Opinion

Autoridad que engaña

Francisco Ortíz Bello
Analista político

2015-08-01

Yo no sé qué les hace creer a nuestras autoridades de todos los niveles de gobierno, que pueden engañarnos y que tienen el derecho a hacerlo. Tampoco entiendo qué es lo que los lleva a tomar una decisión tan torpe como lo es mentir sobre temas o asuntos que, para la sociedad, están más que claros.
La esencia del poder del Estado, entendido éste como el conjunto de instituciones, organizaciones y autoridades encargadas de ordenar la adecuada convivencia social, debe descansar precisamente sobre una absoluta credibilidad y certeza, por lo sensible de su tarea. Pero es lo que menos hacen.
Seguramente usted ha visto la cara de vergüenza y sorpresa de un grupo de amigos, cuando alguien del grupo suelta a rajatabla una mentira. Algo que todos los presentes saben bien que no es cierto. Es bastante penosa y lamentable una escena así, el tema y su relevancia es lo de menos, lo que trasciende es la mentira, la intención de engañar al resto.
Esa misma pena y vergüenza, trasladadas al escenario macro del país, son las que se reflejan en el rostro de miles de mexicanos cuando su propio presidente de la República, algún alto funcionario de su gobierno, un gobernador de un estado o algún presidente municipal sueltan mentiras a diestra y siniestra.
Mentir no siempre es afirmar algo que es falso, no necesariamente. Esa es la forma más simple de la mentira, hay otras mucho más elaboradas y complejas, pero igual tienen el mismo efecto: ocultar la verdad.
Haciendo un rápido repaso de casos recientes, que han trascendido en la opinión pública, tanto nacional como localmente, resulta preocupante ver que esa tendencia de nuestras autoridades a mentir, además de deplorable, es mucho más común y frecuente de lo que quisiéramos aceptar.
Todavía no hace mucho, unas 5 semanas quizá, el Secretario de Hacienda Luis Videgaray, afirmaba que no había que temer en cuanto a la paridad del peso frente al dólar. Mentira. Hoy podemos ver que no sólo sí había que temer, sino que además había que tomar acciones concretas por los escenarios económicos mundiales.
En el caso de la fuga de El Chapo del penal de alta seguridad del Altiplano, sin duda el escándalo mundial más grande en cuanto a fugas se refiere, no solamente fue tratado desde ángulos engañosos y con una clara estrategia de la autoridad para desviar la atención de la ciudadanía sino que, hasta hoy, aún no hay una definición clara en ese sentido. Apenas unas cuantas detenciones de funcionarios carcelarios menores, algunos que ya obtuvieron su libertad, pero nada más.
No se fugó un reo cualquiera. Era el capo del narco más buscado en el mundo entero que, incluso, sirvió al PRI en el gobierno como bandera política para golpear al PAN y sus gobiernos federales. Era un reo que ya se había fugado en una ocasión anterior de otro penal de alta seguridad, y que mientras estuvo libre y operaba a sus anchas, mantuvo en jaque a las autoridades de EU, en San Diego, con más de 56 túneles.
En este caso particular de la fuga del siglo, quizá la autoridad no ha mentido. Pero no ha dicho toda la verdad, que para el caso es lo mismo.
La reciente intervención, “enérgica” y “contundente”, de la autoridad federal en el conflicto de la CNTE y el gobierno de Oaxaca desapareciendo el IEEPO y confiscando cuentas millonarias, ha puesto al descubierto además de una gran red de complicidades, una enorme maraña de mentiras dichas desde hace muchos años, y sobre las que se sostenía uno de los cotos de poder más nocivos de que se tenga memoria.
Porque nadie se traga el cuento de que, apenas ahora, van descubriendo todo el intrincado tinglado de acuerdos, complicidades, corrupción y malos manejos que permitieron por muchos años que la CNTE doblegara siempre al gobierno del estado y al federal, en sus negociaciones por mejores condiciones de trabajo.
Otro ejemplo claro de esta tendencia megalómana de los gobiernos, lo constituye la aplicación del Sistema Universal de Salud, o lo que sea que signifique eso, o como se llame, porque muy diversas autoridades, senadores, diputados y hasta gobernantes se han cansado de negar que exista, pero en los hechos, en la vida de a de veras, todos los días nos enteramos de algún caso, o de algún hecho, que confirman que sí hay algo en es ese sentido.
Ya a finales del año pasado, fueron muy evidentes los casos de negligencias médicas que, sospechosamente, eran a dados a conocer por muy diversos medios de comunicación. Y digo sospechosamente, porque siempre han sido temas que, por el contrario, se intentan ocultar y ahora parece que hay un interés particular de autoridad para darlos a conocer.
En un contexto de desprestigio generalizado hacia los sistemas de seguridad social en el país, que parece haber sido creado ex profeso, se desata un rumor en diversos puntos del territorio mexicano, sobre una supuesta “privatización” de los servicios de salud.
Rumor que, primero, la autoridad deja correr como para generar una expectativa mayor, pero que luego sale a “desmentir” afirmando categóricamente que no hay tal privatización y, algunos legisladores señalaron enfáticos, que ni siquiera existe una iniciativa en el Congreso en ese sentido.
Apenas la semana pasada, en la capital del estado, el director del ISSSTE afirmó que no hay tal privatización, y que al contrario, se prevé una fuerte inversión de esa dependencia en el estado, para mejorar la atención a sus derechohabientes. Curiosamente, la semana pasada estuvieron en Chihuahua los directores generales del ISSSTE y del IMSS.
Sin embargo, cada día son más los casos de pacientes del IMSS y del ISSSTE que se quejan de que les han suspendido el servicio, sin mayores explicaciones ni justificaciones, y que les han dicho que ya deben pagar por esos tratamientos. Se trata de pacientes con enfermedades crónico-degenerativas tales como diabetes, hipertensión y otras similares.
Nuevamente, el mismo esquema de siempre, la autoridad dice una cosa y la sociedad percibe todo lo contrario.
El ejemplo más claro que tenemos en Chihuahua, de esta tendencia por manipular tendenciosamente la verdad, está en la Fiscalía General del Estado que cada día se esmera más en alejar todo lo que pueda de las escenas del crimen, a los medios de comunicación, y en ocultar –también todo lo que puede- la información de los casos que atiende e investiga.
Para muestra, un botón. En el caso de los 3 jóvenes asesinados en Fuentes del Valle, la FGE no sólo se ha empeñado en ocultar información vital para la sociedad, sino que en un desmedido afán de proteger quién sabe a quién, el propio Fiscal del Estado ha negado rotunda y tajantemente que exista venta de drogas al narcomenudeo en la UACJ ¿Se imagina?
Pero la mentira, desafortunadamente, es una parte de la cultura del mexicano. Se percibe como algo no muy grave ni preocupante, a diferencia por ejemplo del sistema de justicia anglosajón en el que mentir, es severamente castigado. Recordemos que una mentira es la que estuvo a punto de costarle a Bill Clinton la presidencia de su país, y no las travesuras lingüísticas con la Lewinsky.
Pero en México es otro cuento. Aquí se valen las mentiras piadosas, para no crear sicosis ni alertas innecesarias entre la sociedad, o para no meterse en mayores problemas, o para… Para lo que sea, mentir es parte de la cultura del mexicano aunque a mí no me guste ¿Y a usted?

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