Opinion

Lo mejor para Juárez

Carlos Murillo M./
Abogado

2016-05-28

Por la gubernatura de Chihuahua hay de tres sopas, Enrique Serrano, Javier Corral y Chacho Barraza. Durante 57 días los candidatos le han mostrado a los chihuahuenses sus virtudes y defectos. Como sucede con los boxeadores, la hoja curricular y los discursos ya fueron medidos y pesados, de ahí que tengamos información suficiente para elegir al siguiente gobernador.
Un proyecto político que quiera competir para ganar, necesita una oferta política y un equipo que le permita transmitir el discurso sobre ese proyecto a la mayor cantidad de votantes, ese equipo se divide en aire y tierra. Por aire con la cobertura en medios masivos de comunicación y por tierra con la promoción del voto face-to-face,
Chacho Barraza, el empresario privilegiado que logró ser candidato independiente, ha consolidado un tercer lugar en la competencia, no solamente en las encuestas, también en la percepción de la gente, Chacho se ubica pisándole los talones a Javier Corral.
Según los BroncoFans, las posibilidades de Chacho son reales, la principal razón que tienen son las encuestas del Bronco en Nuevo León que, hace un año, lo dejaban en segundo lugar y prácticamente todas fallaron, algo así como un terremoto. Y es cierto, eso sucedió, el Bronco fue un fenómeno del marketing digital y logró desestabilizar al sistema político mexicano, pero Chacho no es el Bronco, ni Chihuahua es Nuevo León.
Y, decir que hubo un terremoto después de que pasa el temblor, es una verdad absoluta; pero pronosticar otro terremoto sólo porque hubo uno hace poco es absurdo. No hay razones suficientes para pensar eso. Además, Chacho Barraza no logró integrar una estructura operativa como el Bronco que aprovechó su militancia y liderazgo en el PRI durante más de veinte años, para contar con el equipo táctico para la promoción y defensa del voto. Así como todos sabemos que el Bronco es del PRI, todos sabemos que Chacho es del PAN; sus recursos y los pocos operadores que tiene son panistas.
En el corte de caja al finalizar el proceso electoral podemos decir que el proyecto de Chacho es simple y bobo: sólo sacar a los partidos del gobierno y con eso –según el– se garantiza acabar con la corrupción. Obviamente el discurso es falso, el mejor ejemplo es el Bronco en Nuevo León que ya es gobernador y, ni sacó a los partidos del gobierno, ni acabó con la corrupción, mucho menos generó un cambio para Nuevo León. Claro, vendrán quienes digan “es que eso no se puede cambiar en un año”, como dijeron con Fox y después con Calderón. Doce años después todavía pedían más tiempo para cambiar a México.
Chacho no le conviene a Juárez –ni a Chihuahua–, porque no tiene proyecto, su discurso está plagado de lugares comunes que comparte con el Bronco -al que copia sin pudor-, pero eso no representa un plan de gobierno digno de confianza.
Aunque es originario de Delicias, Chacho tiene más arraigo en la capital y los intereses económicos que representa están fuera del estado, su lejanía con Ciudad Juárez es evidente, tanto así que no logró despegar su campaña en la frontera y se concentró en Chihuahua donde hizo una alianza con los independientes Terrazas y Mesta, que hace una semana se unieron por consejo de Pedro Ferriz de Con, quien también trae la calentura de ser candidato independiente para la grande en 2018, ahora todos los que tienen un clavo en el banco quieren ser candidatos independientes.
En el mensaje final de Chacho para cerrar su campaña, llama a los chihuahuenses a terminar con la partidocracia, pero no ofrece nada más, como si esa fuera la causa de todos los males.
En la cuestión política, lo único que le conocemos a Chacho es su desarticulada campaña y su discurso que suena bofo, sin fondo y sin rumbo. A Juárez no le conviene un gobernador como Chacho, sus intereses están fuera y su visión de gobierno es angosta.
