Opinion

Concreto y luz

Sergio Sarmiento

2016-09-18

Ensenada- Es obra de Teodoro González de León. Parco en su lenguaje arquitectónico, de concreto blanco y luz que entra a borbotones por grandes ventanales y espacios abiertos, Reforma 222 es un conjunto de usos mixtos que comprende tres edificios y una plaza pública. Se trata de una pequeña ciudad en que conviven apartamentos, oficinas y una plaza con tiendas, restaurantes y cines.
Uno de los edificios, el más distintivo, se va estrechando conforme se eleva. No es un cubo, como tantos otros, sino un triángulo que se distingue a la distancia. Casi hasta arriba, en el penúltimo piso, surge una protuberancia que vuela sobre el Paseo de la Reforma. El piso tiene ahí una parte transparente que deja a quien se pone de pie sobre ella la sensación de estar volando a 120 metros de altura. Es uno de esos juegos que tanto divertían a Teodoro.
Las Torres Arcos Bosques, I y II, son también ejemplo de imaginación monumental. Arcos I pudo haber sido un conjunto de dos simples torres paralelas. Con un puente superior entre las dos, sin embargo, Teodoro las convirtió en El Pantalón. Arcos II no repitió el expediente, sino que aportó un puente a la mitad que rebasa las dos torres y recuerda, ampliada, la vertiginosa experiencia de la protuberancia volada de Reforma 222.
Teodoro González de León fue discípulo de Le Corbusier. Quizá por eso su arquitectura es tan innovadora y lúdica. “La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”, escribió el maestro suizo.
Teodoro supo trabajar en solitario y en colaboración. El Colegio de México, la embajada de México en Brasilia, el Infonavit y el Museo Tamayo los hizo en colaboración con Abraham Zabludovsky. Con Francisco Serrano Cacho, quien también colaboró en la embajada en Brasilia, realizó la embajada de México en Berlín, la embajada en Guatemala y las Torres Arcos. En solitario, o con colaboradores de su despacho, hizo la casa matriz del Fondo de Cultura Económica, Reforma 222, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) y la Torre Virreyes de Lomas de Chapultepec. El diseño de esta última se expande al subir, al contrario de la Torre 2 de Reforma 222.
Teodoro no despreció las remodelaciones. Supo darles originalidad mientras respetaba el edificio original. El Auditorio Nacional de 1990, en colaboración con Zabludovsky, es su remodelación más famosa. Pero también son suyas el Museo de Arte Popular en el viejo edificio de bomberos de la Ciudad de México y la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, en lo que antaño fue el cine Lido y después el Bella Época de la colonia Condesa.
Hace años Teodoro me invitó a conocer su casa en la calle de Amsterdam. Por temor a incomodarlo, siempre le dijo que sí y nunca le dije cuándo. En ese terreno de 725 metros cuadrados se hizo un hogar de concreto y luz con elementos diversos distribuidos en torno a un patio central. En este patio hay una piscina larga y delgada en que nadaba para mantenerse en forma. Los diseños y fotografías demuestran que a Teodoro le gustaba vivir en espacios como los que construía para los demás.
Teodoro falleció este 16 de septiembre de un infarto. Había cumplido 90 años en mayo. Si bien era un día feriado, estuvo trabajando en su despacho. Estaba solo, lo que no me sorprende. De Le Corbusier aprendió que “La arquitectura se hace en silencio”.

Roberto Curiel
Escribo estas reflexiones en una casa en Punta Piedra, Ensenada, desde la que alcanzo a ver el mar. La arquitectura característica del conjunto, de piedra local y muros pardos, es característica de las construcciones de mis amigos Socorro y Roberto Curiel. Roberto, un empresario admirable, falleció este 17 de septiembre en Tijuana.
Twitter: @SergioSarmiento
 

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