Opinion

La cultura y el deporte Pokémon

Miriam A. Ornelas

2016-08-18

Es patético el estado de abandono en que las autoridades educativas mantienen a los estudiantes en sus actividades deportivas, culturales y extracurriculares. Si mucho, les dan clases de mala gana pero el deporte, los bailables regionales, y en general las bellas artes que debieran practicar como parte fundamental del proceso de culturización, están en un completo abandono.
Es lamentable que los propios alumnos tengan que realizar boteos y presentaciones improvisadas en los cruceros de nuestra ciudad para reunir algunos fondos para costear ellos mismos su propia instrucción cultural y deportiva, según lo documentó ampliamente Diario de Juárez en un certero reportaje publicado en días pasados. Pero ahí no terminan las vicisitudes de los muchachos pues ellos en unión de los padres de familia tienen que hacer muchas actividades para atender las necesidades que en general las actividades deportivas y culturales de los diversos grupos que con mucho entusiasmo surgen en nuestras escuelas. La venta de burritos, enchiladas, hamburguesas, chocolates y rifas a granel se suman al circo, maroma y teatro que la comunidad debe realizar para participar en las competencias estatales y nacionales que periódicamente se organizan sin que el Estado aporte ni un cacahuate, incluso muchas veces con la oposición y el sembrado de obstáculos de los propios maestros y directores de educación.
Les regatean y les niegan hasta los simples permisos para participar en competencias y exhibiciones que regularmente se organizan en la ciudad, en el estado y en el país, obstaculizando absurdamente la preparación que nuestros jóvenes deben de poseer en estos campos.
Para mejor ejemplo tenemos a los directivos del Colegio de Bachilleres número 6 de nuestra ciudad que contando con alumnos calificados en muchas disciplinas, les niega el permiso de participar, permiso que nada le cuesta pero que en una forma absurda se pone sus moños antinaturalmente, cuando debiera propiciar y apoyar el desempeño de su comunidad estudiantil.
Contra viento y marea, el entusiasmo de los jóvenes los hace enfrentar mil vicisitudes para afrontar el olvido y la dejadez de sus mentores y en especial el de los directores. Y todavía, cuando destacan los presumen como si ellos los hubieran apoyado, cuando esas actividades las desarrollan a pesar de ellos y del sistema educativo tacaño y torpe que padecemos cuando por otra parte se muestra despilfarrador para pagarles a muchos maestros sueldos de fábula y hasta simples cursos y congresos que son puras borracheras.
La Secretaría de Educación, Cultura y Deporte debiera tomar conciencia que los recursos del pueblo son para dedicarlos a la superación de los muchachos en todos los órdenes de la actividad cultural y deportiva que deben aprender. El dinero que el pueblo le da a la Secretaría de Educación no es para darles a sus maestros la gran vida de algarabía y francachelas sino para formar a los muchachos, pero es muy poco lo que llega y todo se despilfarra.
Estas actividades deportivas y culturales muchas veces se desarrollan fuera de las instituciones pero aunque esto fuera así la experiencia para los muchachos es enriquecedora a ultranza. Mejor los toleran con actividades insulsas y contraproducentes como la moda de buscar pokemones y permanecer anclados a los teléfonos celulares.
Es patética la situación de nuestros deportistas olímpicos, muchos de ellos tuvieron que costear sus propios traslados a las olimpiadas de Río de Janeiro y todavía tienen el descaro de reprocharles la parca cosecha de medallas que están conquistando.
Vergüenza debiera darles mantener a nuestros estudiantes deportistas en la depauperada situación en que los tienen. Mucho han hecho los muchachos en representar a una patria tacaña y milonguera ante las juventudes mundiales.
Por ese desvío de recursos y por esa sordidez con que se manejan los dineros que se destinan a la educación, la cultura y el deporte, es que este país no puede levantarse ni en el campo económico, en el deportivo, ni en el intelectual ni mucho menos en el cultural. Es la educación pública la que debe estar reprobada en México, no los alumnos.

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