Javier Cuéllar Moreno/
Analista político
Las protestas contra el gasolinazo no han cesado en el país y eso se debe a que, por más explicaciones del golpe fiscal que nos dé el Gobierno federal sobre el aumento a los precios de los combustibles, su política de derroche no ha cesado.
El descuento del 10 por ciento que se decretó parcialmente a los sueldos de sus encopetados funcionarios públicos es una burla porque sus salarios y dietas se consideran estratosféricos. Además, el esquema bicameral del Poder Legislativo en el país –Cámara de Diputados y el Senado– es incosteable, sus dietas deben reducirse y sus bonos desaparecer.
De otra manera resultan hipócritas las declaraciones de austeridad en los tres niveles de Gobierno.
El presidente Enrique Peña Nieto dijo, y muy claro, que la ‘gallina de los huevos de oro’, haciendo una analogía con Pemex, está muerta y el famoso cuerno de la abundancia que esa paraestatal representaba al país ya no existe. Entonces, en consecuencia no se pueden mantener los ritmos de saqueo que se realizaron durante todos estos largos años.
Esa gallina petrolera comenzó a desinflarse hace mucho, pero Hacienda se dedicó solo a quitarle su maíz en lugar de ponerse a hacer su trabajo… y ahí está el resultado, muchos no pagan impuestos en el país.
Desgraciadamente en eso también contribuyó la voracidad insaciable de políticos, burócratas y líderes sindicales.
Ahora poco o casi nada queda de aquellos tiempos cuando en el país se presumía abundancia, hoy, el petróleo apenas alcanza para gestionar miseria.
Las largas uñas de todos los políticos mexicanos deberán ser cortadas al ras (con todo y dedos) porque lo que sigue es destrozar completamente el corazón de la República empobreciendo brutalmente a la clase trabajadora y esto desembocará en una trifulca de pronósticos reservados. Al final no habrá nada para nadie.
La corrupción del sistema debe atacarse porque en ello le va la supervivencia, porque el pueblo no es tonto y se da cuenta de todo el despilfarro y el latrocinio que nos afecta.
México está molesto con su clase política y encima lidia con otra preocupación… quien será el nuevo presidente de Estados Unidos a partir del próximo viernes 20 de enero.
Trump, el antagonista
De acuerdo a la concepción generalmente aceptada, el terrorismo es una forma violenta de lucha política mediante la cual se persigue la destrucción del orden establecido o la creación de un clima de terror e inseguridad susceptible de intimidar a los adversarios o a la población en general y esto es lo que prácticamente está sucediendo con la expectativa de la asunción al poder estadunidense del magnate Donald Trump.
En general, no se entiende por qué el presidente de una nación como Estados Unidos ha iniciado una campaña en contra de la por sí debilitada República Mexicana, que tradicionalmente ha sido una de sus mejores aliadas en asuntos de seguridad, inmigración y ayudándolo a construir su imperio económico con el qué competir con la industria de otros esforzados pueblos como el japonés, el alemán, el inglés, el francés, el chino, el coreano y tantos y tantos otros que, ellos sí, son los verdaderos competidores y los auténticos adversarios del poderío industrial y comercial norteamericano.
Durante su campaña y como presidente electo, Trump se ha convertido con su retórica en el antagonista de los mexicanos, a quienes acusa de mucho de lo malo que ocurre en su país.
¿Qué culpa tienen los mexicanos?
En esta competencia global del capitalismo salvaje, nosotros únicamente desempeñamos el modestísimo papel de trabajadores… y baratos. Entonces, ¿por qué su campaña contra los mexicanos? Trump trata de cambiar políticas de industrialización en Estados Unidos creando artificialmente fuentes de trabajo que a la postre pueden resultar antieconómicas para las grandes empresas como la General Motors, la Ford y otras. ¿Hasta qué punto los grandes consorcios norteamericanos le aguantarán el paso sin que sus precios de producción finales se disparen por el encarecimiento de su mano de obra? Esto es lo que están analizando los consorcios norteamericanos, de dónde puede emanar una respuesta opositora contra el magnate.
