Sergio Conde Varela
2016-09-22
La devaluación maciza del peso nos dejó a los juarenses boquiabiertos y semiparalizados como si hubiéramos sufrido un temblor de pronóstico reservado.
Curiosamente lo anterior se entrelazó para dolor del ciudadano común, con el raro fenómeno dado en nuestra tierra de ver a hombres y mujeres acaudalados, moverse tranquilamente sin hacer un solo gesto de molestia y buscar asiduamente a los hombres que ganaron las elecciones pasadas y tratar de unirse con ellos directa o indirectamente en un acto clásico de movilización, para obtener el tráfico de influencias tan odiado por el pueblo.
Desde luego este fenómeno no se observa sólo en nuestro estado y ciudad, sino que en la capital del país. La revista Proceso denunció a ocho personajes como los consentidos del gobierno peñista. Apellidos como Peralta, Affif, Maccise Uribe, Hank Rhon, Hinojosa, Peñaloza, Alcántara y San Roman, son los beneficiados por obras y trabajos de todo tipo con presupuestos millonarios que van desde aeropuertos, constructoras, carreteras y trabajos de infraestructura hidráulica que inundan los calendarios de trabajos otorgados por el régimen en turno.
En nuestro estado y ciudad, barones y damas poderosas económicamente han sido llamados o se han acercado a los electos para integrarse ellos o sus cercanos, para tener la fuerza que el común llama influyentes.
Curiosamente estos personajes nunca levantaron la voz en nuestra tierra cuando fue atormentada en su vida económica por el aumento al IVA al 16 por ciento. Tampoco dijeron esta boca es mía cuando se entregó el Estado la administración del dinero de los puentes por medio de una figura ya muy popular por el abuso indebido que se ha hecho de ella llamada Fideicomiso, utilizándola para transferir dinero público a organismos privados en cantidades cuantiosas.
Hay pues una interrelación entre la política y el peso. A la primera se le acercan los grandes capitales para obtener ingresos y al peso se le abandona a su destino de ir perdiendo valor, sin que esos capitales contribuyan con las poderosas sumas que tienen en el vecino país.
Un hecho es claro sin duda alguna: juarenses y chihuahuenses dueños de grandes fortunas poco se interesan por nuestro devaluado peso. Casi todos tienen domicilio en el vecino país, pero sus ingresos los reciben en el nuestro y sin embargo ninguna solidaridad hay en ellos y eso, es doloroso.
Como todavía tiene vigencia la frase “poderoso caballero es don dinero”, quienes lo tienen saben que combinado con la política, los pesos y no el peso, los hace sentirse poderosos. Ven de arriba abajo a sus congéneres, saben que estos por su postura bajarán la cabeza y nunca los cuestionarán, mucho menos confrontarse con ellos.
La política siempre ha sido estimulada por los pesos y no por el peso, mucho menos el que estrena en nuestros días una enfermiza pérdida de poder, producto del abandono al cariño por la patria que lamentablemente no se entiende porque se trata de generaciones que han pasado buena parte de su vida en instituciones del extranjero.
En este tipo de asuntos, lo que debe cambiar es la conciencia de los gobernantes y que sepan que la fuerza, quiéranlo o no, radica en el pueblo, en los más, en los que solamente se les toma en cuenta en las elecciones pero después de ellas se olvidan de ellos y trasladan el poder a quienes ni siquiera sufrieron un pequeño sudorcito en una elección buscando el voto para el candidato de sus preferencias
Los tiempos que los juarenses tenemos encima son difíciles. Aumento en la gasolina, en la luz, en la canasta básica mientras que, abandonados al igual que el peso, los salarios no cubren los mínimos de subsistencia que se ordenan en los organismos internacionales. Si las campañas cuestan, mas cuesta entender el abandono que se tiene al respetable pueblo, origen de cualquier poder político. Punto y no más.