Opinion

La mano de Rusia en las Elecciones de Estados Unidos

The New York Times

2016-12-12

No es difícil de entender por qué Rusia podría haber estado tentada de inclinar la escala en la elección presidencial de Estados Unidos. Los oficiales de Defensa de Estados Unidos han estado advirtiendo sobre las capacidades de Rusia y sus peligrosas intenciones, llamando a Moscú la más grande amenaza para Estados Unidos.
Hillary Clinton, la candidata demócrata dejó muy claro que su gobierno redoblaría esfuerzos para castigar y aislar a Moscú por sus crímenes de guerra en la guerra civil de Siria y por su agresión contra Ucrania y otros países vecinos. “Me he enfrentado a Rusia”, declaró la señora Clinton durante un debate en el verano. “He confrontado a Putin y lo haría de nuevo como presidenta”.
En el señor Trump, los rusos tenían razones para ver a un novato político maleable, uno que se ha rodeado de lacayos del Kremlin. El señor Trump alardeaba de que el presidente ruso lo había llamado alguna vez “brillante”. En julio, el señor Trump exclamó que esperaba que Rusia interviniera y divulgara más de los mensajes electrónicos de la señora Clinton, una invitación sorprendente a una potencia extranjera que parecía ya estar interviniendo en la elección de Estados Unidos.
En días recientes, el alcance e intenciones de la sospechada intervención rusa en las elecciones han atraído más atención. Nuevas revelaciones de los oficiales de Estados Unidos dejan de manifiesto que las agencias de inteligencia concluyeron con “alto grado de certidumbre” que el deseo de reducir la fe de los estadounidenses en el sistema electoral mutó en un esfuerzo para perjudicar las probabilidades de la señora Clinton. Una pieza crítica de evidencia para esta aseveración fue que los piratas que se sospechan rusos penetraron las redes computacionales de ambos comités, el republicano y el demócrata, pero sólo dejaron que se filtraran los mensajes que perjudicaban al segundo.
Ante la petición de legisladores demócratas, el presidente Obama solicitó al director de inteligencia nacional que conduzca una “revisión completa” de la mano oculta de Rusia en las elecciones, anunció la Casa Blanca este viernes. La investigación, que se debe completar antes de que el señor Trump preste juramento el 20 de enero, es un paso importante aunque tardío.
Semanas antes de la elección, Mitch McConnell, el líder de la mayoría del Senado, expresó escepticismo sobre los reportes de inteligencia y advirtió a la Casa Blanca que publicitarlos equivaldría a un acto partidista. Sin embargo, los republicanos no protestaron cuando James Comey, el director del FBI reveló en una carta al Congreso que un montón de mensajes que encontraron en la computadora de Anthony Weiner parecían ser relevantes a la investigación que se hacía a la señora Clinton por su uso de un servidor privado. Para la hora que el señor Comey comentó que no había algo nuevo, la bomba de insinuaciones contra la señora Clinton había explotado y el daño estaba hecho.
En una entrevista del domingo para Fox News, el señor Trump desdeñó las aseveraciones de que los rusos estaban interviniendo, y acusó a los demócratas de “inventarlo porque habían sufrido una de las derrotas más grandes en la historia de política del país”.
Algunos legisladores republicanos reconocieron la importancia de enfrentarse a Rusia y realizar acciones para restaurar la fe en el sistema electoral y las instituciones. Un grupo bipartidista, dirigido por el senador John McCain, republicano, se comprometió el domingo a llegar hasta el fondo del papel que jugó Rusia, observando que la posibilidad de que Rusia moldeara el resultado de las elecciones de Estados Unidos debería resultar alarmante para todo estadounidense. “Esto no puede ser un asunto partidista”, declaró en un comunicado, el cual fue respaldado por el senador Charles Schumer, el líder entrante de los senadores demócratas. Entre las preguntas no respondidas está el si cualquiera dentro del círculo interno del señor Trump se coordinó con el Kremlin y si Moscú dispersó noticias falsas para afectar a la señora Clinton.
Las revelaciones sobre la participación rusa pesarán sobre muchas de las decisiones del señor Trump, incluyendo a su probable designado para dirigir el Departamento de Estado, Rex Tillerson. El señor Tillerson, director ejecutivo de Exxon Mobil, ha cultivado una cercana y lucrativa relación con el señor Putin y ha criticado las sanciones estadounidenses a Rusia.
El señor Trump debería estar dirigiendo la petición de una investigación a fondo, dado que sería la única manera de quitar la nube obscura que pesa sobre su presidencia. No resolver las preguntas sobre Rusia alimentaría la sospecha ante millones de estadounidenses de que el tema dominante durante su candidatura resultó cierto: que la elección de hecho estuvo arreglada.

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