Javier Cuéllar Moreno
2016-10-25
Este año presenciamos una de las campañas políticas más intensas que tengamos memoria en la historia reciente de nuestro estado y de nuestra ciudad. El éxito no fue malo, la sociedad entera fue motivada a salir a votar y ganaron las elecciones fuerzas políticas que otrora fueron débiles e inexistentes. El triunfo fue festinado dentro y fuera del estado como una victoria de la democracia y ahora nos preguntamos ¿para qué querían ser gobierno?
La paz y la seguridad pública de nuestra ciudad y del estado de Chihuahua entero se está deteriorando a pasos agigantados sin que ninguna de las nuevas autoridades – en el Gobierno del Estado y el Municipio– acierten realizar ni un sólo acto en beneficio del pueblo. Con mucha preocupación y dolor estamos presenciando el desmoronamiento del estado de derecho y el surgimiento de un poder maligno y delictivo que se traduce en un clima de terror porque los asesinatos han tomado nuestras calles con una fuerza que se antoja imparable.
Mientras nuestros nuevos gobernantes se enfrascan en batallas estériles de orgullo y vanidad, reclamando airadamente sus fueros, mientras eso pasa las bandas de delincuentes están apoderándose rápidamente de nuestra vida civil y el sentimiento de temor se apodera de los ciudadanos que no encuentra lugar seguro de reposo.
Muchas críticas recibió el antiguo gobierno de César Duarte Jáquez pero los nuevos gobiernos no han logrado establecer el orden público que tantas penurias nos costó ganar.
No solamente los asesinatos salvajes están dominando la escena pública sino que al mismo tiempo una serie de fuerzas delictivas están haciendo de las suyas robando, extorsionando y socavando la armonía ciudadana. En el centro de nuestra ciudad ya algunos comerciantes se están quejando de que fuerzas malignas les están pidiendo el pago de las malditas cuotas.
Los secuestros y cobros de piso han vuelto a ser parte de nuestra vida cotidiana mientras que los nuevos gobiernos se enfrascan en sus disputas estériles y descuidan los actos de gobierno dejando que nuestra comunidad se desbarranque poco a poco en el caos. Un caos que nadie quiere pero que tal parece se encuentra a la vuelta de la esquina.
Los responsables de mantener la paz y el orden público son los nuevos gobiernos elegidos por la comunidad, pero da la apariencia que a ellos poco les importa la función pública y el cumplir con sus obligaciones y se hace cada día más evidente un vacío de poder que no se llena con el discurso demagógico y menos con el recuerdo de las promesas de campaña que ahora vemos se desvanecen en la incertidumbre de un poder que no se hiso para establecer el orden y el respeto a la ley sino para llenar sillones en las fiestas de postín que se celebran cada lunes y martes, con notorio descuido de la obligación de gobernar.
Lo que está pasando, la avalancha delictiva no puede ser obra del antiguo gobierno al que no se cansan de culpar de todos los males.
Lo que está sucediendo es consecuencia de la inactividad gubernativa que no acierta a comprender todavía el tamaño de la responsabilidad adquirida al ganar las elecciones y que tan sólo se ha concretado a la francachela social que acaricia una victoria que cada día se nos rebela más amarga. Tal parece que estábamos mejor cuando estábamos peor.
Pero el tiempo que transcurre se está perdiendo no habrá modo de recuperarlo y son momentos valiosos que no volverán y que se pierden en una lamentable inactividad e irresponsabilidad gubernamental que parece no tener fin. La luna de miel de los nuevos gobiernos ha sido muy corta y ahora tendremos que enfrentarnos a una realidad donde destaca con mayor crudeza la incompetencia.
¿De qué les sirve hacer planes políticos para el futuro si con su abulia están perdiendo el presente? Ambos gobernantes protestaron cumplir y hacer cumplir con la constitución y las leyes que de ellas emanan pero este deber sagrado para un gobernante se ha olvidado con mucha rapidez y sólo queda la pasión del orgullo y la vanidad. Después no se explican por qué pierden las elecciones. No se quejen después de la represalia de las urnas porque bien lo dijo Benjamín Franklin: “si haces lo que no debes, deberás sufrir lo que no mereces”.