Opinion

Golpe a la ciudad

Adela S. González

2016-09-25

Juárez recibió un duro golpe a sus finanzas que limita posibilidades de obra pública tras las imposiciones laborales derivadas de la connivencia de funcionarios irresponsables y dirigentes e integrantes del sindicato de trabajadores municipales para dejar bien cebada la nómina, favorecer con pensiones vitalicias a sus allegados, muchos jóvenes pero alérgicos al trabajo, y de paso sembrar semilla contaminada que germinará en elecciones subsecuentes.
Asunto “novedoso” para el presidente Javier González Mocken, quien negándolo y ordenando revisiones tardías mancha su corto período de mandato un tanto mejor calificado que los de sus precedentes.
Empeñados en enturbiar más la imagen del priismo que etiqueta la administración saliente con acciones que perjudican a la comunidad, ninguno, pese a haber disfrutado los rendimientos del poder, dimensiona las circunstancias en que la dejan: quebranto económico y vías cerradas para que los entrantes hagan funcionar correctamente la ciudad; sin contar  las deplorables condiciones de la infraestructura urbana, testimonio de componendas con empresas contratadas a precio de enriquecimiento para obras pagadas con préstamos que comprometen a muchas administraciones por delante.
Estamos confundidos. Hay quienes aplauden a la administración que se lleva reconocimiento como organizadora de eventos importantes como la visita papal y la partida de Juan Gabriel así como jolgorios populares que tanto gustan, pero en  lo trascendente sale reprobada, aunque hay carga de elementos a favor por el ejercicio temporal de gobierno que debiera haberse enfocado en darle adecuada continuidad a lo previsto y satisfacer el clamor popular de fincar responsabilidades sobre lo que todos vemos.
El nuevo gobierno encabezado por Armando Cabada partirá de cero pues ni siquiera contará con el apoyo de los empleados municipales, leales solamente al partido que se los hereda para empeorar situaciones y hacerlo quedar mal.
Tiempo hace que gobierno y sociedad hablan distintos idiomas y caminan por vías opuestas. Al primero, le es difícil tender puentes con los ciudadanos, tanto que sus representantes aferrados al poder, ni siquiera intentaron apegarse a la definición de servidores públicos e identificarse por el lenguaje común de la necesidad, la demanda social y sobre todo, la pobreza dejando todo igual y con la fortificada sensación de engaño repetido tantas veces.
Los que eligieron a Armando Cabada, entusiasmados por un cambio impostergable, están conscientes de lo que va a recibir y las dificultades que le esperan. Sin embargo, aun cuando comprensivos, serán exigentes con la autoridad que encabeza y tiene enormes desafíos que superar, el más alto, quizá, restituir confianza con un gobierno distinto y particularmente honesto.
Cuán importante que los regidores, parte intrínseca del gobierno sean leales a la sociedad harta de aprobaciones con sello partidista y altamente lesivas como se ha visto en políticas públicas fallidas que sólo dejan deudas y la frustración social de recursos inicuamente dilapidados como en el Plan de Movilidad Urbana (PMU).
La negociación sobre sindicalizados y pensiones adelantadas dejó claras las tareas partidistas de los inscritos en la nómina municipal que obviamente “todo se lo deben al PRI”.  Buen inicio será una auditoría al sindicato y desconocimiento del contrato laboral, incluyendo minuciosa revisión a las condiciones de los jubilados, lo que sería un gran paso para acotar los sindicatos oficiales devoradores insaciables de recursos públicos.

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En el Instituto Tecnológico de Ciudad Cuauhtémoc se escuchó el oportuno mensaje del parralense José Guadalupe Santiesteban Polanco, quien figura entre los asesores del presidente Obama: “pensar en grande y hacer cosas grandes”. Aprovechable en las circunstancias actuales, cuando todo redunda en política y corrupción y el pesimismo ciudadano al igual que los gobiernos de los tres niveles van en caída libre.
 

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