Sergio Sarmiento
2015-06-25“Las parejas homosexuales se encuentran en una situación equivalente a las parejas heterosexuales, de tal manera que es totalmente injustificada su exclusión del matrimonio”.
Ministra Olga Sánchez Cordero
Distrito Federal- ¿Cuál es la verdadera posición de la Iglesia Católica en torno a la homosexualidad y el matrimonio de personas del mismo sexo? El semanario Desde la Fe de la arquidiócesis de la ciudad de México, en su número del 21 de junio, llamó miopes a los ministros de la Suprema Corte de Justicia por el fallo que excluye cualquier tipo de legislación estatal que manifieste que el propósito del matrimonio es la procreación o que defina que éste sólo puede darse entre un hombre y una mujer. El mismo papa Francisco, sin embargo, exclamó el 21de julio de 2013 durante un vuelo: “Si una persona es gay y busca a Dios, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”.
Las palabras de Francisco recuerdan el pasaje del Evangelio de Juan (8:1-7) en que Jesús se niega a aprobar la lapidación de una mujer sorprendida en adulterio: “Aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. En ese mismo vuelo, sin embargo, el papa rechazó dar su aval al matrimonio entre personas del mismo sexo. “Todos ustedes conocen perfectamente la posición de la Iglesia sobre ese tema” dijo.
Hace unos días conversé con Eugenio Lira, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano, quien me dijo que Desde la Fe no representa la posición oficial de la Iglesia, la cual sólo puede ser manifestada por la CEM y no por la publicación de una arquidiócesis. El secretario señaló que la Iglesia se opone a que las uniones entre homosexuales se llamen “matrimonio” porque en el derecho natural este término sólo se aplica a un enlace solemne entre hombre y mujer, pero también porque en el derecho positivo mexicano el matrimonio ha sido así definido, incluso en regímenes liberales o anticlericales como el de Benito Juárez o el de Plutarco Elías Calles. Me llamó la atención, sin embargo, que Lira en ningún momento manifestó que la Iglesia se oponga al reconocimiento de otros tipos de enlaces formales entre personas del mismo sexo.
Carlos Herrero, un amigo católico, llama mi atención a un artículo publicado en el diario español El Mundo en que el ex presidente del gobierno español, Jorge Luis Rodríguez Zapatero, comentaba una conversación con el papa emérito Benedicto XVI sobre el matrimonio homosexual. “Dice que Ratzinger escuchaba paciente y tolerante y preguntaba solamente por qué llamarle matrimonio”. ¿La objeción es sólo al nombre?” le pregunto. “Quizá más al concepto protegido por un nombre, para no ser tan nominalistas” me responde.
Esta actitud es muy distinta a la que tradicionalmente hemos visto en grupos conservadores católicos ante las relaciones entre homosexuales. Hasta hace relativamente poco tiempo la posición de los jerarcas era que los homosexuales no eran malos por el simple hecho de serlo, pero debían abstenerse de tener relaciones sexuales. El que parezca surgir una aceptación a la formalización de las relaciones entre personas del mismo sexo, siempre y cuando el enlace no se llame matrimonio, parece un avance, sobre todo para una organización religiosa que siempre ha considerado que las relaciones sexuales fuera del matrimonio no son lícitas.
A mi juicio, sin embargo, la Suprema Corte no está siendo miope sino que está llevando a su lógica conclusión las disposiciones constitucionales que prohíben la discriminación por género o preferencia sexual. La Iglesia Católica tiene derecho a no aceptar los enlaces entre homosexuales como verdaderos matrimonios, pero en un Estado laico los tribunales hacen bien en confirmar el principio de que nadie puede ser objeto de discriminación en razón de su sexo o preferencia sexual, ni siquiera en el matrimonio.
Proteger a la familia
La PGR en los tiempos del presidente panista Felipe Calderón promovió una acción legal “en defensa de la familia” para evitar el matrimonio entre homosexuales en la ciudad de México. Nunca entendí por qué para proteger a la familia había que evitar la formación de familias.
Twitter: @SergioSarmiento