Francisco Ortiz Bello/
Periodista
Desde la primera presidencia de México, ocupada por Agustín de Iturbide en 1821, hasta nuestros días, no hay en la historia del país un solo presidente originario de Chihuahua, y eso, por supuesto, que es un elemento que seduce a quienes piensan que ha llegado el tiempo de que así sea.
En el mundo entero se ha generado una especie de movimiento social anti-sistema, que busca romper con esquemas preconcebidos, tanto en lo económico, lo social y lo político, llevando al poder a personajes que garantizan no pertenecer al establishment, a la oligarquía del poder y, por lo tanto, no representar más los intereses de grupos hegemónicos del poder político y económico en el mundo.
Es así como hemos presenciado acontecimientos que, además de la sorpresa y desconcierto, han dejado ver esta especie de alineamiento con esa tendencia mundial a romper viejas inercias.
Los escenarios políticos nacionales no son ajenos a esta tendencia mundial. Este año, en nuestro país, el otrora poderoso PRI perdió 4 de las 9 gubernaturas que no habían cambiado de signo político desde la Revolución Mexicana, y en algunos estados y municipios los triunfos de candidatos independientes confirman esa hipótesis.
Y como se vislumbran las cosas, el escenario electoral del 2018 puede resolverse por la misma vía, es decir, un rompimiento total de la sociedad con esquemas anquilosados de la política, un movimiento anti sistema que coloque en el poder a quien represente todo lo contrario de lo que, hasta hoy, hemos tenido.
Esa hipótesis colocaría a Andrés Manuel López Obrador con grandes posibilidades de lograr el triunfo electoral en el 2018, pero también abre un gran abanico de posibilidades hacia otras opciones.
Recientemente, el viernes pasado, en mi programa radiofónico Vox Populi 860, tuve la oportunidad de conversar con Roy Campos, en su colaboración semanal, y me dijo algo que, en principio, me desconcertó bastante, pero que luego ha cobrado cierta naturaleza de credibilidad.
De acuerdo con Roy, quien por cierto también identifica este movimiento mundial por romper con los sistemas establecidos, en 2018 los electores mexicanos buscarían llevar a la presidencia del país a alguien que les garantice un nuevo modelo de gobierno, una nueva relación entre gobernantes y gobernados, una relación en la que los gobernados dejen de ser las víctimas pasivas de un sistema corrupto y corruptor, que sólo ve en ellos la vía para satisfacer intereses muy particulares, pero no las demandas más sentidas de la población.
Ese escenario plantea una primera lectura, de acuerdo con Roy Campos, que las posibilidades de Andrés Manuel para obtener el triunfo electoral en 2018, crecen de manera importante, en la medida que sea consistente con sus posturas y discursos que lo alejan de las “Mafias del Poder”, como las llama él, y que lo ponen del lado del pueblo.
Pero también ve que, ante la actual coyuntura política en el país, los candidatos independientes no han terminado de “cuajar”, digamos, o bien, de consolidarse ante una ciudadanía cada vez más exigente y cada vez más observadora del quehacer público, y ante la que los independientes no han logrado terminar de conquistar la confianza social, en parte por la escasez de resultados de quienes ya gobiernan, pero también porque los que se perfilan hacia el 2018 no tienen un discurso o posicionamiento claro, en ese sentido, es decir, no han definido una postura anti sistema, particularmente Jorge Castañeda quien más bien es visto como una especie de reminiscencia de regímenes anteriores.
Y aquí es donde Roy soltó una especie de revelación en mi programa, porque dijo que ante la fuerte confrontación que se da al interior del PAN, entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya, misma que ha polarizado fuertemente a la militancia blanquiazul, el discurso claramente contestatario y anti-sistema del gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, éste podría representar, más allá de una clara opción del PAN para distender la pugna entre Zavala y Anaya, una real posibilidad de la sociedad mexicana de optar por un verdadero cambio en la manera de gobernar este país.
