Opinion

La Tremenda Corte (TEE): “Democraciacidio”

Carlos Murillo M./
Analista Político

2016-09-24

(Sonido de campanas) “Es la hora de ver y oír a las estrellas de la ¡Tremenda Corte!”… así comenzaba el programa cómico de radio y televisión producido en Cuba antes de la caída del dictador Batista.
Tres Patines, Rudecindo y Nananina se enfrentaban al Tremendo Juez y su fiel Secretario cada semana para resolver un “tremendo caso”. Esta comedia de enredo siempre tenía situaciones absurdas provocadas por una mala comunicación en el set de un ridículo tribunal.
Para los críticos, la exitosa fórmula de La Tremenda Corte era un distractor de la dictadura para mantener al pueblo en un letargo, por lo que Fidel Castro mandó clausurar el programa a finales de los sesenta. Bajo el mismo criterio, si la revolución marxista hubiera ganado en México no tendríamos ni a Chespirito, ni a Cantinflas, ni a Televisa.
La Tremenda Corte se parece al Tribunal Estatal Electoral de Chihuahua (TEECh) de hoy en día, porque sus resoluciones son tan ilógicas, contradictorias y disparatadas, que lucen como una mala broma de un guionista enloquecido.
Aquí le presento algunos ejemplos: el TEECh dijo en mayo que Javier Corral (PAN) no tenía la obligación de pedir licencia a la senaduría para ser candidato a gobernador en el tiempo que exige la Constitución. Una resolución a todas luces contradictoria de un requisito que exige la ley de forma clara y específica. Para resolver este caso, los magistrados se justificaron con un criterio de la Sala Superior de Guadalajara que no tiene ninguna coherencia jurídica.
Después, el 22 de agosto, el mismo tribunal dictaminó que Rosy Gaytán (PRI), como regidora electa en Chihuahua no debió regresar a sus funciones en el servicio público después del 5 de junio ¡porque podía cambiar el resultado de la elección… que ya había pasado!, algo que la segunda instancia revocó por ser improbable, un eufemismo para no decir ilógico y absurdo.
Y, para rematar, el 22 de septiembre, el TEECh le revoca la constancia como diputado suplente a Alan Falomir (Convergencia) ¡por no haber solicitado licencia conforme a la Constitución!, contradiciendo su propio criterio utilizado en el caso de Javier Corral meses atrás, otra vez más, los magistrados usaron una resolución de la Sala Superior que aplicaron discrecionalmente, esta vez para resolver lo opuesto ¡así de loco está el asunto!
El teórico Jerome Frank, desde el enfoque del realismo jurídico norteamericano, hace un siglo ya advertía que los jueces emiten sentencias contradictorias en casos similares, lo hacen influidos por su ideología política, sus experiencias, su religión o cualquier otra influencia circunstancial. El profesor Ronald Dworkin agregaba que un café mal servido durante la mañana podría cambiar el ánimo del juez para resolver sobre un caso más tarde.
Esa es la realidad, hay que reconocer que la certeza jurídica es una vacilada del discurso de la modernidad, pero es el discurso hegemónico entre los juristas, que se cree como un dogma.
Una cosa es la ley y otra muy distinta la aplicación de la ley, es por eso que el profesor Luis Recasens Siches consideraba la actividad judicial como una obra humana que persigue valores, por lo tanto considera al derecho como un ente dinámico, un ente vivo de textura abierta como afirma el juez italiano Zagrevelsky.
Es por esto que las sentencias son impredecibles, aunque la gente piensa que el derecho es inflexible y rígido, resulta que es todo lo contrario, es dúctil y poroso, el mismo Jerome Frank hace una analogía muy interesante, dice que el abogado hace un trabajo muy parecido al meteorólogo, porque a través de sus conocimientos y experiencia predice un resultado, en este caso una sentencia, pero como los meteorólogos también tiene un margen de error.
