Opinion

Buen ánimo y participación ciudadana

Oscar Fidencio Ibáñez Hernández

2016-09-30

Los chiquillos se arremolinan y saludan a sus compañeros, los padres de familia se saludan, hay sonrisas por todos lados, se percibe la alegría y la expectación. Bien peinados y arreglados van los alumnos y sus maestros, es el inicio de un nuevo ciclo escolar, es la expectativa de un futuro mejor para todos.
Algunas características de este buen ánimo se perciben también al inicio de un nuevo gobierno, más aún cuando miles de ciudadanos se movilizaron con su voto y decidieron hacer un cambio radical en el liderazgo.
La expectativa es alta sobre cambios que las nuevas autoridades deben realizar para mejorar la comunidad, entre los más señalados esta sin duda el combate frontal contra la corrupción y la impunidad, y al mismo tiempo la expectativa de que los servicios mejoren.
Al igual que en las escuelas, es posible que después de la algarabía y expectación del primer día de clases, las cosas vuelvan a la normalidad y los maestros asuman una rutina de trabajo en lugar de iniciar un camino transformador junto con los alumnos y sus papás, a veces por falta de capacidad y preparación, o por no convocar e involucrar tanto a alumnos como a padres de familia en el logro de objetivos concretos de educación y formación. Porque la educación no es un asunto de los maestros, sino de toda la comunidad educativa que involucra además a padres y alumnos.
Con la nueva administración estatal llegarán nuevos servidores públicos, algunos con la experiencia y capacidad necesarias para realizar cambios significativos en la conducción de los asuntos de gobierno, que de suyo tienden a ser inerciales por el peso de las instituciones.
Otros serán ciudadanos comprometidos con distintas actividades sociales y académicas en beneficio de la comunidad, quienes conocen los problemas y han planteado maneras distintas de afrontarlos desde la sociedad y ahora tendrán la oportunidad de hacerlo desde los cargos públicos.
Sin embargo, es posible que haya otros que aún no sean conscientes de la alta responsabilidad y expectativa ciudadana sobre el nuevo gobierno y no estén listos aún para iniciar un esfuerzo de transformación, sino que perciben su invitación a colaborar simplemente como una oportunidad laboral.
Al igual que en la comunidad educativa, en la sociedad se necesita la participación no sólo del gobierno, sino de los ciudadanos para realizar transformaciones reales, y lamentablemente según varios estudios, la historia de la participación ciudadana en nuestro país es escasa, intermitente y localizada en temas específicos asociados al bienestar de las familias y su entorno cercano.
Entre las razones de la baja participación ciudadana está la inexistencia de espacios reales para que dicha participación sea efectiva en la definición de acciones de gobierno y prioridades; otra es la falta de respeto a las iniciativas ciudadanas por las autoridades en turno, quienes en su momento han generado consultas o ejercicios no vinculantes y cosméticos para legitimar procesos, en lugar de realmente involucrar a los ciudadanos en acciones de gobierno.
Entonces hay dos tareas necesarias para que la expectativa de la nueva administración se convierta en realidad. La convocatoria y construcción de espacios reales de participación ciudadana por parte del nuevo gobernador y alcalde, y la capacitación y motivación de los nuevos servidores públicos para que respondan a lo que la sociedad espera. Hay que transformar el buen ánimo en acción y participación coordinada de gobierno y sociedad.
Implica un esfuerzo de los funcionarios pero también de respuesta y participación de los profesionistas, de los académicos, de los trabajadores, de los empresarios, en fin, de los ciudadanos para que parafraseando a Martin Luther King en su discurso de aceptación del premio Nobel de la Paz, se pueda decir que en Chihuahua se tiene “una tierra más fina, un pueblo mejor y una civilización más noble, porque estos humildes hijos de Dios estuvieron dispuestos a sufrir por una justa causa”.

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