Opinion

Paz: exigencia única

Javier Cuéllar Moreno

2017-03-11

Es motivo de gran preocupación y temor para la ciudadanía chihuahuense que nuestra entidad federativa ocupe uno de los primeros cinco lugares en el orden de la criminalidad y la delincuencia de la República Mexicana cuando esa etapa fue arduamente superada en el sexenio pasado por sobre todas las cosas que se digan del exgobernador César Duarte Jáquez.
Nuestro actual gobernante, Javier Corral Jurado, no ha acertado a proporcionar a nuestro pueblo un ambiente de seguridad y paz social razonable aun dentro del marco de narcoviolencia que existe en todo el país. Tampoco lo ha hecho, Enrique Peña Nieto.
Sin embargo en el caso de Chihuahua no se percibe por parte de la comunidad la existencia de un plan general de combate a la criminalidad y a la delincuencia; en su lugar sólo se ven acciones que no evidencian la existencia de ese plan.
Entiendo que es muy riesgoso que la autoridad revelara los pormenores de ese plan, en el caso de que existiera, porque eso podría posicionar inconvenientemente a las células del crimen organizado y desorganizado en su contra, bien dice un viejo refrán popular mexicano: “Los niños siempre dicen la verdad, los borrachos lo que sienten y los pendejos lo que van a hacer”. Así que es conveniente por el éxito de la misión que esos planes permanezcan en el más absoluto secreto pero al menos la comunidad debe tener la conciencia de que existen.
El problema de la criminalidad y la delincuencia ha sido recurrente en nuestro estado cuando la consistencia de los mandos policiacos se relaja. El vacío de poder no existe ni en el ámbito de la naturaleza ni en el ámbito de la política porque cuando una fuerza cesa o retrocede, el lugar que abandona es inmediatamente llenado por la contraria, pero al lado de esta recurrencia insidiosa en la intensidad de la actividad de los malos es responsabilidad de las fuerzas del orden del Estado mexicano el mantenerlas a raya por lo que en este campo, así como el mal no descansa, las fuerzas del bien no pueden tener minuto de reposo.


