Opinion

La ciudad migrante

Carlos Irigoyen

2017-02-19
“Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio de tráfico humano, de la trata de personas.”
 
SS Francisco
 

Parece que fue ayer la homilía histórica de Su Santidad Francisco en El Punto, un lugar mítico en la frontera. Fue el lugar de la visita pastoral de hace un año. El viernes la comunidad católica celebró ahí el evento.
Ciudad Juárez siempre ha sido una ciudad de forasteros que no han encontrado en sus lugares de origen los medios para salir adelante con sus familias, desde aquella fusión de indios Mansos con los Piros aunado una situación geográfica privilegiada por ser un paso natural hacia el norte, nuestra ciudad ha sido refugio del preludio del sueño americano o bien de un intento por una vida mejor, en muchas ocasiones lejos de su tierra mexicana.
En este contexto son miles de personas las que a pesar de que la frontera les dio todo, el lugar de origen sigue vigente; no en vano dicen que las llamadas al cielo en Parral son locales. Juárez fue, es y seguirá siendo por vocación y convicción una ciudad de migrantes, una ciudad con un arraigo de ser una ciudad utilitaria, no con el candor del amor irrestricto a un lugar; sino con la ilusión que vende la posibilidad de acceder a un mejor nivel de vida.
El Papa fue enfático aquel momento de febrero de 2016 justo al pie de la Cruz del Migrante, enuncia y denuncia el calvario de los migrantes que hacen de Juárez un lugar de paso porque sus intenciones son ir más allá, ir al norte, reflexiona sobre la tragedia de las familias desunidas, su difícil andar por desiertos, montañas; termina sentenciando que lo que se puede medir en cifras es poco comparado cuando se hace el reconteo por “nombres, historias y familias”.
Con culpables claramente identificados, la pobreza que en Juárez se muestra en un 37% de la población, la violencia que nos llevó a ser la ciudad más violenta del mundo, el narcotráfico que en algún momento de los tiempos recientes ha posicionado a Juárez como la ciudad del país con mayor incidencia del consumo de droga, se estima que el 19% de la población ha probado algún tipo de la misma y el crimen organizado que “apadrina” la pérdida de generaciones cuyo resultado es la sensación de que los malos no se agotan y que este no es un buen lugar para vivir.
Y como si no fuera suficiente, el efecto Trump; un presidente obcecado con sus promesas electorales de frenar la inmigración con medidas polarizantes como el muro, y ahora como mandatario dando conferencias de prensa donde reitera de forma sistemática su política de no tolerar la inmigración ilegal y sí efectuar deportaciones, congruente con su comentario de no ser tan políticamente correcto.
Es evidente el desconocimiento de la fusión de las culturas fronterizas, esa mezcla tan rica que resulta de amalgamar el sueño americano con el surrealismo mexicano, a pesar de las diferencias en la percepción de seguridad el potencial económico de la región es inconmensurable y el flujo migratorio inevitable. Hoy tenemos una comunidad que vibra en la zozobra del potencial cambio en las medidas migratorias, que ya se muestra inconforme con algunas redadas y bajo la especulación que surge de querer deportar en un inicio a 2 millones de personas a México.
Es cuestión de enfoques, tantos connacionales repatriados representan una oportunidad o una amenaza para la de por si tensa situación social y económica de la frontera. Por el lado negativo habría que analizar si estamos preparados como ciudad para soportar un flujo de migrantes con los servicios e infraestructura necesarias, con fuentes de empleo que les den la oportunidad de “facilitar la reinserción social y económica de los repatriados” según la misión de la estrategia federal Somos mexicanos.
Por el otro lado, traen amplia experiencia en oficios como la carpintería, la construcción, la cocina, electricidad, plomería, mantenimiento en general del hogar, jardinería y además tienen un buen dominio del idioma ingles lo que puede ser atractivo en los servicios llamados “call centers” o en las maquiladoras.
Debemos fomentar en nuestros ciudadanos la postura de la “casa propia”, la cuido porque es mi fortaleza y tiene el enorme valor de ser el lugar donde se pueden cumplir mis proyectos de vida; la reflexión de SS Francisco obliga “siempre hay tiempo de cambiar, siempre hay una salida, siempre hay una oportunidad”. La decisión de construir por medio de la educación y el compromiso social van por encima de cualquier discurso y posturas externas. Hoy más que nunca hay que buscar la integración de los sectores empresariales, académicos y gubernamentales para darle a nuestra ciudad un modelo de inclusión social que honre a nuestra categoría de ciudad de migrantes

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