Miriam A. Ornelas
2016-10-13
Qué bonita es la educación, de veras, ¡qué bonita! Y la educación se demuestra en primer lugar respetando a la gente, en sus decisiones, prescindiendo de actitudes prepotentes que nos llevan a tratar de imponer a otros nuestra voluntad y si no la acatan tomando represalias que sólo dibujan en nuestra actitud la intolerancia.
Y estas consideraciones vienen a modo por el temible encono que ha surgido entre nuestro flamante gobernador el licenciado Javier Corral Jurado, para con nuestro alcalde Armando Cabada Alvídrez tan sólo porque éste último tuvo la osadía de no acatar su orden al nombrar como Secretario de Seguridad Pública de nuestro municipio al licenciado Jorge González Nicolás en un acto de legitima competencia y de fundada solvencia.
Como un capricho lo ha llevado al no acudir a la toma de posesión de nuestro presidente municipal en un municipio que representa prácticamente el cuarenta por ciento de la población del estado. Un desaire que en sí mismo resulta insulso pero que es presagio de una tormenta que nada bueno augura para nuestra sufrida frontera.
Esa película ya la hemos visto como unas cuatro veces y el final no es nada halagüeño para nuestra ciudad que, por el encono del gobernador, sumirá a nuestra comunidad en el más completo abandono por parte del gobierno del estado como sucedió en las administraciones del Gustavo Elizondo con Patricio Martínez; José Reyes Ferríz con José Reyes Baeza y Héctor Murguía Lardizábal con Cesar Duarte Jáquez y otra más que escapa por ahora a mi memoria.
¿Y qué culpa tiene ciudad Juárez del pleito que se trae el gobernador Corral con el presidente Cabada? Ninguna, pero al final tendremos que pagar los trastes rotos en esta desavenencia. En ambos debe caber la cordura y debe entenderse que nuestro presidente municipal es el representante genuino de los juarenses y lo que se le haga a él es como si nos lo hiciera a nosotros. No tenemos ninguna culpa de que el gobernador traiga una fobia contra todo lo que represente o pueda representar a Cesar Duarte. Y sin embargo se avecinan dos años de abandono a nuestra ciudad. Por ese pleito con Cabada el gobernador Corral se convertirá en enemigo de los juarenses. Eso no es justo, ni a base de hacernos sufrir y mantenernos en total abandono va a doblegar la personalidad de nuestro presidente.
Parece cosa de niños: Si Cesar Duarte no me cae bien, no le hablen a él ni a todos sus amigos. Armando Cabada ha sido respetuoso de las competencias del señor gobernador, de hecho por conducto de su representante Ramón Galindo le ha mandado cálidos saludos y patentes respetos asegurándole que en ciudad Juárez tiene un amigo que es el presidente municipal. ¿Qué más quiere? Ese es un puente de concordia por el cual el gobernador se niega a transitar enconchado en su berrinche.
¿Debemos considerarlo enemigo de Juárez? No lo sé, falta ver su conducta futura de posible desdén para nuestra ciudad. Y es aquí donde surge la necesidad de que el municipio de Juárez se independice del gobierno del estado y forme un nuevo estado de la república, el Estado Benito Juárez para no permanecer de rodillas ante los constantes caprichos de los gobernadores. Ante el olvido de los gobiernos del estado nuestra reacción lógica debe ser la independencia para dejar bien claras las cosas de una vez por todas. Que ellos hagan con su dinero lo que les venga en gana y nosotros con el nuestro.
Es increíble que nuestro gobierno municipal tenga más apoyo y respaldo moral entre gobernantes de otras latitudes que del nuestro, como fue el caso de la presencia de Miguel Ángel Mancera Jefe de gobierno del Distrito Federal, y Jaime Rodríguez Calderón, Gobernador del estado de Nuevo León. Y que no quieran tapar el sol con un dedo fingiendo problemas de agenda. Javier Corral debió asistir a la toma de posesión de nuestro alcalde porque esta es su tierra; o tal vez debemos decir que era, porque ahora parece que eso ya se olvidó. Esperemos que pronto impere la prudencia y el sentido común que no es el más común de los sentidos.