Opinion

Por una navidad sin tragedias

Luis Alfonso Arenal

2016-12-06

Ya vienen las fiestas decembrinas y regresa la controversia relacionada con los operativos “antiebrios”. De entrada es positivo y muy necesario que la autoridad realice estas acciones dadas las tragedias que pueden ocurrir. Sin embargo, la controversia versa sobre diferentes puntos y conviene que autoridad y grupos de interés establezcan un diálogo que nos permita obtener los mejores resultados para la ciudad.
Varios abogados señalan que los retenes son anticonstitucionales y que violan el derecho al libre tránsito o a la protección que establece que nadie puede ser molestado en su persona o bienes salvo mandato debidamente motivado por autoridad competente. Creo que debe buscarse la manera más eficaz de proteger al resto de los habitantes de esta ciudad sin violentar el Estado de Derecho. Lo curioso es que la controversia se centra sobre los llamados “retenes” y muy pocas personas hablan de las “volantas”. Realmente es difícil (mas no imposible) que ocurra un abuso de autoridad en un retén; mientras que en una “volanta” el ciudadano está en un estado de indefensión. Es más fácil que en el segundo caso se dé una extorsión que en el primero debido a que entre más testigos haya la complicidad se complica. He sugerido en otros espacios que debería haber la presencia de al menos un regidor del ayuntamiento en estos operativos. Nuevamente, es más fácil que se cumpla lo anterior en un “retén” que en una “volanta”. Los primeros son fáciles de ubicar (hasta página de Facebook había para eso) pero no hay modo de alertar a nadie sobre una volanta (éstas son más difíciles de supervisar).
Por otro lado, creo que la autoridad debería revisar bien los horarios establecidos. No es conveniente que las cantinas cierren a la misma hora que muchos jóvenes salen del cine. Nadie puede ser responsabilizado por lo que otra persona consuma y a la policía se le ha dificultado más su trabajo teniendo a todos los negocios en los que se consumen bebidas alcohólicas cerrando al mismo tiempo. Sería más fácil para las corporaciones policiacas prevenir riñas y accidentes si los salones de baile cerraran a horas diferentes. En Tijuana se desarrolló un experimento interesante al respecto.
Por otro lado, las autoridades deberían reforzar el cumplimiento de la popularmente denominada “Ley de Alcoholes”, principalmente en su artículo 12 fracción III y 12 BIS. Estoy consciente de que para cualquier inspector es difícil saber si a una persona “se le pasaron las copas” dentro del establecimiento o si así llegó al lugar. La verdad es que ya salgo poco, pero no recuerdo haber visto en ningún establecimiento los avisos a los que alude el artículo 12 BIS de la referida Ley.
También como sociedad tenemos mucho que hacer. Hay que cultivar en nuestros hijos el valor de la selectividad para resistir esas “presiones sociales” y que consuman sólo lo necesario o incluso abstenerse de consumir bebidas embriagantes si van a conducir. También de los propietarios de este tipo de negocios a cumplir con la “Ley de Alcoholes”. Y la autoridad definiendo bien qué cantidad podría ser permitida consumir para que puedan conducir un vehículo (o de plano definir que no deben consumir ni una gota). Es fácil que el ciudadano vea como un acto de extorsión estos operativos cuando un peatón es llevado ante el juez de barandilla por haber consumido media botella de cerveza con el pretexto de que “tiene aliento alcohólico” o cuando quieren remitir a “Babícora” a un conductor que ingirió refrescos en una fiesta, con la debida advertencia de que “va a ser muy tardado”. ¿De qué sirvió entonces el “conductor designado” si los agentes actúan de esta manera? Por lo menos para evitar alguna tragedia o reducir la probabilidad de que ello ocurra.
Y ya si hablamos de una navidad sin tragedias, ojalá que también se actúe contra los almacenes clandestinos de pólvora y contra quienes realizan disparos al aire, pero ya son otros temas de los que luego platicaremos.


 

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