Opinion

La Columna

De Los Reporteros

2015-06-25

-Se concentran legisladores en la discusión de la Reforma Electoral; panistas quieren que se aumente el número de legisladores, porque se dicen subrepresentados; chiquipartidos pugnan porque no se aumente el porcentaje de votos para conservar el registro

-El tema más sensible, sin embargo, es el de las candidaturas independientes, porque la pretensión es poner las cosas más difíciles que el entorno federal para que los interesados puedan contender por esa vía

Desactivada la iniciativa para un gobierno de dos años y pospuestos hasta nuevo aviso los matrimonios entre homosexuales, el Congreso del Estado entró en la discusión de la reforma electoral. Hasta antes de que el PRI presentara en la Junta de Coordinación Política su propuesta, se esperaba una reforma espejo con la normatividad nacional.

Nada. En el Congreso de Chihuahua hornean una reforma electoral estrictamente de coyuntura, con atenciones especiales para el PAN, pagando favores pasados, condescendientes con los chiquipartidos, especialmente PRD y PT, y mensajes especiales con el tema de las candidaturas independientes.

César Jáuregui tiene pesadillas posteriores a cada elección, pues en la mesa poselectoral el tricolor les aplica a placer el concepto de la sobrerrepresentación, marginándolos de diputados que suponen les corresponden con relación al número de votos. En las últimas tres elecciones les hacen lo mismo y ya están hartos de sentirse ninguneados, pues invariablemente se ven subrepresentados.

De manera tal que para congraciarse con un Acción Nacional sumiso al poder emanado de Palacio, la mayoría priista estaría dispuesta a introducir en la ley un concepto para elevar el número de diputados, de 33 “hasta” 36, en caso de que la votación lo permita. No es ninguna novedad, el PAN de la LVII Legislatura reformó la ley para dejar el número de diputados de 28 y “hasta” 33.

Se hicieron tantas bolas con eso del “hasta” que la llamada “Ley Banderas” aprobada en la LVIII Legislatura, eliminó el concepto y acotó el número de diputados en 33, topara donde topara la votación. En ese sentido, dejar el Congreso de 33 y “hasta” 36 diputados sólo para agradar al blanquiazul sería una contrarreforma.

Jáuregui conoce muy bien el tema, pero admite el bodrio pensando que de esos tres nuevos diputados dos serían para el albiceleste, uno para los partidos menores y cero para el Revolucionario Institucional.

La concesión a los chiquipartidos llegaría en su forma más suculenta: manteniendo como está, en dos por ciento, el porcentaje mínimo para conservar el registro y acceder a diputados, con un candado para tener derecho a prerrogativas, ahí sí elevando el porcentaje al tres por ciento.

Es de lo que piden su limosna el PT, con el registro federal perdido, y el PRD de Hortensia Aragón y Héctor Barraza, azorrillados por la presencia electoral de Morena en la entidad. Otorgar tal beneficio a los partidos que parasitan al contribuyente y lucran con las siglas, instituciones de membrete sin base social, sería una traición al ciudadano.

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Como quiera, en esta reforma el tema más sensible está asociado a la figura del candidato independiente. Quizás asustados por el fenómeno “Bronco”, el Congreso pondría candados que contravienen el espíritu de esa reforma, el de quitar a los partidos políticos el monopolio de postular candidatos, tan altamente demandado durante años por la sociedad mexicana y aplaudida tras el proceso federal pasado.

Para ser admitido como candidato independiente, la iniciativa trascendida en la Junta de Coordinación Política establece que el solicitante no debe haber oficiado como dirigente de partido político en ningún nivel, no haber sido militante o su equivalente de ningún partido durante los últimos tres años y no haber participado en elecciones constitucionales anteriores. Quizás algún ciudadano de marte interesado en la política de Chihuahua cumpla los requisitos.

No faltará quién interprete esa iniciativa, en caso de que empiece a trascender a la opinión pública con mayor insistencia, como una dedicatoria a Marco Adán Quezada. Podría ser, no sería la primera vez que un Congreso legisle para cerrar el camino a una persona incómoda al Poder, pero dejaría fuera a muchos otros posibles interesados, ciudadanos que hayan sido dirigentes en algún nivel del PRD, PAN, Verde, etc.

