Javier Cuéllar
2016-09-20
Desgraciadamente es el índice rojo de homicidios dolosos al estilo del crimen organizado, el que llama la atención preponderante del público y es el que los ciudadanos consultamos insistentemente para referirnos a un incremento de la criminalidad en nuestra ciudad.
En el 2015 la cantidad de homicidios llegó a 337, poco menos de uno diario pero en lo que va del presente año la cifra de homicidios dolosos ya remonta los 338, cuando faltan todavía tres meses y medio para que concluya el presente año.
Llama la atención de la Mesa de Seguridad la saña con que últimamente se han cometido algunos homicidios, cuyo principal móvil ha sido el robo a comercios y casas-habitación.
Son homicidios cometidos por ladrones que, aparentemente, fueron sorprendidos por los particulares en pleno robo dentro de sus casas y la represión que desencadenaron estos descubrimientos ocasionó una arremetida brutal causándoles la muerte con arma blanca, a golpes salvajes o sometimiento con asfixia.
Las víctimas preferenciales de estos ladrones asesinos con inaudita saña son preferentemente adultos mayores y jovencitos de muy corta edad que no tienen la posibilidad real de repeler el ataque de sus agresores o huir.
Los homicidios de alto impacto al estilo del crimen organizado causan gran temor entre la ciudadanía pero a últimas fechas se ha observado un notorio incremento en los robos a comercios y casas-habitación que, aunque el móvil no es el ajuste de cuentas entre narcotraficantes, de todas maneras está extendiendo una ola de pánico entre los ciudadanos del común porque los ataques van dirigidos directamente contra ellos.
Según cierta conseja popular que se extiende entre la ciudadanía, todas las colonias de la frontera están expuestas a este tipo de robos con peligro de homicidio porque lo cometen bandas aparentemente desorganizadas a lo grande pero con cohesión hormiga, que planea muy bien sus ataques, muchas veces contando con la complicidad o el disimulo de la Policía de proximidad, que no es otra que la Policía Municipal que jamás ha dado con los culpables de estos robos-homicidios.
Sus ataques cada vez son más osados y sanguinarios, lo que los hace tanto o más peligrosos que los del crimen organizado, porque estos al fin de cuentas son guerras entre ellos que en nada afectan a los ciudadanos comunes y corrientes que ni la deben ni la temen.
Colonias por lo general tranquilas como la Hidalgo o la Mariano Escobedo, han sido los escenarios más recientes donde se nota una gran actividad de estos bandoleros que están generando una ola de terror doméstico entre nuestra comunidad y la Policía nada hace al respecto aunque en algunas ocasiones, por ser tan sanguinarios, atraen la atención de la prensa.
El robo de baterías de automóviles presenta una gran actividad y en su proliferación se encuentran involucradas algunas empresas que se dedican a la compra de estos artículos robados para venderlos como usados o reciclarlos, y las investigaciones de la gendarmería no se han extendido hacia ellos.
Las casas de empeños son receptáculos clásicos del producto de estos robos y su operación no ha sido eficazmente supervisada.
La gran criminalidad ha bajado pero últimamente ha observado un repunte esta criminalidad hormiga que se ha vuelto feroz y sanguinaria por lo que no debe ser descuidada y dejarle operar a sus anchas en nuestra ciudad.
Es en este tipo de delitos donde la autoridad debe poner especial énfasis en su represión y combate, porque ellos causan un malestar mayúsculo entre la ciudadanía que vive de buena fe y que por lo mismo resulta muy vulnerable a su actividad criminal que ya está dejando de ser de bajo impacto.
“Muchos pocos hacen un mucho,” y a estos robos salvajes todos estamos expuestos, aunque no andemos chuecos. En una simple salida a oír misa.