Opinion

El plagio y el malhumor social

Sixto Duarte

2016-08-22

Debo decir que esta participación editorial la he escrito con suma precaución. Uno mismo es el resultado de la gente con la que convive, los libros que lee, la música que escucha, las personas que ama (cita requerida). Las personas vamos integrando nuestro carácter a partir de experiencias con otras personas. Lo digo porque procuraré citar en las siguientes líneas alguna fuente de donde haya obtenido determinado dato. Si no hay fuente es porque seguramente es una idea propia o al menos mi subconsciente me ha engañado haciéndome creer eso al no recordar dónde he visto determinada afirmación.
El domingo la periodista Carmen Aristegui publicó un trabajo de investigación en el cual argumenta que el presidente Enrique Peña plagió partes de otros trabajos académicos para integrar su tesis para obtener el grado de Licenciado en Derecho. La Presidencia ya ha salido a dar una explicación sobre el tema. Independientemente de cuál sea la realidad, el golpe mediático de Aristegui y la reacción en las redes sociales evidencian una vez más el malhumor social del que Peña tanto ha hablado. No importa qué tan cierta sea la acusación, el país no está para verdades, análisis o reflexiones, sino para agarrar la figura del Ejecutivo como piñata.
Como catedrático jamás justificaré ninguna forma de plagio, pues refleja todo lo contrario al espíritu universitario. El robar una idea sigue siendo un robo. Sin embargo me llega a parecer hipócrita que sea Aristegui quien señale esto cuando dentro de su equipo de análisis ha estado Denise Dresser, a quien León Krauze ha acusado de lo mismo, de plagiar. Debo decir en primera instancia que esta idea no es mía, sino de sdpnoticias.com (no me vayan a acusar también de plagio). Sin embargo en mi participación editorial del día 12 de mayo de 2015 (Libertad y Objetividad) ya lo había mencionado citando a Krauze. Como decía mi amigo, el académico del ITESO, Ignacio López (también lo cito para evitar malentendidos) en México el país de los estándares múltiples. El tema del plagio encontró tierra fértil en las redes sociales porque Peña es un político con baja popularidad, no porque en México nos ofenda el plagio o robo de ideas.
Argumentar lo contrario es una postura hipócrita, pues somos una sociedad en donde desde pequeños hay laxitud en la aplicación de las normas escolares para los niños que copian.
Igualmente somos una sociedad donde es socialmente aceptado comprar películas o música pirata (que es otra forma de plagio) porque son evidentemente más baratas y en todos los mercados se compra y vende ropa y toda clase de productos piratas.
Citando también a mi amigo Juan Alberto Salinas, también académico del ITESO, menciono su postura: que los casos de presuntos plagios de Peña y de Dresser no deben ser sujetos al mismo escrutinio dado que Peña es presidente de México y Dresser no lo es. Estoy de acuerdo, el presidente está sujeto a un escrutinio mucho mayor que el resto de la población.
Sin embargo cuando Peña escribió su tesis no era presidente de México, se convirtió en presidente con el paso del tiempo y el fantasma del plagio lo persigue. Dresser ha manifestado su interés por ser candidata independiente a la Presidencia de México (Animal Político, Marzo 2016). ¿Hasta entonces se le podrá quemar en leña verde? ¿Quién nos dice que no pueda ser la siguiente Presidenta? En ese momento se le sujetaría a un régimen de escrutinio similar al de Peña, a pesar de haber actuado antes de tomar protesta.
Aunado a ello, López Obrador, Vicente Fox, y el propio Javier Corral han sido señalados de haber concluido sus estudios de manera sospechosamente irregular en cada una de sus universidades. Me gustaría que la sociedad profundizara más en el tema. La obsesión casi patológica de Aristegui con Peña ha evidenciado una nota amarilla que pone en riesgo su credibilidad. Lo que queda claro es una cosa: cualquier ataque a la figura del Ejecutivo en este momento es aplaudida en las redes sociales, siendo irrelevante la evidencia, la fuente o los hechos que la sustenten. Parece que una fobia antigobierno ha nublado la objetividad de la sociedad.

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