto a mí, supongo, decidió seguir aprovechando su estancia para practicar a los mil 100 metros de altitud de Ciudad Juárez, con todo su sol golpeado por el viento.
Yo recordé el lejano día cuando descubrí a un elefante amarrado a un poste en plena López Mateos. Pero este lunes, casi me pellizco para asegurarme que el cambio de horario no me estuviera haciendo ver visiones. Así de increíble me parecía toparme en mi camino con un grupo de marchistas.
La caminata es un deporte poco practicado en la frontera —no obstante, según El Diario-, el domingo estaban inscritos seis andarines juarenses. En cuanto a las calles como pista de entrenamiento, ciertamente de vez en cuando se ven corredores casi siempre solitarios decididos a hacer ejercicio en cualquier vialidad. Pero de eso a que sea fácil...
Ciudad Juárez no está diseñada para recorrerse a pie, eso todos lo sabemos. Las banquetas, cuando las hay, son estrechas en su mayoría y escasamente respetadas como vía peatonal. ¿Qué tienen que hacer las lámparas y los topes para los cajones del estacionamiento de Río Grande en plena acera, sin ir más lejos?.
Sólo hace falta intentar caminar a lo largo de dos cuadras para darse cuenta del desafío de mantenerse físicamente activo en un entorno hostil para el peatón. Tambos, hoyancos, tapaderas mal cerradas, muñones de tubos, plantas sin podar, rejas invasoras, maleza, superficies poco uniformes, puestos, perros territoriales, basura, postes, la peligrosa cercanía del tráfico a alta velocidad y los infaltables automóviles obstruyendo el paso haya o no haya estacionamiento en las cercanías.
Con razón una conocida mía respondió así cuando un tránsito le preguntó el motivo de que fuera a pie por la calle en la colonia Melchor Ocampo: “soy una persona mayor y la banqueta es muy peligrosa porque me puedo caer y lastimar”.
En Ciudad Juárez casi siempre se camina por necesidad. Es una lástima, pues los peatones constituyen un parámetro sobre la recuperación de los espacios públicos además de facilitar la convivencia tan necesaria a fin de relacionarnos como miembros de un grupo comunitario. Andar a pie, asimismo, obliga a disminuir el frenético ritmo urbano y a replantearse la ciudad. Sensibiliza hacia el resto de los usuarios de las arterias viales que se trasladan por un medio distinto al propio.
Caminar sirve para despejarse, hacer ejercicio, ahorrar gasolina, mantener un aire más limpio, poner atención al diseño de la ciudad y, si se hace en exteriores, redescubrir el mundo sin clima artificial, oxigenarse y encontrarse con la naturaleza. También es gratis.
Por eso ojalá todos practicáramos regularmente la caminata, con fines recreativos, de salud o aunque sea por curiosidad. Nos descubriríamos más conscientes acerca de las necesidades y posibilidades de movilidad en la frontera. Con un poco de disposición, respetaríamos los cruces peatonales, dejaríamos de estacionarnos sobre las aceras y exigiríamos un sistema más amable con quienes se trasladan a pie.
Quizá hasta aprovecharíamos competencias deportivas gratuitas como la del fin de semana. Porque, cambio de horario o no, fue muy poco el público aplaudiendo a los marchistas que transformaron la Triunfo de República en una plataforma sobre los logros del espíritu y la disciplina humanos.
Resulta imposible ver el esfuerzo de un atleta de alto nivel sin imaginar posibilidades nuevas para nosotros mismos, aun en algo tan mundano como caminar.

X