Opinion

Nadie sabe… nadie supo…

José Luis Vargas Valdez

2015-05-29

Distrito Federal- Nadie sabe cuál será el verdadero escenario al que México se enfrentará el próximo 7 de junio durante la jornada electoral y los días posteriores. Nadie supo por qué, después de casi veinte años de consolidación democrática que habían garantizado procesos electorales cada vez más confiables, hoy estamos en un escenario de falta de certeza de cara a nuestro próximo ejercicio democrático.

Nadie sabe por qué el Instituto Nacional Electoral (INE) se ha empeñado en repetir por doquier que éste será el proceso electoral más complejo que viva el país (como si fuera un eximente de responsabilidad), olvidando que han sido igualmente complejas las elecciones federales de 1988, 1994, 1997, 2000 y, muy particularmente, la del 2006. Nadie supo que gran parte de los hoy integrantes del Consejo General del INE tenían pleno conocimiento de las deficiencias del diseño institucional y legal que se aprobó en febrero de 2014, pues inclusive varios de ellos vienen de asesorar a las bancadas que aprobaron esas reformas (¿así o más grotesco?).

Nadie sabe a qué se deben las declaraciones esquizofrénicas del líder de la bancada del PRD en el Senado, cuando vaticina el rotundo fracaso de ese nuevo Frankenstein que es el nuevo modelo nacional de organizar las elecciones federales y locales. Por supuesto, tampoco nadie supo que hace exactamente un año fue el mismo legislador quien instruyó a los miembros de su bancada para que aprobaran el flamante sistema electoral.

Sin embargo, nadie sabe por qué Luis Miguel Barbosa tiene algo de razón al pasar de dos modelos electorales (uno federal y 32 estatales), a un modelo nacional que resulta, absolutamente, disfuncional. En ese sentido, nadie supo cuál es la razón que la integración de los Organismos Públicos Electorales Locales (OPLES) esté en mandos del Consejo General del INE, pero la asignación de su presupuesto sea un asunto estrictamente estatal. Es decir: nadie sabe quién manda a quién.

Nadie sabe cuál es la causa del magno escándalo generado con la filtración de una conversación del Doctor Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del INE, misma que se obtuvo de forma ilegal. Por supuesto, nadie supo las circunstancias de modo, tiempo y lugar que permiten afirmar que se trató de una evidente intención desestabilizadora en contra del INE y que le atribuyen a un partido político que recientemente fue sancionado.

Nadie sabe cuál era el grado de conocimiento del Gobierno Federal en torno a esas escuchas ilegales de las que fue objeto el consejero presidente del INE. Mucho menos, nadie supo cuál fue la reacción gubernamental en torno a esos actos de boicot que han afectado la imagen y el desempeño del órgano constitucional autónomo que será responsable de garantizar el voto de los mexicanos en los próximos comicios.

Nadie sabe, conscientemente, cómo formular su voto el próximo 7 de junio, a partir de ser testigos de puras campañas políticas carentes de contenido y que se han caracterizado por una guerra de lodo, de todos contra todos por igual. Por lo mismo, nadie supo en qué consiste la diferencia de preferir una opción política sobre otra, a partir de que todas las existentes presentan las mismas vicisitudes: incompetencia, corrupción, despilfarro, abuso de funciones y, sobre todo, una clase política —compartida— que, por decir lo menos, nos resulta pueril y carente de escrúpulos.

Nadie sabe si en los estados de Guerrero, Oaxaca y Michoacán habrá posibilidades reales de ejercer el voto, si se garantizará plenamente la seguridad de los votantes y si no habrá distritos electorales enteros en los que no existan las condiciones mínimas para ejercer, libre y pacíficamente, el sufragio. Igual nadie supo con qué información el INE y la Secretaría de Gobernación dicen, con total convencimiento, que existen condiciones en todo el país para practicar elecciones en condiciones de normalidad.

Nadie sabe si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tendrá que sacar del baúl de los recuerdos las causales de nulidad de una elección constitucional a gobernador a partir de la clara elección de Estado que el gobernador de Sonora lleva orquestando. Nadie supo, más allá de rechazar una solicitud de atracción que resultaba más que necesaria, qué han hecho tanto el INE como el órgano electoral local, para impedir esas grotescas intervenciones gubernamentales en contra de la elección.

Nadie sabe cuál es el empeño de los partidos políticos, candidatos y funcionarios públicos en pulverizar el aprecio colectivo por la política, en contagiar al ciudadano del asco de lo que es nuestra política, al constatar, permanentemente, que el nivel de corrupción, opacidad e injusticia es un asunto que abarca, transversalmente, a todas las instituciones públicas y que está presente en todos los tramos de control político. Nadie supo, entonces, cuál es el incentivo para ir a votar el próximo 7 de junio, más allá del deber ciudadano previsto en la Constitución y, sobre todo, por una resistencia colectiva de aceptar que no existen fórmulas ni personas que realmente puedan hacer un México más justo, honesto y democrático. Nadie sabe y nadie supo que esto es lo que significa nuestra política.

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