Opinion

Modelo Educativo

Sergio Sarmiento

2017-03-14

Ciudad de México— Por reformas no ha parado. La lista de reformas educativas en México ha sido enorme. El que en este 2017 se esté proponiendo una nueva simplemente señala que hemos ido de fracaso en fracaso.
Justo Sierra fundó la Universidad Nacional el 22 de septiembre de 1910 en las postrimerías del gobierno de Porfirio Díaz. José Vasconcelos, en el gobierno de Álvaro Obregón de 1920 a 1928, creó la Secretaría de Educación Pública y centralizó la instrucción que antes era responsabilidad de los estados en un momento en que los gobernadores no se interesaban en ella.
En un guadalupano 12 de diciembre de 1934, Lázaro Cárdenas enmendó el artículo tercero constitucional para señalar que la educación en México debía ser “socialista”, “excluir toda doctrina religiosa” y combatir “el fanatismo”. En 1946, con Jaime Torres Bodet como secretario de Educación, el presidente Manuel Ávila Camacho eliminó el artículo socialista de Cárdenas.
Adolfo López Mateos, maestro normalista, nombró nuevamente como secretario de Educación a Torres Bodet, quien amplió la cobertura educativa y creó los libros de texto gratuito, “un regalo del pueblo de México para el pueblo de México”.
Luis Echeverría, con Víctor Bravo Ahuja en Educación Pública, impulsó una reforma de contenidos para introducir la enseñanza por áreas en vez de materias y nuevas formas de manejar las matemáticas y la gramática, a través de la teoría de conjuntos y el estructuralismo lingüístico. También entonces se dijo que la reforma tenía como propósito que los alumnos aprendieran a aprender y que no se limitaran a memorizar tablas de multiplicar o reglas gramaticales. El resultado fue una generación de estudiantes que no sabían multiplicar o escribir. Memorizar tablas de multiplicar y reglas de gramática sí era necesario.
Carlos Salinas de Gortari impulsó, con Ernesto Zedillo como secretario, una descentralización del sistema educativo que dio a los gobiernos estatales la responsabilidad de pagar a los maestros. Esto facilitó el surgimiento de la CNTE y de los movimientos magisteriales de extorsión que hasta hoy sufrimos.
La reforma educativa original de Enrique Peña Nieto, la de 2012-2013, buscaba resolver algunos de los problemas generados por esa descentralización educativa y estableció un censo educativo, para determinar que quienes reciban un sueldo como maestros realmente estén dando clases, un sistema de concursos para contratar a nuevos docentes y una evaluación de los maestros en funciones.
Se cuestionó a esta reforma por ser simplemente administrativa y laboral. Quizá por eso el gobierno lanza ahora su nuevo modelo educativo. En principio parece maravilloso hacer que los alumnos aprendan a aprender en lugar de memorizar, que se dé a las escuelas una mayor capacidad de decisión sobre sus programas y que se otorgue una mayor importancia a la enseñanza del inglés.
Pero el tema educativo es muy complejo. Países como Singapur o Corea del sur obtienen muy buenos resultados con sistemas tradicionales de instrucción, mientras que Suiza, los Países Bajos, Finlandia o Canadá tienen buenos desempeños con contenidos menos basados en la memorización.
Si algo nos dice la historia es que las reformas por sí solas no garantizan nada. Quizá lo más importante es mantener un sistema educativo menos burocrático, abierto, que permita descubrir avances y retrocesos a través de un sistema de evaluación. Sí es bueno aprender a aprender, también es bueno aprender a innovar. Los mejores sistemas educativos son los que cambian como cambian la economía y la tecnología.

Revalidación
Los diputados van a aprobar una reforma para facilitar el reconocimiento de validez oficial de los estudios de los repatriados de Estados Unidos. Mucho mejor sería una reforma que facilite todas las revalidaciones de estudios en otros países.

Twitter: @SergioSarmiento

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