Opinion

Compromiso policiaco y bien común

Arturo Mendoza Díaz

2016-09-23

La reunión entre Alejandro Ramírez Ruiz, presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) y Teófilo Gutiérrez Zúñiga, que coordina en Chihuahua a la Policía Federal, debe resultar beneficiosa para la comunidad.
En el encuentro se le entregó al funcionario federal una denuncia de dos unidades que fueron a algunos negocios en el centro de la ciudad, donde buscaron información personal de los dueños y se asomaron.
Asimismo, en el evento, Verónica Torres Landa Castelazo, directora de Vinculación Estratégica, informó que se busca socializar a la Policía Federal. Esto, según dijo Ramírez Ruiz, es para cambiar la imagen negativa de la corporación en Juárez, donde hay gente lastimada por hechos del pasado.
Con tales antecedentes, aunados a sucesos actuales difundidos en los noticieros, sobre atropellos de la Policía Federal, podría parecer paradójico el deseo de que esta corporación socialice con los juarenses o cambie la imagen que posee.
Pero si la contradictoria circunstancia es atendida, es decir, si se investiga quiénes son los malos elementos que denigran a la corporación, y son castigados o dados de baja, es muy posible que, en efecto, empiece la imagen a cambiar.
De más está decir que el coordinador Teófilo Gutiérrez debe de ser consciente de que algunos agentes no cumplen con su compromiso de proteger a los ciudadanos, y que basta que unos pocos cometan tropelías para afectar el concepto que se tiene de la Policía Federal.
Por ello, su encuentro con la directiva de la Canaco puede ser fructífero, si la denuncia hecha, además de otras que se le hagan llegar, son atendidas con presteza y eficacia.
Y nos referimos al posible rasgo benéfico, haciéndolo extensivo a las corporaciones estatal y municipal, donde, por razón del cambio de mandos en el gobierno, en estos días también debe de haber reuniones a propósito de la situación en que se hallan.
Esto porque a ese respecto en todas partes se cuecen habas. En ese statu quo, en la Policía municipal, con todo y su certificación, no falta uno que otro elemento que desdice del prestigio tan bien ganado por la mayoría de los agentes, de los que, me consta, algunos son servidores públicos intachables.
Los policías estatales, por otro lado, descontando a los pocos a quienes les da por formar grupos de embozados y meterse a la fuerza a los domicilios, sin orden de aprehensión, con armas de alto poder y asustando a las abuelitas y a los niños, para cometer vejaciones, también son elementos positivos.
Ojalá que en el relevo los nuevos directivos, al igual que en el ámbito federal, se estimule en los policías el “eros” hacia la colectividad, es decir, el amor hacia el servicio público o cuando menos a actuar con ética, cumpliendo el compromiso contraído con la sociedad.
Lo anterior, no con el fin de lograr una meta determinada, sino para que se establezca una cultura, un estilo de vida fortalecido cada día, para que en verdad sea otra la idea que la gente tenga de los policías en general.
Sin duda, el uniforme es sagrado, al constituir la expresión con que el Estado mexicano le manifiesta a la ciudadanía una forma de la protección implícita en el pacto social.
Además está el hecho de que el ciudadano es el objeto de la seguridad pública, y de donde fluyen los recursos que, convertidos en salario, llegan a los agentes policiacos.
Empero, por fortuna, no todo son anomalías y desaliento. Ya se ha publicado en los medios de comunicación, por ejemplo, cómo ha habido elementos que traen niños al mundo, ayudan a cambiar una llanta o impiden que se cometa un delito, entre otros muchos actos meritorios. Todos ellos en las distintas corporaciones, incluida la Policía Federal.
Y ahora es tiempo de que los cambios lleven a que tales actos se multipliquen, a la par de que disminuyan o desaparezcan los abusos, a través del esfuerzo de directivos como Teófilo Gutiérrez Zúñiga, en la esfera federal, y de quienes sean nombrados en el Estado y el Municipio.
Por eso la reunión entre la Canaco y la Policía Federal puede ser provechosa, oportuna y en armonía con las que, para un propósito similar, han de realizarse por la transición en el gobierno. Y reitero: ojalá que esto último sea para bien de los ciudadanos.

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