Opinion

Comiendo ansias

Pascal Beltrán del Río

2016-08-25

Ciudad de México– El Partido Acción Nacional logró una victoria histórica en los comicios estatales de junio pasado.
Sólo para recordar, arrebató al PRI las gubernaturas de Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas, Durango, Quintana Roo y Veracruz, las últimas tres en alianza con el PRD.
Eso ha colocado al PAN en posibilidades de recuperar la Presidencia de la República en 2018, algo que, de consumarse, sería también un logro sin igual si consideramos que cayó al tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2012 luego de ocupar Los Pinos durante dos sexenios.
El avance panista se percibe en algunas encuestas, pero también en los ataques que el partido ha recibido en días recientes desde el PRI y Morena, partidos que la han emprendido especialmente contra el expresidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, una de las precandidatas del PAN para 2018.
Con sus triunfos en las urnas hace tres meses, Acción Nacional logró revertir en la opinión pública la impresión de que Andrés Manuel López Obrador es el favorito para ganar la próxima elección presidencial.
Es indudable que la molestia ciudadana con el Gobierno federal y el descenso de la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto han beneficiado al PAN y lo hacen ver ya como lo que los regímenes parlamentarios denominan gobierno a la sombra.
Sin embargo, eso ha desatado en el interior del partido una lucha anticipada por el poder.
Los panistas andan disputándose el abrigo antes de saber si van a poder cazar al oso.
Y es que no es poco el camino que falta por recorrer. La Presidencia aún no está a la vista. Vendrán las elecciones de 2017 con su premio mayor, el Estado de México. Está claro, como he escrito aquí, que si el PRI pierde la gubernatura mexiquense puede ir despidiéndose de Los Pinos. Pero si la gana, y se anota otro triunfo en Coahuila o Nayarit, eso podría darle suficiente oxígeno para sobrevivir.
Así que el PAN mal hace en exhibir sus ansias de regresar a Los Pinos. Eso es justamente lo que la ciudadanía rechaza: la voracidad de los políticos de apropiarse de los cargos y los dineros públicos, desdeñando la acción de servicio en la que, supuestamente, está fundada la política.
Se pensaba que los peligros para el PAN, en su intento de regresar a la Presidencia, comenzarían cuando tuviese que elegir a su candidato a ese cargo.
Lo peor que le podría pasar, se comentaba, es que no resolviera bien la contienda interna entre quienes hoy aspiran: Ricardo Anaya, el jefe nacional; Rafael Moreno Valle, el gobernador de Puebla, y Margarita Zavala.
Pero, a todas luces, esa disputa se ha adelantado. El PAN no pudo resolver sin contratiempos –es decir, sin trastocar la unidad interna– la elección de un presidente de la Cámara de Diputados.
Debía ser un trámite relativamente sencillo. Por acuerdos partidistas que vienen de tiempo atrás, toca a Acción Nacional presidir la Mesa Directiva en San Lázaro este año legislativo. No era una decisión que requiriera de ser consensuada con las otras bancadas. Por eso se podía resolver en casa sin mayores complicaciones.
El año pasado, el PRD, un partido proclive al faccionalismo y la división, batalló muchísimo menos para designar en el mismo cargo a Jesús Zambrano.
En cambio, en el PAN este proceso ha exhibido sus desacuerdos internos y, sobre todo, ha puesto de manifiesto la desesperación de los grupos en pugna por hacerse de un cargo que no es visto sólo como una tarea legislativa sino como una fuente jugosa de recursos públicos.
Si así se pelearon por presidir la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, ¿cómo se pelearán los panistas por nominar a su candidato presidencial? 

Buscapiés
El gobierno de Colombia y las FARC lograron un histórico acuerdo de paz luego de cuatro años de negociaciones. A reserva de que los electores colombianos avalen el acuerdo en un referéndum, se pondrá fin así a medio siglo de una guerra absurda, que dejó 250 mil muertos. Con negociaciones similares se ha puesto fin a otros conflictos, como los de El Salvador y Guatemala. Buen mensaje para quienes siguen soñando con la revolución armada.
 

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