Opinion

Muerte del poeta

Sergio Sarmiento

2016-08-18

Ciudad de México– Murió al amanecer, como el título de su poema, el 19 de agosto de 1936, hace 80 años. Federico García Lorca tenía 38 años de edad y se había descrito a sí mismo como “católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico”. Sin embargo, la Guardia Civil lo detuvo el 16 de agosto en Granada, al comenzar la Guerra Civil Española, por socialista y homosexual. Tres días después sería asesinado.
García Lorca es en cualquier lengua uno de los poetas y dramaturgos más importantes del siglo XX. Se le ubica en la Generación del '27, pero su obra es compleja y difícil de enmarcar. Fue influido por Góngora y los románticos, pero también por los cantores gitanos y los poetas de vanguardia de las décadas de 1920 y 1930.
Escribía a veces en un lenguaje popular de engañosa simplicidad, pero otras veces recurría a juegos deslumbrantes de palabras:
“Llevo el No que me diste / en la palma de la mano /
como un limón de cera / casi blanco”.

Su obra está teñida de esos romances gitanos que lo enamoraron de niño:

“Y que yo me la llevé al río / creyendo que era mozuela / pero tenía marido.
En las últimas esquinas / toqué sus pechos dormidos /
y se me abrieron de pronto / como ramos de jacintos”.

Ofreció en Poeta en Nueva York una visión que adelantaba a la ciudad que nunca duerme:

“No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie / No duerme nadie”

Y mostró cómo un poeta puede tejer un romance sonámbulo sobre un simple color:

“Verde que te quiero verde. / Verde viento, verdes ramas. /
El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña”.

Lorca conoció la tragedia de una muerte temprana, cruel, absurda, ejecutada por ignorantes que no conocían el talento que segaban. Recibió también, sin embargo, las bendiciones de morir joven. Sus fotografías muestran todavía a ese poeta bien parecido, intenso, inteligente y sensible que sedujo a lectores y a hombres y mujeres en cualquier lugar que se plantaba y a que él le encantaba ser.
Hoy una juez argentina, María Romilda Servini de Cubría, quiere investigar la “desaparición” de García Lorca hace 80 años bajo la idea de que tiene jurisdicción universal si el país donde se cometió un crimen no ha hecho nada para investigarlo. España tomó la decisión, tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, de no juzgar los crímenes políticos previos –de un lado o del otro– para facilitar la transición a la democracia. Hoy la juez Servini quiere romper ese esquema, como el español Baltasar Garzón quiso hacerlo con el dictador chileno Augusto Pinochet. El problema es que si alguien relacionado con la muerte de Lorca aún estuviera vivo tendría más de 100 años. Quizá la juez busca más publicidad que justicia.
A Lorca, supongo, le habría divertido el esfuerzo y habría comentado: “Un muerto en España está más vivo como muerto que en cualquier sitio del mundo”. Al poeta de ánimo gitano no era la muerte física la que lo aterraba. Ante su propio cadáver habría exclamado como Bernarda de Alba: “Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara” Y después habría reflexionado: “El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta”.

Tanhuato
Una nueva historia de terror. Policías federales ejecutaron a 22 de los 42 muertos de Tanhuato, Michoacán, el 22 de mayo de 2015 según la CNDH. La esperanza de tener una Policía que cumple y hacer cumplir la ley en vez de violarla parece cada vez más débil. 
Twitter: @SergioSarmiento

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