Opinion

Vuelve el crimen gubernamental

Javier Cuéllar

2016-08-23

La ciudadanía juarense se encuentra alarmada por un leve incremento en la criminalidad que se aprecia en los dos últimos meses donde, del índice de un asesinato al estilo del crimen organizado diario, hemos pasado a ver que se cometen dos cada día.
Este incremento causa temor no porque se observen los índices de violencia que se dieron en el sexenio de Felipe Calderón donde los homicidios de este tipo alcanzaban la terrible cifra de doce asesinatos diarios en promedio, no, nada que ver, sino que la gente razona con miedo en que por algo se empieza.
Aunado a este pavor de que las cosas vuelvan al estado en que antes se encontraban coincide el hecho publicado por El Diario de Juárez en el sentido de que la Policía Federal ha recomenzado a realizar patrullajes por la ciudad, organizando inspecciones y retenes al azar contra vehículos y negocios, que es uno de  los ingredientes que caracterizaron la era de máxima violencia.
Ciudadanos externaron su alarma porque temen que algunos elementos de esta policía, que son auténtico crimen organizado gubernamental, retomen su inveterada costumbre de extorsionar y asesinar a los ciudadanos exprimiendo a sus pequeñas, medianas y grandes empresas. Bien dice la Biblia: “El diablo anda al acecho como león rugiente, buscando a quién devorar”.
Los clientes preferidos de esa parte de la corporación que actúa como crimen organizado gubernamental son los yonkeros, pues en la memoria ciudadana no se olvida que estos comerciantes de autos chatarra son sumamente vulnerables a los ataques de la Policía Federal que no los deja trabajar en paz, manteniéndolos bajo la sospecha de comercializar partes de autos robados en el extranjero.
Y no es que pretendan detener dicho trasiego, sino que ellos van por lo suyo, por su tajada para completar su botín depredador por el que vienen cuando son destinados a operar en nuestra frontera. No se olvida la historia de aquel pobre comerciante del ramo que, además de ser extorsionado, fue arteramente asesinado por una caterva de estos malandrines oficiales.
El señor gobernador César Duarte debe recordar que el índice delictivo bajó en un cincuenta por ciento en nuestra ciudad y en el estado, cuando se vio forzado a exigir a la Policía Federal de Genaro García Luna y al Ejército nacional, que sacaran a sus efectivos del estado. Sólo con su expulsión fue posible controlar la ola de criminalidad que padecíamos porque aparte de ser abusones tienen una especie de fuero que los hace intocables por las otras policías que operan en nuestra urbe.
La seguridad y el orden de nuestro estado y en especial de Ciudad Juárez, es todavía responsabilidad del gobernador constitucional Cesar Duarte y no por el hecho que su sexenio esté por concluir, esta comarca se convierta en tierra de nadie, como para que incursionen entre nosotros estos hampones de viejo y conocido cuño.
La seguridad de la ciudadanía debe comenzar primero por las policías y lo cierto es que no podremos tener punto de reposo mientras que los que son malos policías federales anden merodeando por nuestras calles.
El temor, el duelo y el espanto comienzan a esparcirse por la ciudad con su preocupante y delictiva presencia y no es por hambre que salen a robar y a extorsionar, lo hacen porque su ambición es infinita y encuentran en la indefensa comunidad fronteriza de Ciudad Juárez un suculento platillo que vienen a devorar con una saña infinita, como si tuvieran fuegos de Moloch o de Satanás.
Unos policías deshonestos causan más daño que una banda de maleantes.
Si ya sabemos que estas huestes federales son el vivo demonio patrullando, ¿por qué el gobernador permite su presencia? Podemos comprender que al actual régimen le importe poco el estado en que deja la administración para que la recomponga el gobernador electo Javier Corral Jurado, ¿Pero por qué tanto? Si con el desastre financiero es suficiente, ¿para qué dejar el estado y la ciudad incendiados como los recibió hace seis años? De que lo vamos a extrañar, lo vamos a extrañar, pero ¿Por qué de esta manera? ¿Por qué dejar la sangre escurriendo? Ya nada más falta que al Ejército se le ocurra también hacer sus patro-pillajes. ¡No es justo! La Policía Federal debe ser expulsada de nuestro territorio; estamos mejor sin ellos.

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