Opinion

Corral: corrupción, demagogia e ilegalidad

Carlos Murillo

2017-03-11

En mayo del 2016, durante la campaña electoral, Javier Corral hablaba de corrupción multimillonaria, deuda pública histórica, violencia maquillada, ilegalidad en las instituciones y desprecio por las causas populares; hacía mención de un gobierno faraónico, lleno de lacayos alrededor, se refería a un gobernante egocéntrico, demagogo, frívolo, prepotente, que abusaba del poder para retorcer la ley a su conveniencia, en resumen, perfilaba en sus discursos una caricatura del antipolítico... pero no sabíamos que se refería a sí mismo y que no era una crítica a sus adversarios, sino que estaba delineando su plan de (des)gobierno para los siguientes cinco años.

Conforme pasa el tiempo, la farsa se va diluyendo. El cuento fantástico de Javier Corral sobre el bono democrático fue el primer fraude; un invento para tratar de aprovechar el fortuito resultado electoral y echarse confeti.


Pero hoy sabemos que el terremoto político de 2016 se vivió prácticamente en todo el país y alcanzó a Chihuahua, esto significa que el PAN no ganó en las elecciones (mucho menos el senador con licencia). La prueba irrefutable son los 500 mil votos que obtuvo Corral, que son los mismos que sacó el PAN en el 2004 y el 2010. Para ser más claros: no hubo incremento en la votación de Acción Nacional, nadie creyó sus mentiras.
En todo caso, está demostrado que el PRI fue quien perdió 150 mil votos y, hasta ahora, la hipótesis más creíble es que muchos de esos votos se los llevó el independiente Chacho Barraza y otro tanto se fueron con las traiciones al interior del PRI en municipios como Juárez, Chihuahua y Parral que provocaron un daño irreversible.
En este sentido, considero que vivimos una nueva forma de hacer política en el estado a través de la “traición institucionalizada”, algo así como el famoso suicidio masivo de Waco, Texas, guiado por el pastor David Koresh en la década de los noventa, donde decenas se inmolaron por una supuesta misión divina, los psicólogos dicen que se provocó una histeria colectiva producida por una visión deformada de la religión.
Para hacer una locura lo único que hace falta es un seudolíder con un motivo y un discurso persuasivo, eso pasó en el PRI de Chihuahua el año pasado, porque desde adentro se fraguó la “traición institucionalizada”.
En un resumen apretado
podemos decir que los
grupos tradicionales del tricolor, por esquizofrenia política, prefirieron entregar el cuerpo antes de entregar el poder. Algo así sucederá también con Andrés Manuel López Obrador en el 2018; todos los nuevos seguidores, principalmente fanáticos y oportunistas (de todos los partidos) están por conformar su secta para aventarse al precipicio con el tabasqueño. Estos fenómenos son dignos de análisis para los politólogos... y para la psicomagia de Jodorowsky.
Regresando al tema, habría que preguntarnos, ¿qué influencia tiene el presidente Peña Nieto sobre un tsunami o un terremoto? La misma que tuvo Javier Corral sobre las elecciones del 2016: ninguna. Recordemos también que Corral no quería ser gobernador, él lo único que quería era meter a la cárcel al exgobernador César Duarte -y digo quería, porque parece que ya no quiere, es más ¡ya hasta se le olvidó!-, su propósito era que esa misión divina le diera aliento mediático para salir en las cámaras y seguir su carrera en el centro del país, donde ha vivido su sueño de juventud, codeándose con los intelectuales y artistas, esos parásitos del sistema que le dan un equilibrio al juego de fuerzas de la naturaleza, tal como nos lo enseña la biología, porque en la cadena alimenticia, desde el insecto hasta el león, todos sirven para algo. Entonces, el plan de Corral era seguir allá con los intelectuales parásitos, pero el destino le tenía una mala jugada: ganó la elección de chiripazo.
Para ser objetivo, voy a cederle el beneficio de la duda por primera ocasión, imaginemos por un momento que Javier Corral ganó las elecciones por su carisma y con ello logró recuperar para el PAN un estado perdido durante 18 años. Con esto, logró la (falsa) gloria para todos los seguidores de Gómez Morín, principalmente los que están enquistados en las élites económicas que apoyaron al Partido Acción Nacional y que son los únicos que todavía le aplauden, finalmente, al ser sus socios, no les queda de otra.