Por otro lado, está Javier Corral, el candidato del PAN. El más débil y menos competitivo de todos los panistas que querían ser candidatos, porque tiene demasiados enemigos y la gran mayoría están adentro de su partido. Sin el apoyo económico de los panistas que se fueron con Chacho y sin operadores porque se peleó con todos los grupos al interior del PAN, Javier Corral tuvo que importar operadores de otros estados y empeñar de nuevo su alma al diablo para sacar los gastos de la campaña.
Sin capacidad operativa, alejado de Juárez y de Chihuahua por más de 30 años, Javier Corral se intenta cobijar en lo que queda de la Familia Feliz –que le ha dado todas las candidaturas plurinominales gratis– y en dos o tres operadores de medio pelo. Según él, sus cartas fuertes están en el centro del país, sus amigos de café, quienes lo pueden recomendar, pero esa fórmula ya la intentó en el 2004 cuando perdió de calle frente a Reyes Baeza. Además, su enajenada teoría de una alianza ciudadana no funcionó, terminó por diluirse en el discurso, ya ni la menciona, ni por error, cuando durante un mes fue su única propuesta.
Vea usted el pobre discurso de Javier Corral, es la representación del rencor, del odio, de la amargura y lleva dos años con esa misma obsesión, es como si le hubieran dado toloache, Corral no es capaz de quitarse la posición de combate, no hay duda: Javier es adicto al conflicto.
Javier Corral no creció lo suficiente en las encuestas, siempre estuvo en segundo lugar, por eso buscó desesperadamente la alianza con Chacho pero fue despreciado y, como pretendiente despechado, terminó por hablar pestes de su conquista fallida.
A punto de finalizar la contienda, Javier Corral se la jugó con el ataque contra todos, no dejó títere con cabeza, ni a Chacho que viene siendo su primito respetó. En una actitud desesperada Corral sabe que no creció en las encuestas y que su única oportunidad es tumbarle votantes al Chacho con el cuento chino del voto útil.
Su discurso de odio contra el gobernador es similar al de Chacho contra los partidos, con la diferencia de que Corral tiene odio, no lo puede ocultar. Acostumbrado a sembrar la discordia, Javier Corral no crece en las encuestas porque su tono agresivo no es empático con los chihuahuenses, nadie le cree que votar por el sea útil, es la misma fórmula falsa de Chacho, que gane Corral no resolverá los problemas de Chihuahua –de hecho, con su carácter colérico, ideología fascista y con su intolerancia manifiesta es imposible que logre acuerdos–.
A Juárez no le conviene que gane Javier Corral, porque no representa a Juárez, porque traería a gente de fuera para gobernar, porque provocaría más conflictos que soluciones, porque no sabe gobernar, porque es falsa su propuesta del voto útil y,  principalmente, porque está lleno de rencor.
Afortunadamente hay otra opción, Enrique Serrano Escobar, un juarense que ha vivido aquí toda su vida, un hombre de trabajo que sabe ganarse la vida como microempresario y como profesionista, con una auténtica vocación de servicio a la comunidad.
Enrique Serrano tiene una carrera política impecable, porque las campañas las ha ganado en las urnas y con propuestas, caminando y escuchando a los ciudadanos, ese es su estilo. Como gobernante demostró su capacidad de articular las políticas públicas con la guía de la participación de la sociedad civil, un hombre que habla de frente, honesto y dispuesto al diálogo.
Es común que durante la campaña electoral se ataque al puntero en las preferencias electorales, en este caso a Enrique Serrano, a quien se le acusó recurrentemente por pertenecer a un partido político y por su cercanía con un grupo de poder, pero su gestión como legislador y como presidente municipal hablan por sí solas, Enrique Serrano ha presentado buenas cuentas a los juarenses,  defendió los recursos de la frontera y fue protagonista de la recuperación de la paz y el desarrollo como diputado y alcalde, esas verdades son incuestionables.
Un voto por Enrique Serrano es un voto por el progreso y la paz de Chihuahua. Para Juárez en específico representa una oportunidad histórica de que un juarense auténtico, arraigado y comprometido con la frontera llegue a la gubernatura, es por eso que votar por Serrano es lo mejor para Juárez.

 

X