Opinion

Campañas por terminar

Adela S. González

2015-05-24

Están por terminar las “agotadoras” campañas de las elecciones 2015; agotadoras para los candidatos que tuvieron que recorrer los distritos que aspiran representar y para los electores que soportaron peroratas, sonrisas fingidas e hipócritas, apretones de mano, además de ofrecimientos que cumplirlos ni por la imaginación cruza.

La elección de 500 diputados, 9 gobernadores, alcaldías y congresos locales fueron pretexto para transmitir por radio y televisión alrededor de quince millones de spots y lo más importante: un gasto millonario cubierto con impuestos que todos pagamos, por lo que patrocinamos campañas opacas  basadas en la descalificación de candidatos y partidos.

Hay preguntas que responder: ¿Fueron eficaces las campañas? ¿Sirvieron para aclarar dudas sobre prestigio, preparación y capacidad de quienes piden la diputación? ¿Entienden tanto candidatos como partidos que ser legislador es un muy alto compromiso para con la nación entera, pues ya alguien se ocupó de aclarar que serán parte del gobierno de todo México y no solamente del estado que representarán? ¿Les llegaría el mensaje social de cambio profundo en el Congreso? Sabrán los que tienen la curul asegurada por la vía plurinominal y los que por votación resulten ganadores –No se prevé un proceso que supere los bajos índices de participación en las urnas– que los mexicanos, los chihuahuenses y los juarenses, como los enlista el licenciado Sergio Conde Varela, no estamos dispuestos a seguir tolerando abusos, dispendios, viajes y las exageradas canonjías asignadas para un trabajo que debiera moverles el honor para hacerlo con beneficios generales; y, ¿respetarán el juramento ante el lábaro patrio de cumplir y hacer cumplir….? La respuesta es un rotundo y definitivo NO.

El engaño entre políticos y funcionarios es consuetudinario. Lo practican paso a paso de su transcurrir por el sistema que nos rige. Para ese sector que gobierna la vida nacional, engañar y mentir es una necesidad superior, sea en nombre propio o de quienes más arriba cuentan con su sumisión y obediencia disfrazada de lealtad. Esa constante ha hecho caer hasta el sótano la imagen de los políticos-gobernantes (diputados, obvio) que en ningún momento muestran vergüenza de que se les tilde como lo peor de lo peor, o como “mal necesario” pues no solamente violan el juramento cívico mencionado, pues igual lo hacen con los compromisos que firman ante notario. Por ello pecan de ingenuos los empresarios que pugnan porque los candidatos firmen una carta compromiso para mejorar la educación (El Diario, 5 A, mayo 21, 2015).

Los candidatos a los nueve distritos electorales de Chihuahua, cuatro del municipio de Juárez, no fueron tan convincentes para que se les conceda el voto. A cual más, en sus propuestas ignoraron demandas sociales que dada la situación actual del país ameritan respuesta y acción inmediata de la siguiente legislatura toda vez que la saliente fue incapaz para hacerlo.

¿Cuáles demandas? Entre otras, contribuir (como gobierno) a afianzar la seguridad, impulsar programas efectivos contra la pobreza, la educación, la salud; eliminar el fuero que les concede inmunidad para hacer o deshacer sobre todo con los recursos asignados a la Cámara donde hay discrecionalidad discutible. Otra, clamor general, reducir el número de legisladores de quinientos a trescientos.

Es inexplicable la participación de medio millar de diputados dispuestos a emitir o cambiar leyes pero despreocupados de hacerlas cumplir. Pareciera su tarea consiste en aprobar las iniciativas del Ejecutivo, presupuestos,  empréstitos y solicitar comparecencia de gobernadores y funcionarios cuando la presión social los obliga, y viajar por el mundo holgadamente y sin justificación.

Los legisladores salientes hicieron poco pero gozaron mucho: Carlos Angulo, (PAN) fue el más “trabajador”, presentó 30 iniciativas de las cuales se aprobaron dos. Los priístas Adriana Fuentes (1 aprobada), Ignacio Duarte y Luis Murguía, cero; la plurinominal Beatriz Córdova obtuvo dos iniciativas aprobadas de siete presentadas. Pocos saben sobre qué fueron las iniciativas aprobadas y en qué beneficiaron. Conclusión: menos diputados igual a menos gasto, menos discusiones inanes, menos protagonismo, menos turismo legislativo… menos carga para el país.

Los que salen, a quienes pronto veremos siguiendo sus aspiraciones, fueron simples continuistas de los antecesores y por lo que se observa, los que se instauren el uno de septiembre los replicarán. Veremos.

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