Opinion

Una simple receta para reducir la corrupción

Luis Alfonso Arenal

2016-09-27

Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se realizaron varias reformas que fueron, en principio, bastante positivas para el país. La mayoría fueron más rectificaciones que cambios audaces (aunque para la época sí lo fueron).
Medidas positivas como la reprivatización de la banca no dieron el resultado esperado por la corrupción y el favoritismo con el que fueron aterrizadas. Lo mismo podríamos decir de otras medidas como la privatización de Teléfonos de México o la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. El problema de raíz fue la corrupción que “dio al traste” con varias medidas. De hecho, Salinas de Gortari pudo haber tenido un magnífico cierre si no hubiese descuidado la reforma política. Su ausencia terminó contaminando su sexenio.
Habiendo llegado con un serio cuestionamiento sobre su legitimidad de origen logró mejorar su imagen entre el grueso de la población pero cerró de manera lamentable con lo que aún hoy llamamos “el error de diciembre”.
Luego entonces, mientras no logremos abatir los índices de corrupción que padecemos cualquier esfuerzo innovador de cualquier gobierno sin importar su color terminará en el fracaso.
Tanto el gobernador electo como el futuro alcalde deben saber que buena parte del éxito o fracaso de las políticas que quieran implementar dependerá de la contundencia con la que se enfrenten a ese flagelo que es la corrupción.
Contra la idea que tradicionalmente nos han inculcado en el imaginario colectivo, la corrupción destruye oportunidades de progreso para una comunidad. Quienes la justifican, dicen que así funciona el sistema y así es como se logra el reparto de la riqueza a las capas más desprotegidas de la sociedad. Lo que en realidad sucede es que se bloquean las oportunidades y el supuesto “beneficio” sólo llega a unos cuantos de manera clientelar. ¿De qué sirve implementar mejoras en los servicios de salud o de educación si la corrupción va a mermarlos y con ello reducir los verdaderos beneficios a la población? A lo mejor si reducimos la corrupción, resultaría que el gobierno no necesita incrementar impuestos para aumentar la recaudación.
Pero como ya se han mencionado muchas propuestas para reducir la corrupción, me limitaré a comentar una de las menos referidas: el servicio profesional de carrera. Cuando se implementó en la esfera federal, hubo las naturales resistencias de varios sectores. De hecho, los niveles operativos fueron excluidos del sistema como condición para que la nueva Ley del Servicio Profesional de Carrera fuera aprobada en su momento. Un buen amigo con quien suelo tener discusiones ideológicas, me comentó que en el Distrito Federal pasó algo similar y que el propio sindicato se opuso hasta el final. En el Ayuntamiento de Chihuahua, el entonces regidor Armando González (qepd) le estaba dando seguimiento especial a una iniciativa propia del gobierno municipal de Chihuahua. ¿Y en la esfera estatal? ¿Y la municipal?
Ahora que vemos las noticias sobre la súbita sindicalización de muchos servidores públicos municipales, el tema vuelve a cobrar relevancia. Es fácil de entender que una persona quiera asegurar la manutención de sus familias y que cada cambio de administración (incluso sin cambiar de partido político) genera nerviosismo entre los empleados públicos. Y también se produce un desperdicio de dinero, tiempo y esfuerzo al enfrentar las naturales “curvas de aprendizaje” al inicio de cada trienio o sexenio (más ahora que sólo serán dos o cinco años).
Si se implementara el servicio profesional de carrera en el gobierno municipal, no sería necesario recurrir a este tipo de maniobras (que generan desconfianza en el votante cuando trata de imaginar los detalles de la negociación con los dirigentes del sindicato). Y si el servidor público supiera que su permanencia dependerá más de su desempeño que de vaivenes políticos o de ciertos favoritismos, le pondría más atención precisamente a sus funciones que a las campañas políticas. Desgraciadamente, el tema suele interesarles más a los salientes que a los entrantes, pero ellos seguramente se preocuparán cuando se conviertan a su vez en salientes. Ojalá que el próximo Ayuntamiento tome un proyecto así desde el inicio.

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