Opinion

¿Chihuahua en estado de natura?

Arturo Mendoza Díaz

2016-10-21


Mucho es lo que, al menos localmente, deberán esforzarse nuestros gobernantes, con el apoyo y la comprensión de los ciudadanos, para dar a éstos las garantías de una vida digna a la que tienen derecho por parte del Estado mexicano.
Esto porque la presente semana transcurrió a tambor batiente, con un aumento de la inseguridad en general, el paro de camioneros urbanos en la capital del estado y el bloqueo de avenidas principales ocasionado por el mismo gremio.
Además, están la toma de los edificios estatales de Gobierno que perpetraron maestros de la Sección Ocho del SNTE y el recrudecimiento de la violencia en Juárez, con once muertos en 24 horas, cinco de ellos en una barbería.
Ante esa situación viene a la mente el hipotético estado de naturaleza de Thomas Hobbes, donde cada individuo es cruel, egoísta y perverso, se preocupa sólo por la propia supervivencia, su principal enemigo resulta cada prójimo y la violencia es el pan de cada día.
Ahora bien, como están las cosas en Chihuahua, ese estatus no se antoja irreal, o es que,  ¿no hay un egoísmo cruel al afectar a la comunidad en aras de lograr fines particulares nada piadosos? ¿No corre la sangre? ¿No se actúa como si la sociedad, aun siendo víctima inocente, fuera un enemigo?
Ciertamente, el gobernador Corral actuó con sensatez y decisión al ordenar la liberación de las calles. Nadie tiene derecho a paralizar la ciudad. Y no negoció cuando estaba el bloqueo, puesto que eso equivalía a conversar mientras le hacían manita de puerco o estaba de rodillas.
No. Definitivamente Chihuahua no habrá de ser otro Oaxaca. Por fortuna no hay condiciones para ello. La colectividad es distinta y, particularmente, diferentes son los maestros, los ciudadanos y, según se vio, lo es también el gobierno.
Pero, entiéndase bien, en esta entidad ni siquiera debe haber nada que se parezca al estado de naturaleza de Hobbes. Para ello, en primera instancia, el gobernador ganó una batalla, aunque no la guerra, la cual se extenderá a lo largo de su gestión.
Mas por lo pronto, Javier Corral procedió bien al ponerse del lado de la sociedad, y hacerlo con estrategia, frente a poderes fácticos que, como políticos noveles, no midieron sus alcances. Y ahora sí, con madurez y sin soberbia, se impone la negociación.
Ya en esa tesitura, también, debe afrontarse el problema con la directiva de la Sección Ocho, donde el problema mayor son los 50 puestos directivos de mandos medios en los Servicios Educativos del Estado de Chihuahua, antes en poder del SNTE.
En este ámbito donde incluso el secretario de Educación y Cultura, Pablo Cuarón, es neófito, debe haber cordura, evitando el espíritu de confrontación; ni la Sección Ocho tiene por ley un coto de poder en el Gobierno estatal ni éste debe ser frívolo al distribuir nombramientos.
Algo que debe entenderse a cabalidad es que por razón del resultado electoral de junio las circunstancias políticas no son como antes, por lo que el SNTE y el Gobierno no constituyen ya una misma cosa. Por lo tanto no existe compromiso ni pago mutuo de favores.
Empero hay cientos de maestros responsables y preparados académicamente, con el perfil para ocupar los diferentes puestos. Así, la Secretaría de Educación debe hacer un análisis de quienes aspiren a los cargos, y asignar éstos de manera justa, sin privilegios ni politiquerías.
Por otro lado, la violencia se cuece aparte. Ésa es otra historia que, habiendo prevalecido durante varios gobiernos de las tres esferas, debe recibir toda la atención, empezando por el zanjamiento de las lamentables diferencias entre el gobernador y el alcalde de Juárez.
Mientras haya consumidores de droga, por supuesto, no acabará, pero se puede disminuir con el patrullaje mixto preventivo, el nombramiento del fiscal de la zona norte, tan necesario, las labores de inteligencia y la cultura de la denuncia, si se garantiza el anonimato.
Chihuahua, pues, por ningún motivo debe tener rasgos del estado de natura, puesto que todos debemos someternos al imperio de la ley, a despecho de quien esté al timón de la comunidad. Los gobernantes, sin duda, deben honrar sus deberes, mientras que los ciudadanos tenemos que cumplir como tales y coadyuvar al bien común. 
Analista.
  
  

  

 

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