Opinion

¿Se termina la maquila?

Francisco Ortiz Bello

2017-02-13

Durante décadas, ya
 más de 50 años,
 la industria de la transformación
-también conocida como
maquila- ha sido el pilar más robusto de la economía juarense. Desde que se instalaron las primeras cuatro empresas en esta ciudad, en 1966, y pese a las altas y bajas derivadas del mercado -principalmente norteamericano-, la maquila ha presentado un crecimiento sostenido y constante, colocando a nuestra ciudad entre las más importantes del mundo en este sector de la economía.

No obstante, ese crecimiento económico que, por supuesto ha beneficiado la economía propia de la ciudad, y claro, del estado también, la permanencia de esta importante industria hoy se ve amenazada, quizá como nunca antes, por diversos factores que hoy apremian con fuerza las finanzas municipales y también estatales.

Hay quienes piensan que el modelo maquilador (como se le conoce en México) está llegando a su fin en esta frontera, debido a una convergencia de distintos factores operativos, competitivos, sociales y hasta demográficos que, en opinión de expertos locales en el tema, hacen prever que no le quedan muchos años a esta importante actividad económica.

Uno de estos expertos, el Ing. Héctor Núñez Polanco, director general de Desarrollo Económico del Norte, me confió recientemente sus temores sobre la eventual presentación de este fenómeno que afectaría negativamente, en forma muy importante, la economía de la ciudad, al desaparecer la maquila como la conocemos hasta hoy.

¿Podría desaparecer la maquila como la conocemos hoy? Es una pregunta que requiere de todo un complejo estudio de especialistas sobre el tema, tanto operadores de esa industria, como expertos en economía y procesos industriales a nivel macro, y por supuesto que en este breve espacio no nos alcanza para cubrir ni remotamente ese análisis de fondo. Pero la posibilidad existe, y por lo que podemos vislumbrar de los escenarios nacionales y mundiales, las condiciones están dadas para que esto pueda ocurrir.

Creo, más bien, que la pregunta que debemos responder -o deberíamos- es: ¿Estamos preparados como ciudad, como comunidad binacional, para cuando llegue el momento? Creo que no.

Según José Yarahuan, presidente de AMAC-INDEX Juárez, la maquila en nuestra ciudad representó en 2016 poco más de 270 mil empleos directos, 270 mil familias que dependen de ese ingreso. ¿Se imagina a toda esa gente sin trabajo? En un cálculo conservador, considerando un núcleo familiar de 4 personas en promedio, hablamos de que aproximadamente un millón de personas en esta ciudad dependen de esa actividad. Claro que es grave la amenaza.


Es más grave todavía, porque en el esquema de operación de la maquila en Juárez, a diferencia de otras ciudades como Tijuana o Monterrey, no se consideró la asociación estratégica de inversiones, conocimientos y el “know how” de cada giro, por lo que sólo aportamos mano de obra no muy bien pagada, por cierto. Es decir, los empresarios e inversionistas juarenses le apostaron sólo a rentarles naves industriales, brindarles el transporte de personal, servicio de cafetería, y otros servicios de soporte similares, pero no a entrarle de lleno al negocio de cada una.

Sin embargo, creo que estamos a muy buen tiempo de prepararnos para lo que venga, sea lo que sea. Y esa preparación debe incluir, desde luego, la diversificación de actividades económica preponderantes que puedan, en un momento dado, aminorar o paliar los efectos negativos de una caída en la industria maquiladora.

¿Tiene Juárez otras opciones de desarrollo económico? Claro que sí. En una reciente entrevista con la secretaria de Innovación y Desarrollo Económico del estado, Alejandra de la Vega, reconoció que hay múltiples opciones entre la que destacan por supuesto el área de servicios, incluido de manera especial el turismo como actividad económica alterna.

Hay muchas cosas por hacer aún en ese campo. Casi todo, me dicen algunos. Pero más vale que lo vayamos visualizando, y empezando a hacer, o la crisis de una eventual salida masiva de maquila de Juárez, nos pillará con los dedos en la puerta, dejándonos sin margen de maniobra para rescatar a una población ya de por sí con serios problemas de pobreza y marginación.

 

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