Opinion

Encuestas, elecciones y el cercano sweet 16

Carlos Murillo

2015-05-16

En Estados Unidos, el ritual de las adolescentes no es a los quince años como aquí. Los gringos celebran los sweet 16 (dulces dieciséis), en el tránsito de la juventud temprana. También le llaman sweet 16, a los 16 equipos de la liga colegial de baloncesto (NCAA por sus siglas en inglés), que llegan a los octavos de final. Si sabemos que el torneo de la NCAA es entre 347 universidades gabachas, meterse a la lista de los 16 mejores es un logro significativo. Aquí en México hablar del número dieciséis sólo me recuerda la expresión popular de “le faltó un dieciséis” que tiene relación con las medidas de las llaves para apretar tornillos; pueden ser de un octavo, de un cuarto o de un dieciséis que es más pequeña, o la calle 16 de Septiembre, que todos conocemos como la Dieciséis.
Hoy, en los círculos políticos de Chihuahua sólo hay algo en mente: el cercano 2016, el año en que el dominó se cierra y comienza a hacerse la sopa, por usar un lenguaje de apostador trasnochado. El encanto de la política, es la posibilidad constante de que las cosas cambien y que al cambiar se escribirá otra página de la historia, siempre con la esperanza de que sea mejor.
Pero antes de llegar al sweet 16 en Chihuahua, falta brincar el inmediato 2015, este proceso electoral aportará los últimos elementos para entablar las reglas del gran juego, donde se elegirá al siguiente gobernador del estado. Para algunos, como el analista Sixto Duarte, se trata del proyecto madre para los partidos políticos, porque de ahí se desprenden todos los demás subproyectos, esta analogía me parece correcta.
En ese sentido, para analizar el entorno político son necesarios instrumentos, en nuestros tiempos, uno de ellos es la encuesta, pero ésta no es una predicción por sí misma, más bien es una fotografía del momento. En el caso de las encuestas de intención del voto, hay que recordar que el comportamiento del elector es dinámico, nunca es estático. Por lo tanto, obtener ahora una encuesta sobre la preferencia de los partidos políticos significa tener información para pronosticar con base en la experiencia, pero esto no significa que se pueda predecir el futuro, pero sí se puede especular, y hay que recordar que hasta la ciencia está llena de especulaciones, por lo que este ejercicio imaginario no siempre se convierte en realidad, pero las consecuencias de la especulación eventualmente pueden ser reales.
Cuando algún mercadólogo diseña una encuesta, no tiene como objetivo el resultado final de la elección, sino la preferencia en ese momento. Todas las encuestas, como todos los actos humanos, tienen margen de error, dependiendo de la metodología, pero en general las encuestas no se equivocan, a pesar de que una encuesta pueda decir que tal partido ganará y que no gane, porque su objetivo no es adivinar el resultado, sino mostrar lo que hay en el momento.
En términos de elecciones, el escenario final es impredecible, por eso hasta los candidatos con mayores preferencias en las encuestas se ponen nerviosos, ahorita ya andan como madrina de quiceañera y hasta el candidato con menos preferencias anida la esperanza de que se haga el milagro de último momento.
Finalmente el público siempre puede dar sorpresas, como los casos paradigmáticos de Chuy Macías, el emblemático exalcalde y candidato a gobernador en 1992, quien en el año 2000, perdió frente a un panista desconocido, Goyo Meza (quien por cierto ya hasta renunció al PAN), o bien, la misma María Ávila, quien era una desconocida en el 2003, Ávila fue candidata del Partido Verde en alianza con el PRI y dio el campanazo en el tercer distrito, el más panista del país, donde por cierto ahora vuelve a competir, pero en condiciones más favorables, estos dos datos son el botón de muestra para observar cómo es posible reconfigurar el juego democrático en nuestro sistema político ( para los beisboleros, léase, que de pronto nos cambien la pichada). 
Esta semana El Diario presentó las encuestas de los cuatro distritos electorales en que habrá votaciones el próximo 6 de junio, en todas aparecen los candidatos del PRI-PVEM como preferidos, inclusive en el distrito 03, que ya hemos dicho, es un territorio tradicionalmente panista.
En el resto del estado, las mediciones que se conocen colocan también al PRI-PVEM por encima de sus competidores más cercanos, en la capital sólo en el distrito 06 donde se enfrenta el exalcalde Juan Blanco y la maestra Liz Aguilera hay una diferencia cerrada, lo mismo que en Delicias donde Mario Mata y Tony Meléndez están dando la madre de todas las batallas, en estos tres distritos el PRI se juega el carro completo.
Las implicaciones de que la tendencia sea esta tiene varias lecturas y muestra tres posibles escenarios, el primero donde el PRI gana 9 de los 9 distritos, por lo que, simbólicamente, en el ritual del poder significaría que el gobernador César Duarte, como responsable político del estado, ha logrado convencer a los chihuahuenses de seguir votando por el tricolor, asimismo se podría leer como un reconocimiento al desempeño de los dos alcaldes de mayor proyección, Javier Garfio en Chihuahua y Enrique Serrano en Ciudad Juárez, en este ejercicio imaginario, la mejor mano del juego para el 2016 la tendría César Duarte por lo que podría influir para elegir a su sucesor.
En el otro extremo, la segunda opción es que el PRI gane sólo 6 de los 9 distritos, perdiendo los que están más cerrados, es decir el 03, 05 y 06, por lo que, a pesar de que el control político se mantiene, habría un desgaste natural por no haber logrado el carro completo, aunque en estos días cada vez es menos común lograr barrer a la oposición, aunque esto sucedió en el 2013 con Enrique Serrano, quien logró algo histórico: ganar todos los distritos locales, desfondando al PAN.
El tercer escenario es que el PRI pierde sólo un distrito, en cuyo caso depende de cuál se pierda, si es Tony Meléndez no pasa nada en el contexto estatal, salvo que el Grupo Delicias vuelve a necesitar tanque de oxígeno para sobrevivir, si el distrito que se pierde es el de Juárez, el 03, pues quedarán los otros tres diputados y no hay mayor consecuencia, pero si se pierde el 06 de Chihuahua, Javier Garfio perdería la mitad del municipio, con esto entregaría un triunfo parcial, pero con sabor amargo, por lo que Enrique Serrano se perfilaría para el 2016.
Todos estaremos de acuerdo que todavía falta conocer los resultados de este proceso electoral para ver lo que sigue, pero especulando ya se pueden ir planteando escenarios, además de que otros jugadores también echarán la carne al asador, las senadoras Graciela Ortiz y Lilia Merodio, el ex alcalde Marco Quezada y los que se arrimen a la carrera al final, esto por el lado del PRI que se ha mantenido en las preferencias electorales hasta la fecha, y todavía habría que agregarle a quienes decidan levantar la manos desde la anémica oposición. Pero el sweet 16, prácticamente está aquí.

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