Opinion

El que esté libre de pecado…

Olga Tuda

2016-09-26

Un viejo amigo y yo solíamos hacer sándwiches para los paladares de los críticos predadores, que en su raquítico conocimiento de la calidad gourmet destrozaban nuestros suculentos platillos, para deleite de nuestra interpretación a la reacción de ellos. En la plática, entre gratos recuerdos y análisis, salió a relucir el trend topic del momento: “lady Coralina”, la mujer que fue a la playa a su despedida de soltera y una de sus “lindas” amigas subió fotos al facebook, donde se besaba con uno de los invitados a la fiesta.
No fueron las redes sociales, sino los que las usan, quienes tundieron de críticas a la futura desposada con calificativos por demás ofensivos. Sea cierto o no, el impulso de destrucción fue el rey de este festín.
En uno de los comentarios, un hombre escribe textualmente “¿Saben por qué no hay video de la despedida del novio de lady Coralina? Los hombres seremos muy bestias, pero nunca nos rajamos”. Una de las mujeres dice: “Ay no, desde Blanca Nieves no había una historia donde un beso cambiara tanto la vida de alguien hahaha”.
Y éstos son los comentarios positivos. Los demás sólo dejan ver el encono con que se le trata a lady Coralina, que en forma machista replican los valores de una sociedad arraigada en las quejas, señalamientos, injurias y muchas formas de perjudicar a quienes tienen enfrente. Esto nace de adentro, del juicio que se tienen a sí mismos, basados en los principios que se maman desde el seno de una familia, donde el objetivo es dañar, en lugar de crecer y construir. ¿O qué hizo la amiga para evitar que este embrollo sucediera?
En el libro “El Principito” de Saint-Exupéry, cuando el zorro se da cuenta de que el principito es capaz de distinguir a una rosa entre otras mil, da por hecho que entiende su valor y le dice: "He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos".
El juicio sumario a este caso deja mucho qué desear, primero de la amiga que subió fotos y videos a las redes, porque los valores de la amistad y la lealtad reflejan lo inadecuado e impertinente de una persona que carece de ellos. El caso se convirtió en un experimento social en que la libertad de expresión se convirtió en libertinaje, sin respetar la vida íntima de las demás personas.
Tal vez la protagonista no actuó de acuerdo con las reglas de los que critican, pero si el caso fuese al contrario, donde el futuro desposado es el implicado, seguramente no se difundiría con la misma saña o nadie se daría cuenta, porque ya lo dijo el que menciono arriba, ellos no se rajan. La réplica de una sociedad machista y chismosa se hace evidente. Y destruir se vuelve el atractivo de moda. Porque ¿qué le importa al mundo si fulana, zutana o mengana se despiden de su soltería, se les pasan las copas y se divierten? ¿No sería mejor dedicarse a vivir que criticar?
Suele suceder que quienes más critican son los que cargan el morral más pesado y la cola que tienen para pisarles es tan larga, que de alguna forma la tratan de tapar, llamando la atención de los que se creen los cuentos.
Hoy se habla mucho de los valores familiares. El hombre tiene dos facultades superiores muy nobles: la inteligencia y la voluntad. Con la voluntad elige lo que es para bien y con la inteligencia sopesa las cosas para decidir su actuar. Impulsar los valores genera cambios sociales y ratifica las buenas raíces de los individuos.
Conviene reflexionar sobre estos casos, porque el presente no es el único, es sólo un ejemplo de otros muchos, pero es el más fresco. Todo mundo está expuesto a la imprudencia y el desprestigio de los demás y la voluntad es querer hacer que las cosas cambien.
Y ahora sí: El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra…

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