Opinion

Es la educación

Oscar Fidencio Ibáñez Hernández

2016-08-19

La pobreza es una realidad que nos busca los ojos cada día, y sin embargo parece que cada vez nos volvemos más hábiles para desviar la mirada y ocuparnos en nuestros quehaceres cotidianos, para evitar pensar en la injusticia que subyace en que haya gente que vive al día, luchando por darle sentido a la inmediatez de horizontes chatos, ayunos de esperanza.
La mayoría de la gente tiene claro que la educación es el camino mágico que los puede sacar de la pobreza, por eso se repite constantemente la frase del jornalero y el empleado que entre los calambres de la espalda alcanza a espetar “y todo por no estudiar”, o aquella amenaza dirigida a los jóvenes y niños “si no quieres acabar como yo, estudia”. 
Suponiendo que la clave de la lucha contra la pobreza está en la educación, y si los resultados actuales no reducen la inequidad y la pobreza, entonces hay que revisar cómo esta nuestra educación.
La evidencia en Juárez nos dice que a pesar de tener empleo suficiente y la economía más fuerte del estado, lo anterior no se refleja en la calidad de vida de sus habitantes ni en la movilidad social de las familias. Y una de las causas la podríamos encontrar en el rezago de infraestructura educativa física y humana que tiene nuestro municipio respecto al resto del estado.
Mientras que en el resto del estado existen 22 alumnos por cada maestro, en nuestra ciudad hay casi 26 alumnos por maestro, mientras que en el resto del estado existen 26 alumnos por cada aula, en nuestra comunidad la relación es de casi 30 alumnos por aula, tenemos la economía más fuerte y la infraestructura educativa más débil.
Respecto a la calidad de la educación, el tema es muy complejo. Simplificando se puede hablar de que en la educación básica los énfasis para mejorar deben estar en la colaboración y vinculación de padres, sociedad civil, maestros y alumnos; y en la educación media superior, superior y posgrados, el tema es la vinculación entre academia, sociedad, empresa y gobierno. En esta ocasión no trataré el tema de educación superior y posgrados.
Hace 8 años inició el período de violencia y crimen que afectó a la frontera, lo que significa que los niños y jóvenes de esa generación están ahora en secundaria y preparatoria, por lo que no es raro que dentro de la problemática de un gran número de los estudiantes en esos niveles actualmente se identifique la falta de una cultura de paz, el nulo arraigo y respeto por la institución educativa y la ausencia de motivaciones y un proyecto de vida.
Si le agregamos a esa realidad, el elemento de la falta de los padres en el proceso educativo, dado que la mayoría trabaja horarios más allá de las ocho horas, y a veces en turnos distintos como lo denunciara la trabajadora y madre de familia Daisy Flores frente a los empresarios durante la visita del Papa en febrero de este año, o la abulia de algunos padres que piensan que la educación de los hijos se da en la escuela y no hacen lo propio en casa, cuando es claro que los valores y la formación del carácter se da principalmente en el hogar.
Hay una gran oportunidad para que el nuevo gobierno estatal y los maestros asuman esta realidad y se comprometan a capacitarse para responder con formas novedosas de enseñanza, y a promover activamente la participación de padres en el proceso educativo, no como gestores de recursos que es a lo que a veces los invitan, sino a involucrarse en el proceso de educación y gobierno escolar, de esta manera se podrá mejorar el ambiente de aprendizaje y la calidad de la educación.
Promover la participación de los padres se dice fácil, sin embargo implica cambios en la actitud de los directores y maestros para colaborar activamente, pero también implica ajustes en los horarios de trabajo y turnos de los padres de familia en las maquilas o sus centros de trabajo que les permitan involucrarse de mejor manera en la educación de sus hijos.
Para combatir la pobreza e inequidad de nuestra comunidad el primer paso es atender y mejorar la educación.

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