Y anunció que, en este orden de ideas, a partir de la siguiente medición de preferencias electorales para la presidencia de la República, que realiza Consulta Mitofsky, va a incluir el nombre de Javier Corral Jurado entre los posibles candidatos, con el fin de medir su aceptación entre el electorado y de esta manera darle un mejor seguimiento a esta nueva posibilidad que él vislumbra.
Los que vivimos en Chihuahua sabemos que una cosa es el discurso y otra la realidad, y que Corral, al menos en estos primeros 60 días de gobierno, se ha quedado bastante corto en cuanto a la confirmación de las altas expectativas que lo llevaron a la gubernatura, sin que eso signifique que no vaya a lograrlo, sólo apuntamos que, al menos en cuanto a percepción, el gobierno de Corral ha adolecido de resultados inmediatos, y por esa razón nos resulta un tanto exagerada la apreciación de Roy Campos, respecto de la posibilidad que le da al actual gobernador del estado.
Sin embargo, debemos reconocer que a Corral siempre se le han dado bien las cosas en el centro del país, en sus anteriores gestiones como legislador (como diputado y dos veces Senador de la República), ha sido evidente su gran capacidad de gestión mediática, logrando siempre importantes espacios informativos a través de sus posturas o declaraciones, casi siempre, en tono incendiario o altamente contestatario, ya sea en contra del sistema o de su mismo partido. Todos recordamos aquella encendida carta que envió al entonces presidente de la República, Felipe Calderón, y que luego el mismo Corral se encargó de hacer pública.
Y es precisamente esta visión externa, digamos, que el resto de los mexicanos puedan tener de Corral, a través de su percepción de lo que ven en los medios de comunicación sobre su quehacer, condimentada con las más recientes que ha hecho, ya desde su calidad de gobernador del estado, en las que incluso ha sido acusado por los priistas de Chihuahua de continuar en campaña, y en la que ha exigido al gobierno federal se responsabilice del mal gobierno y la peor administración de César Duarte, con lo que, de alguna manera, ha hecho corresponsable al Gobierno federal de las irregularidades o abusos cometidos por Duarte en la entidad.
Así pues, no resulta nada fantasioso ni poco probable, que, ante la carencia de líderes políticos en el país, que garanticen de verdad un rompimiento con las viejas estructuras de poder, económicas, políticas y sociales, la figura del chihuahuense pueda crecer al punto de convertirse en un viable candidato a la presidencia en 2018.
Y que conste que no estoy hablando de posibilidades basadas en buenos resultados de gestión gubernamental, porque tampoco lo mencionó así Roy Campos, y porque aún es muy pronto para hablar de ese tema a escasos 60 días de gobierno, sino basadas sólo en la resonancia mediática que pueda o no tener un nombre, y lo que esa resonancia puede ocasionar en el colectivo social.
Lo cierto es que a Javier Corral se le ha dificultado enormemente consolidar, tanto en la acción como en el discurso, a un gabinete de gobierno sólido y eficiente, que le ayude realmente a resolver la enorme cantidad de problemas que hay en la entidad, y todavía hoy se siguen dando contradicciones graves, importantes, entre el primer mandatario estatal y sus principales colaboradores, en temas torales como han sido la seguridad, la educación o las finanzas del estado, la más reciente apenas esta semana cuando su secretario de Hacienda reconoció, en entrevista para El Diario, que la administración de Duarte utilizó en su totalidad los recursos de la bursatilización, como resultado de un acuerdo, o aval, del gobierno de Corral, declaración que el mismo gobernador ha desmentido tajantemente, haciendo evidente esta incapacidad de estructurar y conformar un equipo de trabajo en el que todos vayan por el mismo camino, y hacia el mismo objetivo.
Sin embargo, eso poco importa ante la coyuntura que se abre hacia el 2018, en donde los mexicanos estarían buscando romper con todo lo que suene al viejo sistema político y su enorme caudal de corrupción, y ahí, ahí sí que es bueno Corral, en el discurso incendiario y contestatario, así que no nos extrañe que esta “premonición” de Roy Campos se haga realidad en 2108. La mejor opinión, como siempre, es la de usted.