Opinion

Nada que dar

Sergio Sarmiento

2016-08-29

Ciudad de México– No fue la muerte de cualquier compositor o cantante. La información se divulgó como reguero de pólvora este domingo 28 de agosto. Era difícil llegar a algún lugar sin que la gente estuviera hablando de la muerte de Juan Gabriel.
La suya es una de esas historias de un hombre que surge de un origen humilde y se convierte en gran estrella que han generado siempre admiración. “No tengo dinero”, su primer gran éxito, de 1971, reflejaba esa falta de recursos que agobia a los mexicanos, pero que no impide que tengan “amor para amar”.
Alberto Aguilera Valadez fue el décimo hijo de una pareja de campesinos de Parácuaro, Michoacán. Su padre, Gabriel Aguilera, enloqueció cuando el niño tenía apenas tres meses. Su madre lo llevó a Ciudad Juárez y a los cinco años lo internó en una escuela donde conoció la soledad, pero también a Juan Contreras, un maestro que le enseñó música y habría de convertirse en mentor y figura paterna. El nombre Juan Gabriel viene de su padre y de este maestro generoso. Las letras de sus canciones manifiestan también el amor a su madre: “Yo sabía de cariño, de ternura, porque a mí desde pequeño eso me enseñó mamá” (“Hasta que te conocí”).
Juan Gabriel ofrecía canciones sencillas que invitaban a la fiesta que tanto atrae a los mexicanos: “Vamos al Noa, Noa” un “lugar de ambiente, donde todo es diferente”. Su gusto por la frontera, “porque la gente es más sencilla y más sincera”, generó orgullo en una región fuertemente golpeada por la violencia, aunque el cantante prefirió radicar al final en Santa Mónica, California. 
Como artista Juan Gabriel tuvo la capacidad de reinventarse constantemente, lo cual le permitió pasar de ser un simple artista de éxito en las décadas de 1970 y 1980 para convertirse en leyenda. Sus frases se convirtieron en expresiones de uso corriente: “Por eso aún estoy en el lugar de siempre y con la misma gente” canta en “Se me olvidó otra vez”. Ahí mismo dice: “Se me olvidaba que ya habíamos terminado. Se me olvidó otra vez que sólo yo te quise”.
Juan Gabriel ha sido uno de los mayores vendedores de discos de un intérprete mexicano en la historia, con una cifra superior a los 100 millones (sin contar copias pirata). Recuerdos Vol. II es el álbum más vendido en México, con más de 8 millones de ejemplares. La influencia de Juan Gabriel, sin embargo, va mucho más allá que sus discos. Sus composiciones han sido interpretadas por numerosos cantantes de nuestro país y del mundo, como Rocío Dúrcal y Mark Anthony. Sus conciertos se llenaban no sólo en México sino en Estados Unidos y toda Latinoamérica. La serie de televisión de TNT, “Hasta que te conocí”, ha tenido un gran éxito.
Señalaba ayer que una de las grandes aportaciones de Juan Gabriel fue dar un mayor respeto a los homosexuales en la sociedad mexicana. Juan Gabriel, sin embargo, tenía cuatro hijos (tres adoptados) y era bastante conservador. Me dicen que al hablar sobre la adopción de hijos por homosexuales decía que un niño debía tener padre y madre. En materia política apoyó al PRI. En la campaña de 2000 cantaba “Ni temo ni Chente” y apoyaba a Francisco Labastida. Su generosidad con instituciones para niños abandonados es un reflejo de las carencias que él mismo experimentó.
A Juan Gabriel le costaba mucho finalizar un concierto. En el Auditorio Nacional cantó una vez seis horas. Era como si no pudiera dejar el escenario. Tal vez encontraba en él la calidez y compañía que en algún momento le habían hecho falta. La de Juan Gabriel es, finalmente, una historia humana.

Congelar el matrimonio
Congelar la iniciativa de matrimonio igualitario, como han hecho los diputados del PRI, no detendrá este tipo de enlace. Simplemente crea una ley que incorpora las decisiones de la Suprema Corte en el tema.
Twitter: @SergioSarmiento
 

X