Opinion

Bienios de EPN

Sergio Sarmiento

2016-11-30

Ciudad de México— Hoy se cumplen cuatro años del gobierno de Enrique Peña Nieto. Ha sido un período dividido de manera muy clara en dos. El primer bienio fue el tiempo del Pacto por México, de las reformas estructurales, de los comentarios y reportajes de alabanza en los medios internacionales, del "momento de México". El segundo bienio ha sido el de los problemas, del movimiento de Ayotzinapa y los señalamientos por la "casa blanca", de la economía que testarudamente se negaba a alcanzar el crecimiento del 6 por ciento ofrecido en la campaña, del desplome de la popularidad del presidente, incluso de la elección de Donald Trump.
Son tan contrastantes estos dos bienios que cabe preguntarse por qué le salieron tan bien las cosas al presidente en un principio y por qué le han salido tan mal en los últimos dos. No parece haber respuestas claras. Pero ciertamente parece haber una mala política de comunicación en Los Pinos.
El presidente sigue saliendo todos los días en muy cuidadas notas de radio y televisión en que se le presenta dando discursos. Quizá esta proyección de imagen era la correcta en los tiempos en que los medios tradicionales eran la única forma de saber lo que ocurriría. Hoy, frente a la información de redes sociales, en que no hay controles y la burla se privilegia antes que la formalidad o la veracidad de la información, esta forma de comunicar se antoja obsoleta.
A esas notas de medios tradicionales hay que sumar los interminables minutos de propaganda que saturan por ley los tiempos de radio y televisión. La avalancha de spots que insisten en los supuestos logros del gobierno, que nos dicen que "lo bueno no se cuenta, pero cuenta mucho", es un simple desperdicio de valiosos tiempos de radio y televisión. El bombardeo de propaganda, lejos de ayudar a la imagen presidencial, irrita a los ciudadanos.
El gobierno ha hecho cambios en su equipo de comunicación, pero no parece haber generado una política más eficaz de comunicación para estos nuevos tiempos. Quizá sea imposible. El presidente ha entendido que un "malhumor social" afecta a México, aunque también a otros países del mundo.
Ahora empieza el tercer bienio de Peña Nieto y si algo nos dice la historia es que veremos un período de declinación del poder presidencial. El proceso que llevará a la sucesión del 1º de diciembre de 2018 ha comenzado ya, a pesar de todas las reglas que supuestamente buscan evitar las campañas adelantadas. El propio presidente ha dicho que, en el caso de su partido, el PRI, primero será el proyecto y después el candidato. Ha sugerido incluso la posibilidad de que el candidato no sea seleccionado hasta principios de 2018. Quizá esto le preserve poder durante más tiempo, pero dejará al candidato del PRI en una posición de desventaja frente a sus rivales.
Los dos años que restan del sexenio serán complicados. Si bien no hay certeza sobre las políticas de Trump, es muy probable que impliquen un mayor proteccionismo que afectará a México. Las reformas estructurales empezarán a rendir frutos, incluso algunas ya la están haciendo, pero aun así no se espera que generen un repunte fuerte en el crecimiento económico en lo que resta del sexenio.
Estamos entrando al último tercio del gobierno de Peña Nieto en un momento en que la popularidad del presidente se encuentra en niveles históricamente bajos y el crecimiento económico apenas alcanza el 2 por ciento anual. Muy atrás ha quedado el brillo del primer bienio. La gran esperanza hoy es que no tengamos un deterioro adicional al que ya sufrimos en el segundo bienio.

Gobiernos
Casi seis meses después de las elecciones, hoy rinden protesta los nuevos gobernadores de Veracruz y Oaxaca, dos estados maltrechos por malos gobiernos.

 

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