Opinion

Un sindicalismo pervertido

Javier Cuéllar

2016-09-27

En una forma inocente de pensar existen quienes creen que buscar sindicalizarse no es malo en sí mismo, lo condenable es la forma en que lo hacen en el Sindicato Único de Trabajadores del Municipio, pero bajo esta inocente forma de aglutinación gremial subyacen otras consideraciones que lo hacen contraproducente.
Por principio de cuentas estar sindicalizado es una protección injustificada para los malos trabajadores. ¿Cuáles son los malos trabajadores? Sencillamente los que no trabajan y únicamente se dedican a la holganza, acumulando años de antigüedad para después jubilarse y obtener prematuramente una pensión que les permita vivir de ella toda la vida a costillas de los dineros públicos, como existen tantas personas que eso hacen en la realidad.
La protección que les da el sindicato a sus agremiados es antinatural porque sencillamente nadie los puede correr en caso de cualquier mal desempeño y hasta corruptela, que suele ser muy frecuente, es una inamovilidad que deriva de la sindicalización no de su buen desempeño y esto se constituye en un engendro permanente de malos trabajadores.
La noción que define ¿quién es el trabajador y quién es el empleado? se diluye, pues quien detenta la permanencia del trabajador es el sindicato y así los actos de rebeldía se multiplican exponencialmente con detrimento grave para la función pública y así tenemos secciones enteras de las dependencias que trabajan muy por debajo de un rendimiento razonable por la perniciosa intromisión del sindicato en la relación laboral y en el acatamiento de cualquier orden.
Lo peor de todo consiste en que los 95 trabajadores que se acaban de sindicalizar, en parte fueron petición expresa del alcalde y de ciertos funcionarios de alto copete como lo es el tesorero municipal y no en un acto de justicia laboral.
El tráfico de plazas permanentes e inamovibles no se da en mérito de la buena o mala disposición del empleado para cumplir con sus obligaciones sino en atención a las recomendaciones de altos funcionarios del Municipio para proteger con esa inamovilidad a nepotes y favoritos de las diversas pandillas de altos funcionarios que paulatinamente van pasando por los puestos públicos, de tal manera que la naturaleza jurídica de la protección sindical queda totalmente desvirtuada para prevalecer el influyentismo  promovido antinaturalmente por las propias autoridades que debieran de evitarlo.
Por otra parte, sindicalizar a empleados de confianza, de rango ejecutivo creándoles plazas sindicales de fingida denominación como lo son “almacenista” es una forma muy burda de ocultar una actividad corrupta para favorecer nepotes, es algo que contradice la esencia misma del sindicalismo y que crea un poder laboral dentro de otro poder. Es generar una especie de funcionarios públicos intocables dentro del propio poder público, es convertir la baraja en puros reyes lo que a la postre desvirtúa la cadena de mandos de cualquier organización y le impide perfeccionarse mediante la eficiencia estimulada por sí misma.
Es, por así decirlo, perpetuar en el poder una casta de malos funcionarios públicos bajo el esquema sindical. Lo peor de todo es que esta casta de privilegiados intocables la genera la propia autoridad ejecutiva, misma que después se vuelve en su contra cambiados los actores. Ningún empleado con función ejecutiva debe ser sindicalizado.
Por ejemplo, si se sindicaliza al presidente municipal, no podrá ser removido de su empleo ni con una elección popular en contra y seguiría indefinidamente como empleado público más allá, indefinidamente, al término de su mandato, sin la posibilidad de rebajarle su sueldo aunque ya no ocupe el cargo, puesto que le crearían una plaza de “almacenista” con su mismo salario. ¿Grotesco, no? Pues eso es precisamente lo que se hizo a menor escala en el caso de los 95 empleados, algunos de alto copete, que fueron recientemente sindicalizados a propuesta del propio alcalde. Esto imposibilita al nuevo presidente municipal para poner orden en el Ayuntamiento y eso, definitivamente, es grave.

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