Sin embargo, la verdad es que es un falso dilema, a los políticos nos interesa el análisis electoral, pero a la gran mayoría de los chihuahuenses les vale sombrilla la supuesta hazaña en las urnas; simplemente Javier Corral fue electo porque las circunstancias de coyuntura le favorecieron, no está de más decir que en el 2004, el mismo Javier Corral, en el mismo escenario, pero con diferentes condiciones había perdido frente a Reyes Baeza, esto quiere decir que él, como político, de fenómeno electoral no tiene nada. Pero, a la gente no le importa cómo haya ganado, lo que exige es que cumpla con sus promesas de campaña (o del corazón), pero en lugar de ver un avance en el estado, es evidente el retroceso en los temas que más nos preocupan, como la violencia, la ineficacia del gobierno, la ilegalidad y la corrupción.
Hoy, en los ingenuos congresos de marketing político, invitan a los asesores de Javier Corral para que hablen del “caso Chihuahua” y se avientan un rollo del cómo -según ellos- lograron ganar la elección. Si fueran sinceros dirían “no tenemos la menor idea de lo que sucedió, es más ni lo esperábamos”, pero sus cinco minutos de fama no se pueden sustituir con nada, así que van y se hacen pasar por especialistas.
Esas nuevas empresas dedicadas a engañar, quizá logren algunos contratos en otros estados para las próximas elecciones, pero donde tiene segura su chamba es en Chihuahua, donde ya son el proveedor predilecto de los contratos de seis dígitos, para ellos no hay austeridad, ni crisis, como sucede también con el círculo cercano al actual gobernador, comenzando por Miguel Riggs, el síndico incómodo de Chihuahua y del traficante de influencias número uno, me refiero a Gustavo Madero, ambos muy conocidos en el ámbito empresarial de Chihuahua, donde se mueven como pez en el agua para conseguir jugosos contratos. Para ellos sí hubo ‘nuevo amanecer’, un amanecer de corrupción.
Inflado por su ego infinito, Javier Corral se ha instalado en su burbuja y no desea salir de ahí, en su lógica las cosas se arreglan solas, sin mediar intervención, así está acostumbrado, por la vida de aristócrata que ha llevado toda su vida, sus problemas los arreglaba paseando en Polanco o por la Condesa en la Ciudad de México, alternando su vida de ocio con las sesiones en el Senado que utilizaba para despotricar contra el que se le ponía enfrente. Esa es su naturaleza, completamente ajena y distante del perfil de gobernador que necesita Chihuahua. Javier Corral lo único que sabe hacer es ganar candidaturas plurinominales, extender la mano para agarrar el cheque y combatir en tribuna. No sabe hacer nada más. En Chihuahua lo único que ha hecho es ponerle nombres exóticos a los mismos programas del gobierno, subir impuestos y mover a funcionarios como si estuviera jugando monopoly, pasándose por el arco del triunfo el Estado de Derecho, mientras sus amigos se llenan los bolsillos.
En la calle, la gente ya empieza a valorar y decir: ¡estábamos mejor con César Duarte!.
Hoy, ya bajó la espuma, estamos a diez meses de distancia de la elección y Corral, luego de inventar la ficción de una elección gloriosa que sólo existe en su imaginación y la de su séquito, ya es evaluado por los chihuahuenses en su justa dimensión; Javier Corral encabeza un gobierno ineficaz e inútil, que no puede con la administración del estado, ni con los grandes retos que tenemos enfrente, principalmente, no puede con la seguridad, que es la pieza clave del desarrollo. ¡Tantas vidas que costó la paz y tanto dinero que se invirtió en la seguridad! Hoy es lamentable el retroceso que vivimos por el constante desatino en las decisiones y el profundo desinterés de Corral por gobernar. No cabe duda que la peor forma de corrupción es la ineficiencia y en eso el gabinete del ‘nuevo amanecer’ es campeón.
Estamos casi a seis meses de iniciado su mandato y la única justificación por no cumplir su responsabilidad es “¡vieran cómo recibí la caja vacía!”, pero esa respuesta infantil cada vez es más ridícula, porque mientras Corral llora por la falta de recursos en público, el dinero en privado no deja de chorrear para sus amigos.
Por otro lado, a Corral le atribuyen la frase “no habrá millones”, dirigida supuestamente a los medios de comunicación, pero falta decir que para sus amigos lo que no habrá es pudor a la hora de hincarle el diente al presupuesto con cifras que demuestran que ni las cajas de recaudación estaban vacías, ni la austeridad es pareja. En estos cinco meses, vemos que el Javier de Veracruz y el Javier de Chihuahua no sólo comparten el nombre.

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