La ruta para ello comienza ya con una serie de declaraciones que cada vez que se emiten golpean a la economía mexicana empobreciendo a su masa laboral, encareciéndole su moneda y atizando el proceso inflacionario de nuestro país. El dólar ya anda arriba de los 22 pesos y no tiene para cuándo detenerse el proceso devaluatorio.
Este colapso monetario destruye la economía de nuestro país y empobrece más a las clases media y baja de nuestra sociedad mexicana. El poder adquisitivo del salario se ha nulificado y los trabajadores corren el riesgo de traspasar los límites e ingresar a la pobreza extrema.
En relación con el dólar, los sueldos en México son más baratos que nunca y ese es el principal atractivo para la inversión extranjera.
Los japoneses, alemanes, franceses, coreanos, chinos, etcétera son los auténticos competidores de la industria norteamericana, pero la vecindad de México con Estados Unidos es un atractivo que reduce costos de transporte. Esa debilidad económica es lo que constituye nuestra principal “fortaleza”, como bien lo han expresado algunos directivos de la industria maquiladora de México.
¿Un terrorismo de estado?
Con cada una de sus declaraciones, aun antes de ser presidente, el señor Donald Trump siembra el espanto tanto en México como en la comunidad de inmigrantes latinos de Estados Unidos, pero también entre los magnates de las grandes empresas norteamericanas.
Pero bien lo dijo Edward R. Murrow, connotado periodista norteamericano: “Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices”. Y cuando se ataca al gran capital de Estados Unidos, de ese núcleo de poder puede emanar la oposición al que será el nuevo presidente de esa poderosa nación.
Es mucho lo que el gobierno mexicano puede hacer y hasta ahora parece que no lo está haciendo, pues cuida su retórica ante quien desde el viernes próximo encabezará el gobierno del país más poderoso.
Así lo señaló acertadamente el presidente del consejo nacional de Index –que agrupa al sector industrial de exportación–, Federico Serrano Bañuelos, quien ante los ataques y amenazas del presidente electo de EU encabezó un frente para blindar la operación de esas empresas maquiladoras y su generación de empleos en México.
Se habla de 10 puntos de acción: el primero de ellos es eliminar la carga de tramitología que a últimas fechas el gobierno mexicano ha impuesto a la industria maquiladora trasnacional, suprimir la retención del IVA a las importaciones temporales, establecer la tasa cero de IVA para exportación de servicios, viabilidad para el programa Shelter sin limitación temporal, eliminar la doble tributación en materia de IVA y otros tantos tópicos que en realidad les han complicado y encarecido su administración y operación a esas empresas maquiladoras de exportación.
En una palabra, facilitar y abaratar todos los costos de esa industria para que les resulte muy atractivo operar en México, de tal manera que sean las empresas norteamericanas amedrentadas por Trump las que se lo pierdan pero no sus competidoras japonesas, alemanas, francesa, coreanas, chinas y demás, que también tienen puestos sus ojos en el país.
Diversificación, la opción
La libre competencia en los mercados internacionales será la que al final le dé cierta protección a la industria y al empleo mexicano, principalmente el fronterizo, convirtiéndolo en el generador de mano de obra más atractivo del mundo, hasta que el gobierno norteamericano se convenza de que nosotros no somos sus competidores, sino sus aliados y muy económicos.
El problema de la economía de Estados Unidos es muy parecido al que afectó a los fenicios, que en su tiempo de una nación industrial se convirtieron en puramente comerciales y eso los entregó en manos de los auténticos productores que rápidamente aprendieron a convertirse en comerciantes desplazándolos, según se puede apreciar claramente con la incursión apabullante de China en los mercados internacionales. Pero eso no es culpa de los mexicanos.
Lo peligroso del fenómeno xenofóbico de Donald Trump es que al interior de su propia nación está desarrollando un sentimiento de odio contra diversas etnias que no se detendrá en los latinos y eso le generará un ambiente de rencor entre su pueblo que le traerá graves consecuencias y pude ser terrible no sólo para Estados Unidos, sino también para el mundo.
Bien lo dijo Juan Pablo II: “El terrorismo nace del odio, se basa en el desprecio de la vida del hombre y es un auténtico crimen contra la humanidad”.