Opinion

Saqueos y bloqueos

Sergio Sarmiento

2017-01-05

Ciudad de México— La señora Elena, quien trabaja haciendo limpieza en un apartamento de la colonia Juárez de la Ciudad de México, sufrió una verdadera pesadilla este 4 de enero. Para empezar, su viaje cotidiano en transporte público desde Coacalco se ha visto obstaculizado por los bloqueos ya cotidianos de la autopista México-Pachuca. El 4 de enero la trabajadora, de 51 años de edad, se quedó casi una hora atrapada en la micro por el bloqueo. Tuvo que caminar varios kilómetros y, tras pasar el bloqueo, logró subirse a otra micro que estaba dejando a un pasajero. Llegó tarde al trabajo, pero llegó.
El viaje de regreso, sin embargo, fue peor. "Horrible en Indios Verdes –me escribía–. No hay transporte. Está vacío." Los comercios, efectivamente, estaban cerrados, la población aterrada. "Gracias a Dios ya pude subirme a un camión que me llevara a Texcoco y ya de ahí tomé otro. Todo cerrado y destrozaron muchos negocios, Coppel y Elektra de Guadalupe Victoria. Un caos horrible. Se suben muchos a los camiones a asaltar. Pero el chofer no abrió las puertas. Aventaron palos y piedras para golpear el camión."
"Tardé como cuatro horas y media" para regresar a casa, me dijo. Pero la pesadilla no había terminado. "Anoche [4 de enero], aquí afuera de mi lote, quemaron unos colchones y el Oxxo que está enfrente de mi casa. Estuvo muy feo. Hubo muchos balazos. Tuvimos que dormir en el piso de la sala porque me dio mucho miedo, tanto se escuchaban balazos y más balazos." La señora, si bien necesita su empleo, no fue a trabajar ni ayer ni hoy.
Los saqueos surgieron de los bloqueos que la Policía Federal y las locales han permitido. Una vez que los líderes de las protestas se dieron cuenta de que podían bloquear carreteras de manera indefinida y sin respuesta, buscaron formas de incrementar la presión. Los saqueos fueron encabezados por grupos pequeños de activistas, pero después la gente se unía. Algunos de los instigadores iban armados y dispararon. Esto ocurrió, por ejemplo, en Atizapán, estado de México.
El número de tiendas saqueadas ha venido creciendo. La ANTAD emitió un comunicado el 4 de enero por la tarde señalando que 79 tiendas habían sido saqueadas y 170 estaban cerradas por amenazas. Ayer por la mañana, Manuel Cardona Zapata, director de relaciones con gobierno de la ANTAD, me dijo que el número de tiendas saqueadas ya ascendía a 250.
En el estado de México, según Eduardo Valiente, comisionado de seguridad pública, el día 4 fueron detenidas 430 personas en flagrancia por participar en saqueos. En la Ciudad de México hubo "29 eventos", según Patricia Mercado, secretaria de gobierno. Hubo además "35 expresiones públicas", o sea, protestas. En una de esas expresiones pacíficas, un conductor cargó gasolina en una gasolinera y al irse sin pagar arrolló y mató a un policía.
La Policía Federal y muchas estatales no han querido intervenir en los bloqueos. Cuando esto ocurre se manda el mensaje de que cualquiera puede bloquear autopistas y cualquiera saquear comercios.
La experiencia nos dice que la supuesta paciencia con bloqueadores termina por saldarse con violencia. Lo hemos visto en Nochixtlán, Chilpancingo y muchos lugares más. En un momento en que los saqueos y las agresiones a terceros se multiplican, un gobierno que no se atreve a usar la fuerza pública para defender a los ciudadanos está propiciando una escalada de violencia.

Intervención
Ayer por la mañana intervino el Banco de México en el mercado cambiario. Logró una pequeña mejora del peso. Nuestra divisa está claramente subvaluada, pero con las amenazas de Trump y las imágenes de saqueos es difícil que repunte. Lo peor es que la depreciación provocará mayores gasolinazos.

 

X