Ante esta flexibilidad del derecho expuesta en la realidad, también hay una resistencia que niega la posibilidad de que el juez haga y deshaga a su gusto. El jurista argentino Olsen Guirardi propone establecer límites para las resoluciones judiciales; está bien que el juez tenga cierta flexibilidad pero debe –por lo menos– atender a los principios lógicos en sus propias sentencias –el más importante de todos el de “no-contradicción”–. Guirardi ha propuesto un Control de Logicidad al mismo nivel de un Control Constitucional, porque a veces, a los jueces se les van las cabras al monte y las resoluciones que emiten no solamente son absurdas, sino también contrarias al derecho.
Aquí en Chihuahua, el TEECh ya tocó fondo con las ilógicas sentencias que ha emitido, está bien que el derecho es dinámico, pero hay límites, no se puede ir contra del mismo derecho.
Si nos detenemos a revisar, hay antecedentes que permiten comprender tan alocadas sentencias, por un lado está la composición del Tribunal, porque resulta que cada magistrado fue una propuesta de un partido político, esto no creo que influya para sus decisiones, no porque crea a los magistrados santos, sino porque el problema no es de presión política de quien los impuso, más bien es la ausencia de razón jurídica lo que afecta las resoluciones y esto sólo se puede entender al saber que los magistrados fueron designados por intereses políticos, no por su brillante carrera judicial (que ninguno la tiene por cierto).
Siendo realistas, otra posible motivación de los magistrados al resolver, es la pretensión de mantenerse en la silla por lo que resta del período, es por eso que resuelven asuntos por encargo para complacer al próximo inquilino de palacio, entonces, emiten sentencias pactadas aunque no tengan el mínimo de coherencia. En resumen, si es por falta de aptitud o por conveniencia, el caso es que andan dando un triste espectáculo.
Basta observar un video de youtube en el canal del TEECh para revisar el pobre desempeño de los magistrados que usan su investidura para echarse confeti a la hora de debatir, en lugar de elevar el nivel del debate jurídico, las sesiones del pleno están plagadas de expresiones ingenuas de los magistrados que cito textuales: “quiero aprovechar este espacio para decir que estoy totalmente de acuerdo… porque considero que es un muy buen proyecto”, “hacemos un gran trabajo por la democracia”, “felicito a todo el equipo del TEECh por este resultado”, “A lo largo de 257 expedientes que ha hecho el TEE (sic), quiero decir que es un 1000 por ciento más que el 2013”, “Veo que en la cuenta viene muy bien señalado el criterio que nosotros ponemos” y hasta hubo quien se aventó un poema de Octavio Paz para inaugurar la tendencia de “judicialismo bohemio” o “judicialismo mágico” y, después de una lluvia de elogios mutuos entre los magistrados, todos, sí todos los casos se votaron por unanimidad. ¿No es esa la mejor muestra de una salvaje simulación judicial? ¿Para ese pobre show se aumentó de 3 a 5 los magistrados en el 2015? ¿No será suficiente un único magistrado que declame, baile y cante para ahorrarnos cuatro sueldos de 180 mil pesos mensuales de los magistrados levanta-dedos?
Sin duda, el defecto judicial es humano y ningún sistema es infalible, es cierto que cualquiera puede equivocarse y para eso están los tribunales superiores, para corregir. Pero en este caso los magistrados del TEECh, recién nombrados en el 2015 y con la mayor parte de su período por delante (unos por cinco y otros por siete años), han dejado mucho que desear, ojalá que dejen de experimentar y echar a perder porque, aunque así también se aprende, es ingente el desgaste de la institución que provoca esta parsimonia judicial. La realidad es todo lo contrario al discurso triunfalista y grandilocuente que repiten antes de cada votación.
Si el TEECh sigue igual, por lo menos que al inicio incorporen otra entrada para su show con la voz del magistrado que parece locutor de Soriana, se me ocurre que diga en el intro: “¡el tremendo juez, de la tremenda corte resolverá un tremendo caso!... el caso de hoy: democraciacidio”. Así lo podrían vender en Netflix en la barra de comedia ¡y sería un exitazo!

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