Opinion

Fuero

Pascal Beltrán del Río

2016-10-20

Ciudad de México—  Los procesos contra Guillermo Padrés y Javier Duarte han servido para recordarnos varias cosas:
1) La corrupción no está patentada ni tiene marca registrada. Ocurre en todos los partidos. O, al menos, personajes de todos los partidos incurren en ella. Aunque algunos lo nieguen.
2) A esos mismos partidos les cuesta trabajo mantener vigilados a sus militantes señalados por corrupción. Padrés y Duarte no son los primeros que se evaden de la acción de la justicia. Recordemos al diputado perredista Julio César Godoy.
3) El caso de Duarte –igual que en su momento pasó con Godoy– pone otra vez sobre la mesa el tema del fuero. Es algo que no hemos acabado de resolver.
Lo increíble del asunto Duarte es que ni siquiera existe un consenso respecto de si un gobernador con licencia sigue gozando del fuero constitucional al que se refiere el artículo 110 constitucional.
Como apunté ayer en el Buscapiés de esta Bitácora, el tema vive en un limbo legal porque los especialistas no se ponen de acuerdo en a) si un gobernador con licencia puede ser consignado; b) si puede ser consignado, un juez puede dictarle una orden de aprehensión, y c) si se gira una orden de aprehensión en su contra, puede ser detenido.
No digo que esta indefinición o el fuero mismo sean culpables de que Duarte se haya dado a la fuga, pero no deja de ser ridículo que los legisladores hayan permitido la sobrevivencia de tal laguna.
Ellos, tan dados a reformarlo todo. ¿Será acaso inacción por conveniencia?
De hecho, muchas de las reglas para procesar a alguien con fuero han tenido que escribirse sobre las rodillas y, por ello mismo, han provocado verdaderos absurdos políticos.  
En 1983, cuando se decidió procesar al senador Jorge Díaz Serrano por corrupción –en el contexto de la Renovación Moral, en el sexenio de Miguel de la Madrid–, tuvo que discutirse qué debía ocurrir primero, si el desafuero del exdirector general de Pemex o su consignación ante un juez.
En la PGR surgieron dos bandos, uno en cada sentido. Ganó el que opinaba que primero debía ocurrir el llamado juicio de procedencia.
Por eso, una vez desaforado, Díaz Serrano fue protagonista de una situación bochornosa para la justicia. Salió del Senado y fue a entregarse al juez penal de Distrito en turno, que entonces era el Sexto, Jorge Reyes Tayabas. Y se sentó en el despacho del juzgador a tomar café (unos dicen que hasta whisky) en lo que la PGR terminaba de integrar el expediente, cosa que ocurrió unas diez horas después.
Casi 22 años más tarde, como ya existía ese precedente, el Congreso procedió igual con Andrés Manuel López Obrador, por el caso El Encino: primero el desafuero, al que luego habría de seguir la consignación por parte de la PGR.
Pero ¿qué pasó? La consignación se suspendió; el procurador Rafael Macedo de la Concha renunció a su cargo, y su sucesor, Daniel Cabeza de Vaca, anunció que descartaba presentar cargos contra el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Hoy, en el caso de Duarte, parece haberse roto el precedente. Por supuesto, Duarte es gobernador con licencia, no en funciones, pero queda la duda sobre si cuenta con fuero o no.
De acuerdo con información oficial, un juez ya giró una orden de aprehensión en su contra… pero ahora Javier Duarte no aparece ni queda claro si el gobernador con licencia puede ser detenido y sometido a proceso.
Desde luego, ese limbo concluirá una vez que se cumpla el periodo para el que Duarte fue elegido gobernador constitucional de Veracruz, como lo establece el artículo 111 constitucional.
Pero la misma Constitución es vaga cuando se refiere al encausamiento de gobernadores por delitos de índole federal.
El propio artículo 111 dice a la letra: “Para poder proceder penalmente por delitos federales contra los Gobernadores de los Estados (…) se seguirá el mismo procedimiento establecido en este artículo, pero en este supuesto, la declaración de procedencia (desafuero) será para el efecto de que se comunique a las Legislaturas Locales, para que en ejercicio de sus atribuciones procedan como corresponda”.
Cualquier cosa que eso signifique.

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