Opinion

Exorcismo extraordinario

Sergio Conde Varela

2015-06-25

Muchos juarenses, chihuahuenses y mexicanos supimos, a través de El Diario y del semanario Presencia, que es el periódico de la Diócesis de nuestra frontera, y otros medios, del llamado Magno Exorcismo realizado en la ciudad de San Luis Potosí a puerta cerrada el pasado 20 de mayo. Tal acto fue encabezado por el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, bien conocido de los juarenses porque fue obispo de nuestra localidad.

El exorcismo se enderezó contra la violencia en el país, generadora de grandes males, como actos contra la vida, contra la justicia, la familia y la libertad. También tenía como objetivo eliminar acciones provocadoras de engaños, cargas sobre la espalda de la gente generadas por estructuras infames, sujetas a mentiras institucionalizadas e insidias o malas intenciones manifiestas.

El acontecimiento tuvo impacto a nivel mundial y quienes saben a fondo de esta materia manifiestan que el exorcismo sí tiene una efectividad real en el mundo espiritual.

Desde luego, por las circunstancias por las que atravesamos los habitantes de estas tierras –en las que hemos vivido y también sufrido buena parte de los hechos comentados, lesivos para la dignidad de quienes han querido llevar una vida ordenada, de trabajo, pacífica y feliz– el impacto de los hechos antisociales conectados con la pérdida de vidas, asaltos a patrimonios hechos por gente de trabajo y esfuerzo, amenazas proferidas y cumplidas contra la paz, una política de brazos cruzados frente a las carencias sociales ha sido terrible.

Por ello, no podemos sino abrigar que es posible, por medio de las creencias y la fe, que las cosas cambien para bien a través de los ritos tradicionales de muchos siglos de la Iglesia, en este caso, la Católica.

Hombres y mujeres de todas las edades se sintieron fortalecidas por la realización del exorcismo, sabiendo que ese tipo de sucesos tienen con toda seguridad consecuencias positivas, que afectan favorablemente a las personas no solo en lo particular sino colectivamente, como miembros de una comunidad.

Con este movimiento espiritual que se desprendió de mayo pasado, los mexicanos empezamos a vivir nuevos tiempos, que apuntan no solo a movimientos de tipo tecnológico o económico sino a medidas de tipo espiritual, que hacen que se cimbren los criterios como el Magno Exorcismo realizado de acuerdo a las normas religiosas y que alcanzó gran impacto en el alma de los mexicanos, en especial en los numerosos grupos que sufren por la falta de seguridad, por sus escasos ingresos, por las violaciones cuando se imparte sobre ellos la justicia.

Conviene que sepamos que cuando las cosas no cambian o cuando los grupos de poder político y/o económico no quieren que cambien, nacen una serie de dificultades como las que se sufren en estos días, que transcurren entre la queja y el desencanto, mientras que los mexicanos de todo el territorio nacional ansían una mejor vida.

Seguramente el exorcizar las estructuras infames provoca un compromiso y cuando un pueblo se compromete, también la Providencia lo hace y con ello ocurren muchas cosas como apunta W. H. Murray, cosas que de otro modo nunca ocurrirían. Se desatan eventos, sucesos imprevistos de ayuda material inesperada y el surgimiento de una nueva conciencia con muchas aristas o lados positivos que nadie podría estimar que ocurrirían y que serán de tal fuerza que transformaran seguramente las viejas estructuras que, al no entender lo que acontece, dejaran solo el polvo de acciones fallidas.

Estos actos tan profundos, con toda seguridad marcarán nuevos linderos del actuar humano y nuevas transformaciones de la conducta para que las cosas se inclinen en su caminar por rutas seguras propias de las buenas conciencias. Tendremos pues, con seguridad, manifestaciones claras que caminamos con derecho a vivir en un mundo mejor que alienta la vida y la esperanza. De verdad.

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