Opinion

Gobernar con la palabra

Carlos Elizondo Mayer-Serra

2016-08-26

Ciudad de México– Qué difícil ser secretario de Gobernación hoy. No parece tener instrumentos, salvo la palabra, la cual usa con cierta frecuencia para prometer: ya se acabó el momento de hacer bloqueos, está bajando el crimen, se procederá contra quienes violen los derechos humanos.
La realidad no coincide con sus promesas. La CNTE sigue realizando bloqueos. Oaxaca y Chiapas se encuentran parcialmente sitiadas y miles de maestros dejaron sin clases a más de un millón de niños desde el lunes pasado.
En el modelo de organización de la seguridad pública de los dos sexenios anteriores había una Secretaría de Seguridad Pública responsable de esta tarea. Esto permitía despedir a su titular por fallas como las de Nochixtlán y tratar así de recuperar algo de la credibilidad perdida.
Para intentar coordinar mejor la política de seguridad, este gobierno centralizó todo el poder en el secretario de Gobernación. No sé si ahora los responsables de la seguridad estén mejor coordinados, pero son más inefectivos, medido por la creciente criminalidad en el país. El mes de julio arrojó más homicidios que cualquier otro mes de lo que va del sexenio. Fueron dos mil 73 asesinados, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), que no siempre reporta en algunos estados los datos reales de muertos.
El diseño de concentración de todo el poder en la Secretaría de Gobernación fue parte de la visión del propio Osorio Chong de cómo enfrentar al crimen organizado. Participó en la creación del nuevo modelo y es responsable de su implementación. Los resultados no han sido los esperados.
Un gobierno sin instrumentos de coerción es una suerte de club de amigos donde cumplir las reglas es un acto voluntario. Así quedó este gobierno después del desastre de Nochixtlán, ante el cual guardó un largo silencio. Con semanas de retraso, las autoridades informaron que los disparos empezaron por parte de grupos armados mezclados entre la gente, que arremetieron contra las fuerzas del orden, por llamarlas de alguna manera. Tiene cierta lógica que así haya sido. Salvo los muertos y sus familias, nadie perdió más con el operativo que el gobierno. Pero también éste falló estrepitosamente en explicar qué había pasado. Tarde y sin pruebas visuales. No iban grabando el operativo… Increíble. Para un gobierno con baja credibilidad, es imposible convencer con tan poca evidencia. ¡Finalmente han dicho que van a invitar a la CNDH a sus operativos!
El presidente Peña Nieto de cara a su IV Informe de Gobierno tiene en materia de seguridad pública y orden político, por lo menos, dos dilemas. El primero, apoyar o no a su secretario de Gobernación. Puede tratar de recomponer la autoridad de Osorio Chong con algún operativo exitoso. O cambiarlo. En todo caso, ese nuevo secretario tendría que mostrar que el cambio sí le dio más instrumentos al gobierno para enfrentar al crimen organizado y a la CNTE. Esto con las policías que tenemos o, para ser más precisos, con las que han construido, es muy complicado, por decir lo menos.
El segundo dilema es resolver el problema de la CNTE erosionando la Reforma Educativa que tanto han presumido y repartiendo dinero para tratar de apaciguar a los maestros rebeldes y a sus compañeros de ruta. Esto implicaría sacrificar la educación de millones de niños mexicanos y el futuro del país. Además, ya no son tiempos de derrochar dinero. Esta administración corre el riesgo de terminar con una seria inestabilidad macroeconómica si no logra contener el gasto público. La doctrina Miranda, en honor al subsecretario de Gobernación, que parte del principio de resolver los problemas a billetazos, erosionó la credibilidad del Gobierno federal, ya no es financiable y enfrenta ahora una demanda de amparo por parte de Mexicanos Primero. El gobierno no puede, en una negociación en lo oscurito, desconocer la ley. No tiene esa facultad, por más que le cueste trabajo entenderlo.
Desgraciadamente, entre estabilizar al gobierno y estabilizar las finanzas se suele escoger lo primero, aunque luego se termine peor. Quebrar es el peor legado que puede heredar una administración. El PRI se preciaba de ser el partido de la paz social. Para sostenerla, a partir del sexenio de Luis Echeverría, gastó y gastó hasta que las finanzas públicas no aguantaron.
El presidente fue enfático en su mensaje el primer día de clases de este ciclo escolar.  “No habrá más diálogo si no se garantiza que las niñas y niños puedan recibir una educación. El futuro de México no es negociable”. Está claramente señalando que sólo queda un camino. Desgraciadamente, al igual que su secretario de Gobernación, ya en el pasado el presidente ha prometido acciones que luego no se cumplen. En la campaña iba con notarios a certificar que cumpliría su palabra. En estos momentos, ni llamarlos de regreso resolvería su baja credibilidad.

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