Cecilia Ester Castañeda
2017-01-11
Es oficial. Ya respiramos el tercer peor aire del país. Esta semana lo dijo ni más ni menos que el titular de Ecología del Gobierno municipal Jürgen Ganser Carbajal.
El nivel del Índice Metropolitano de la Calidad de Aire sólo es más nocivo en la Ciudad de México y en Guadalajara, según datos del 2016. ¿Cómo llegamos aquí? Considerando que no somos la ciudad con mayor cantidad de habitantes, ni la número uno en industrialización, ni la primera en extensión territorial ¿a qué debemos nuestra poca honrosa posición por encima de Monterrey, por ejemplo, centro manufacturero desde hace un siglo y hogar de cinco millones de personas? Ni siquiera sumando a la población de El Paso, Texas, somos la mitad que en la capital de Nuevo León.
Ciertamente hace dos años ya se había calificado a la zona metropolitana Juárez-El Paso como la más contaminada a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México por sus altos niveles de monóxido de carbono, ozono y partículas suspendidas, según reportes periodísticos. Tiene que ver el hecho de encontrarse en un valle soleado, en la cuenca del Bravo, entre cadenas montañosas donde en invierno se encapsula la contaminación debido a la inversión térmica que vuelve más pesado el aire frío. Y el fenómeno se intensifica del lado sur del río debido a la menor altitud de la frontera mexicana.
Pero, claro, en Ciudad Juárez la contaminación del aire tiene muchas fuentes. El director de Ecología la atribuye sobre todo a las emisiones vehiculares, la basura en las calles y los animales muertos. A eso se agrega el alto porcentaje de arterias sin pavimentar, la falta de áreas verdes, las prolongadas filas en los puentes internacionales, la quema de materiales para calentar —por no decir el preocupante número de incendios registrados en los últimos meses—, las ladrilleras, los desechos tóxicos de la maquila, el uso de celulares y las construcciones de escasa eficiencia energética.
Tantos focos contaminantes y la poca conciencia sobre la problemática están teniendo consecuencias serias. Según el Informe Nacional de Calidad del Aire 2014, la frontera chihuahuense encabezó dos indicadores con registros muy superiores al doble de los estándares recomendados, monitoreándose en la localidad apenas la mitad de los parámetros y eso en forma inconsistente.
No nos extrañe entonces el aumento en las alergias, las enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Acostumbrémonos, también, a más granizadas e inundaciones, pues un alta contaminación atmosférica acentúa el cambio climático.
O cuidemos en serio el medio ambiente. Para empezar, hace falta regularizar y completar la información de las estaciones de monitoreo. Aun hoy esos datos indican focos rojos en la zona sur y oriente de la ciudad. Resulta indicativa la mala calidad del aire que se respira en Salvárcar, anterior reserva ecológica, donde hemos hecho lo mismo que en el Chamizal: sacrificar las áreas verdes en vez de defenderlas a toda costa conforme crece la mancha urbana.
Fomentar otros medios de movilidad resulta también muy importante. Los vehículos particulares son demasiado caros, socialmente hablando. Despejar banquetas, diseñar vías para ciclistas y mejorar el transporte público no sólo son medidas incluyentes. Reducen la contaminación.
Y más nos vale cambiar esta economía nuestra de cada día. Si queremos que grandes sectores de la población dejen atrás una “cultura de subsistencia” en la cual no existe noción de la ecología, necesitamos ofrecer fuentes de empleo con posibilidades de una remuneración mejor.
Sobre todo, debemos aceptar que todos contaminamos. Permitir a nuestras mascotas deambular y reproducirse sin control es parte del problema, como lo es tirar basura en las calles o tener hábitos de alto consumo de energía.
Pero gran número de juarenses parecemos peleados con normas y reglamentos. ¿El ecológico? “¡Es una medida con fines recaudatorios!”, dicen muchos. “¡Mi carro así anda bien!”, contestan otros ante las recomendaciones de mantenimiento. Pero cuando circulan por la ciudad más de medio millón de vehículos, en su mayoría obsoletos, eso es criminal.
Si no fuera por el viento…