Opinion

Donald Trump la gran sorpresa

Eduardo Borunda

2016-11-14


El martes 8 de noviembre un balde agua helada cayó en las raíces más entrañables de la sociedad estadounidense. La victoria de las urnas favorecía a un magnate que vino de menos a más en una contienda electoral por la presidencia del país más poderoso del mundo.
Las repercusiones sociales, económicas y políticas no se hicieron esperar: un desplazamiento económico del peso mexicano frente al dólar, protestas dentro de los Estados Unidos no reconociendo el triunfo del Partido Republicano, la cortesía en la felicitación en la Casa Blanca por parte de Barack Obama. Así las cosas, fue un triunfo no esperado y una derrotada no anunciada.
La campaña, vista desde la frontera, tiene una serie de indicadores y denostaciones que implican una reflexión a profundidad, es decir, no sólo decir que el triunfo de Donald Trump se debió a que no salieron a votar los latinos (que si lo hicieron), implica más lecturas e interpretaciones de lo que realmente paso. También fue una evaluación a Barack Obama, un presidente que tuvo muchas muy buenas intenciones pero no logró consolidar un proyecto de nación. Con buenas intenciones entonces no se puede gobernar a un país.
Los votos electorales tienen un peso mayor que el voto popular. En un sistema electoral indirecto, donde se vota para elegir a los electores, se requiere ganar aquellos estados en donde es más fácil acumular “puntos”.
Florida, por ejemplo, ha sido un fiel de la balanza en las elecciones, convirtiéndose en al menos en las últimas 5 elecciones en el estado que da el triunfo al ganador en la carrera presidencial. Existen otros estados en los que su volatilidad refleja el sentir ciudadano, cambiando su voto, uno de ello es Nuevo México y la gran sorpresa en Colorado, en ambas entidades, la triunfadora fue la demócrata Hillary Clinton.
Mientras otros estados que también cambiaron de bando por un margen muy apretado permitieron  Michigan y Wisconsin dar un contundente triunfo a Donald Trump. Los votos electorales le dan sin embargo una posibilidad de gobierno al candidato republicano cuyo partido también controlará la Cámara de Senadores y la Cámara Baja, mejor conocida como la Cámara de Representantes.
Zonas muy identificadas como demócratas y con altas tasas de migración dieron su voto a Clinton de manera rotunda y dibujaron un mapa electoral, que reitero hay que conocer a profundidad, pues este país se encuentra dividido entre azules y rojos.
El Paso, Texas, le dio un 2.5 a 1 en la tasa de votos del conteo final. Similar triunfo se dio por parte de los angelinos, en el Condado de los Ángeles, la proporción fue 3 a 1. En el Bronx de Nueva York, 9 a 1 fue la intención del voto. En Dallas Texas, Salt Lake en Utah, San Francisco California,  Denver Colorado y grandes urbes votaron arriba del 2 a 1 a favor de la candidata demócrata, sin embargo, la presencia nacional del Partido Republicano acoto la diferencia porcentual con la cual se gana una elección.
La propuesta de campaña también afecto el resultado, mientras que los números que arrojan los cómputos electorales de cada uno de los precintos (algo así como las asambleas municipales del IEE o las juntas distritales del INE) marcan una diferencia de un 0.5% de diferencia para Clinton en contra de Trump.
Los votos electorales marcan 290 contra 228 en el último reporte oficial. Es decir, en el voto electoral una marcada nación dividida con una diferencia mínima y muy cerrada, mientras que es absoluta la diferencia en el voto de los delegados que votarán para elegir a Trump como presidente de los Estados Unidos.
En conclusión, la elección presidencial en Estados Unidos ha dejado a una nación dividida, un proceso electoral muy atípico donde las encuestas se equivocaron de nueva cuenta en un resultado no contemplado ni imaginado por muchos analistas y medios de comunicación.
El resultado también manda un mensaje a la postura ideológica del Partido Demócrata diciéndole no a su liberalismo extremo, es decir, la sociedad no quiso votar por una candidata que enarbolo campañas que distan de un conservadurismo medio. La enseñanza señala que los partidos que se exponen a los extremos tienden a desaparecer como en el caso de México.

 

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