Lo más importante, es que si prospera la Iniciativa, cancelaría la posibilidad de que un grupo determinado de ciudadanos postule por sí mismo a una persona que desee competir para un cargo público, con independencia de sus antecedentes políticos, como sucedió con el Bronco, Clouthier y otros candidatos registrados en el proceso pasado.

En ese sentido, la reforma electoral de Chihuahua iría francamente a contrapelo de la ley federal, lo que abriría espacios para los amparos, muy de moda en estos tiempos.

Sin embargo es poco probable que la mayoría priista se arriesgue a tal desgaste mediático, acaba de sufrir dos descalabros por intentar legislar de espaldas a la comunidad. En el tricolor saben que pueden hacer muchas cosas, pero no todas.

Congraciarse con un PAN que al momento de la elección no será el bombón que resultó en las federales, sino que buscará el poder en base a una guerra en la que utilizarán todas las armas a su alcance, incluso aquellas que decidieron no quemar en la elección que recién terminó; apapachar a unos “nanos” que lo lastran, más que aportarle, y arriesgarse a una eventual seguidilla de amparos de los posibles independientes que sientan vulnerados sus derechos, le representaría al PRI un costo muy alto y ninguna utilidad.

Lo más seguro es que el Revolucionario suelte esas perlitas para abrir la negociación política que terminará en septiembre del año que viene con la integración del Congreso. Hoy disfrazan su postura original para sorprender al momento de la verdad a un partido con el cual hoy están en clandestino amasiato, mientras coquetean con sus satélites.

Como estrategia para abrir la negociación está bien, como postura irreductible sería un error, estarían aprobando una contrarreforma electoral, lo que en estos tiempos de alta sensibilidad social es políticamente incorrecto y motivo de reprobación social para cualquier gobernante.

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Y precisamente hablando del CEN del PRI, éste marcó ya las fechas para renovar su presidencia, lo que quitó presión a la sucesión de César Camacho al aventar el relevo hasta finales de agosto. Los actores políticos firmaron el acuse de recibo donde les informaban que el seis de julio publican la convocatoria y el 23 de agosto es la sesión de Consejo Político Nacional en que se le tomará protesta al nuevo dirigente nacional.

Falta conocer la fecha de los registros, que serían a mediados de julio, tiempo en que los priistas de todo el país conocerán el nombre de su nuevo líder, pues como se sabe, dada su historia de ejemplar institucionalidad, entendida como el sometimiento al gran Tlatoani en turno, únicamente una planilla será registrada.

Todo indica que el Presidente Peña Nieto decidió agotar los tiempos legislativos, pues el 23 de agosto protesta el nuevo presidente del CEN y el uno de septiembre, sólo siete días después, se instala la Cámara de Diputados. En Chihuahua este tema nunca había causado tanto revuelo, ahora hay interés en la política doméstica por las versiones que el primer círculo de Palacio hizo correr, en el sentido de que al gobernador Duarte lo esperan en las oficinas de Insurgentes Norte en la ciudad de México. Tres semanas más de angustia, mínimo.

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Octubre dejará de ser el mes en el que los titulares del Ejecutivo en Chihuahua rinden su informe a los habitantes del estado. Ayer el Congreso local por unanimidad aprobó la Reforma a la Ley Orgánica del Legislativo, la cual establece que los informes deberán realizarse el primero de marzo de cada año. Ya una semana antes había sido incluido el tema en la aprobación de las modificaciones a la Constitución del estado y hoy se ratificó.

También se aprobó por unanimidad la obligatoriedad de los secretarios de acudir a las comparecencias cuando sean convocados por los legisladores. Entre otras cosas.

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Quien anduvo ayer placeándose por esta frontera fue Juan Blanco Zaldívar, el único candidato panista de Chihuahua que llegará al Congreso el próximo primero de septiembre, al obtener el triunfo en la pasada elección federal por el Distrito 06 con sede en la ciudad capital.

Dijo que vino a ponerse a la orden de los juarenses, ya que sin distingos partidistas apoyará las necesidades que le planteen los habitantes de esta ciudad fronteriza ahora que llegue al Congreso de la Unión. Sin embargo, no pudo abstenerse de comentar que está abierta la posibilidad de que busque la candidatura del PAN por la gubernatura, aunque asegura que por el momento se centrará en el trabajo legislativo para que su trabajo en esa área sea su tarjeta de presentación y que la gente sea la que diga.

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