La acción de las fuerzas del orden público se
han visto desarticuladas. La prueba de este desconcierto es la profunda división que existe entre las autoridades responsables de mantener el orden y la paz públicas al grado de que existen movimientos de franca insurgencia en muchos de los cuerpos policiacos de los diversos municipios del estado de Chihuahua. Algunos de estos actos de rebeldía están apoyados por los propios presidentes municipales, lo cual prueba que las máximas autoridades políticas de las regiones no se han puesto de acuerdo a la forma, tiempos y movimientos que deberán realizarse para abatir la ola de delincuencia y criminalidad mórbida que tanto nos afecta.
En última instancia el gobernador Javier Corral Jurado es el responsable directo y primario de mantener el orden y la paz pública en nuestro estado, las autoridades municipales y las gendarmerías locales no son sino coadyuvantes en el cumplimiento de esa delicada e importantísima tarea; por lo tanto debemos considerar que el gobernador Javier Corral debe tener todo el apoyo del pueblo y de las autoridades locales de las diversas regiones del estado para que haga su trabajo y este respaldo no se precia muy definido.
Un liderazgo de este tipo también debe buscarse y conquistarse con diálogo y convencimiento para que los presidentes municipales se sumen a la obra general y seduzcan a sus mandos policiacos regionales a colaborar con ella. Hace falta más labor de convencimiento de parte de lo que pudiera considerarse como el hermano mayor de todos los políticos de nuestro estado.
Con imposiciones brutales puede lograrse algo, al fin y al cabo el gobernador es el jefe de la fuerza, pero nada le impide que realice una labor razonable de convencimiento y concordia, al final de cuentas a todos los chihuahuenses nos debe interesar sobre todas las cosas la pacificación de nuestro estado.
Mucho se ha comentado en los diversos foros que en algunas ocasiones ciertos elementos policiacos se encuentran hasta cierto punto coludidos con las fuerzas del mal, llegando incluso a extenderse este contubernio a las fuerzas castrenses por lo que el combate a la delincuencia se tornan especialmente difícil al grado que muchos consideran que un ataque frontal es imposible y de ahí que exista la tendencia a aceptar la existencia de ciertos “Pactos Patrióticos Mexicanos” que establezcan un entendimiento que propicie que sean las fuerzas predominantes del crimen organizado quienes pacifiquen las diversas regiones, no sólo de México, sino del planeta entero en una especie de cogobierno con el narco.
Al parecer este pacto patriótico ha tenido buenos resultados en el pasado. Tal vez su implementación no sea químicamente ético y puro pero sí práctico y operante. Es evidente que este pacto patriótico no existe en Chihuahua por ningún lado en consecuencia será la propia autoridad la que tendrá que restablecer el Estado de Derecho a pulso, desgraciadamente a sangre y fuego lo cual llena de zozobra al pueblo que ve incendiarse su entorno sin que se pueda hacer nada.
En este contexto la renuncia y la expulsión de muchos policías municipales se nos presenta riesgosa. Cabe la posibilidad que estas fuerzas sean atraídas por el lado obscuro, aunque bien valdría considerar que este riesgo no existe puesto que ya se encuentran en cierto modo de aquel lado.
Como quiera que sea la posición del gobernador Javier Corral es muy difícil. Se encuentra en muchos modos entre la espada y la pared, pero por lo menos así se definirían los campos de trabajo de las diferentes fuerzas que pugnan en el estado.
El distanciamiento que existe entre las fuerzas militares y el gobernador del estado ha sido señalado por importantes sectores de la población. Para muchos es preocupante porque da la impresión de una división de fuerzas y de esfuerzos en el combate de un mismo problema. Lo cierto es que tal divisionismo obedece a la desconfianza que existe entre la sociedad chihuahuense respecto a la conducta de los militares, que en otros tiempos ha estado plagada de abusos y atracos sin cuento al grado que se les llegó a considerar como parte del problema y no de la solución teniéndose que solicitar al Ejecutivo federal su expulsión de nuestro territorio con lo cual la comisión de delitos graves disminuyó enormemente, sobre todo en el ramo del secuestro y la extorsión.
Desde esta perspectiva es difícil criticarle a Corral Jurado su separación para con la milicia, tal vez esa sana distancia que ha conservado sea lo correcto porque encaramados en el poder los militares suelen ser abusivos.
Ellos son la fuerza más potente de México. No se detienen ante nada y mucho menos ante el respeto que les deben merecer los derechos humanos de los chihuahuenses. Esta idea de acción dentro de la legalidad ha sido muy difícil de entender por muchos militares y tal vez por ello Juan Domingo Perón dijo en parte alguna: “Las Fuerzas Armadas están subordinadas a la Constitución, de la Ley que en ella se origina y a la autoridad que el Pueblo delega en sus representantes”. Pero como esta idea no se respeta es por lo que existe entre la gente una opinión generalizada de que la tropa debe ser regresada a sus cuarteles.
Pero al margen de todas estas consideraciones debemos pensar que el orden y la paz públicos deben ser restablecidos en todo el estado de Chihuahua. Para ello existen experiencias previas bastante exitosas que deben ser tomadas en cuenta por nuestro actual gobernador. Simplemente en los tiempos de la administración de Francisco Barrio se dio una escalada de violencia, de extorsiones y secuestros que desestabilizó a la sociedad de aquellos tiempos. El gobernador Barrio fundó y operó un grupo contra las extorsiones y los secuestros cuya labor fue muy exitosa y no se cometieron mayormente abusos.
Mucha de esa gente anda por ahí y su experiencia puede ser aprovechada, de hecho uno de los principales consejeros del gobernador Javier Corral lo es precisamente el contador Francisco Barrio Terrazas y él puede trasmitirle de primera mano cual fue el secreto de su éxito. El gobernador del ‘nuevo amanecer’ no tiene por qué reinventar el hilo negro.

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