Opinion

Las instituciones

Sixto Duarte

2017-03-13

Una de las frases más 
polémicas utilizadas 
por el exgobernador 
César Duarte fue aquella que decía que “el poder es para
poder”. Reviviendo el contexto histórico en el momento que fue proferida, el estado de Chihuahua se encontraba convertido en el paraíso de los grupos criminales. La inacción, indolencia y hasta la complicidad de las instituciones de seguridad en Chihuahua, facilitaron que los delincuentes se pasearan en Chihuahua como “Pedro por su casa”.
Ante la falta de voluntad oficial de garantizar la función primigenia de todo Estado -que es la de brindar seguridad-, y en un momento coyuntural, se acuñó esa frase, teniendo como objetivo el combate a la delincuencia. Posteriormente, dicha frase fue recordada al señalar excesos cometidos precisamente en la administración anterior, apartándola del sentido original y contexto en que fue mencionada. A dicha frase se le dio el carácter de justificante de actos arbitrarios.
Uno de los más grandes críticos de esta frase fue el entonces senador Javier Corral. En plena campaña, e incluso siendo ya gobernador, Corral dijo en repetidas ocasiones que “el poder no es para poder, el poder es para servir”, tratando de ganar simpatías con un juego de palabras confusas, reviviendo la frase del desgastado gobierno, y modificándola para fines del ‘nuevo amanecer’.
Con las últimas decisiones oficiales en las que se ha entrometido de manera grave en el Poder Judicial, en la Auditoría del Estado, en el Ichitaip, en los municipios, en la prensa, Corral ha demostrado que su verdadera filosofía de gobierno es que “el poder es para poder”. Me parece más bien que, cuando Javier Corral dijo que “el poder es para servir”, quiso decir en realidad que “el poder es para servirse”.
Cuando se llevó a cabo la llamada “oxigenación” del poder judicial en 2014, mucho se habló de un atropello a la división de poderes en Chihuahua. Prácticamente en todos los regímenes democráticos, la integración del Poder Judicial se lleva a cabo con la intervención del Legislativo y el Ejecutivo. Desde luego que, deben existir ciertas garantías para los juzgadores a efecto de que los mismos no puedan ser presionados desde el poder.
Temas como inamovilidad judicial, la prohibición de la reducción de su salario en el presupuesto, un período determinado (o incluso indefinido) tratan de garantizar que la impartición de justicia se lleve a cabo de manera imparcial, sin la intervención del gobernante en turno. Pues en Chihuahua, a la sospecha de un abuso desde el poder para nombrar magistrados en la administración anterior, vino otro manotazo del ‘nuevo amanecer’ para remover a impartidores de justicia incómodos al régimen actual cuando aún les restaba tiempo en sus respectivos períodos. Es decir, se señaló una intervención del ejecutivo para nombrar magistrados, y para acabar con esa “intervención” se tuvo que intervenir por parte del ‘nuevo amanecer’ para nombrar a los propios. Lo que hicieron los anteriores fue “abusivo”, mas lo que hicieron los actuales fue “moderado”. Doble moral en evidencia.
Sucede lo mismo con la Auditoría Superior del Estado. Sin embargo, como a decir de Corral el auditor había sido nombrado “arbitrariamente por Duarte”, pues ahora había que nombrar “arbitrariamente por Corral” a Armando Valenzuela, aquel hombre conocedor del Estado de Derecho y la división de poderes que dijo que “todo se lo debía a su manager”, o sea, Arturo Fuentes Vélez. Me gustaría ver los resultados de las primeras auditorías a la Secretaría de Hacienda, a ver si Valenzuela señala los casos de “MOLRI” y la empresa de Gustavo Madero, quien es proveedor de sistemas de cómputo, y en sus ratos de ocio, coordinador del gabinete de Corral.
En el Ichitaip, Corral también dio un manotazo expulsando de la presidencia de dicho organismo a Rodolfo Leyva, por negarse éste último a nombrar a Ricardo Gándara, esposo de la secretaria de la Función Pública, Stefany Olmos, como secretario técnico de dicho organismo. Por cierto, hablando de Olmos, parece haber dejado atrás los aires protagónicos y justicieros con que inició la administración. Probablemente esté ocupada tapando el muladar de MOLRI y Madero.
La intromisión de Corral es grave. Demuestra el más profundo desprecio por las instituciones, haciendo lo que le viene en gana. Respecto a estos señalamientos públicos por parte de la oposición y la prensa, Corral ha seguido al pie de la letra otra frase que acuñó en su momento Carlos Salinas: “Ni los veo, ni los oigo”.

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