Opinion

Una Babel llamada Chihuahua

Arturo Mendoza Díaz

2016-07-29

Una Babel llamada Chihuahua
Arturo Mendoza Díaz

Nunca, ni durante el “verano caliente” de 1986, el noble estado de Chihuahua había parecido una Babel, en un estatus que no merece, social y políticamente, de confusión y desorden.
En estos días, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ordenó al Tribunal Estatal Electoral (TEE) admitir la impugnación promovida por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados contra el resultado de la elección del Ayuntamiento juarense.
Luego Armando Cabada, el alcalde electo, señala que se falseó información por parte de Eduardo Borunda, presidente de la Asamblea Municipal Electoral de Juárez (AMEJ) o el dirigente estatal del PRI, Guillermo Dowell, lo cual es negado por ambos.
Por ello el Instituto Estatal Electoral (IEE) en estos momentos rastrea el origen de las 98 actas de escrutinio y cómputo con fecha apócrifa del 11 de junio, aunque de todos modos el TEE resolverá el caso a fondo.
Además está en puerta la resolución del mismo TEE en lo relativo a la impugnación que hizo el PRI de la elección para gobernador, en una guerra de nervios que, por fortuna, terminará hoy sábado a las 11 de la mañana.
Y en algo que va junto con pegado, está la situación del Partido Revolucionario Institucional, que no constituye una institución monolítica ni mucho menos, con una directiva nacional recién nombrada.
La entronización de Enrique Ochoa Reza trae aparejada la renovación de las dirigencias estatales, entre las que está la de Chihuahua, que actúa conforme a los lineamientos del gobernador César Duarte, en el ocaso de su cuestionada administración.
Al coctel se suma el poder fáctico que representa Manlio Fabio Beltrones, y que pudiera cristalizar en una corriente crítica que no iría por el cauce de la dirigencia nacional, y menos con un rumbo afín al del liderazgo formal de Chihuahua, de incierto futuro.
De ahí la confusión por no saber el desenlace de la impugnación del PRI en los distritos 15 y 17, impugnados por el PRI ante el TEPJF, en desacuerdo con la resolución del TEE, así como por la elección de Ayuntamiento en Juárez y la de gobernador, que se develará este día.
Sin duda, en esto tiene que ver la actitud asumida por la dirigencia priista en el estado ante la derrota de junio, que desdice del juego democrático y que no es la misma del priismo en general.
Con tal postura se pretende dar marcha atrás a los resultados electorales, afectando pretendidamente al PAN, con victorias que le cayeron del cielo y que poco tienen que ver con resultados heroicos de esforzado trabajo partidista.
En cambio, como en el box, el oponente que está en la esquina contraria es nada menos que el pueblo, cuya voluntad, insensatamente, se quiere pasar por alto. Si en un remoto caso, judicialmente se le pudiera ganar, sería una victoria pírrica, es decir, cara y contraproducente.
Esto porque, haciéndole falta al PRI una perestroika, una reestructuración, por el contrario quedaría como un instituto resentido e intransigente, con una imagen que lo alejaría, precisamente, del pueblo.
Asimismo, esas hipotéticas victorias, causando malestar ciudadano, originarían movimientos sociales que “calentarían” la plaza, algo desfavorable en un país de por sí agobiado por la impunidad, el crimen organizado y engendros como la CNTE, en un endeble estado de derecho.
Finalmente, en los siguientes comicios, que serían otra vez para elegir al gobernador y al alcalde de Juárez, la gente, con la actitud del PRI en la memoria, se la cobraría con creces.
De ese modo, el PRI chihuahuense contribuiría al fracaso nacional del partido, ahora con poca presencia y el riesgo de un cisma en perspectiva. Ello en una realidad en la que nada es eterno, sino finito, llámese Unión Europea, Reino Unido… o Partido Revolucionario Institucional.
Por lo expuesto, nuestro deseo es que el desorden y la confusión terminen, y que esto sea de manera económica y sencilla, con un cambio de actitud en el partido tricolor.
Si no es así, el camino será largo y oneroso, con efervescencia y una que otra cabeza cercenada, políticamente hablando, cuando la cruda realidad se imponga. Ése habrá de ser el desenlace tanto en el seno del PRI como en la vida pública de Chihuahua.
 

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