Opinion

Leyzaolazo

Luis Javier Valero Flores

2015-05-16

¡Vaya coincidencias, precisamente cuando se inauguraba la I Reunión Regional Zona Noroeste de la Conferencia Nacional de Secretarios de Seguridad Pública, se daba a conocer que el ex jefe de la Policía municipal juarense, Julián Leyzaola, informó que el sicario, su agresor, aseguró llevarle un mensaje del actual jefe operativo de la Policía, Jesús Antonio Reyes Ramírez, hecho que fue negado enfáticamente por éste!
El mensaje del criticado ex jefe de los polimunicipales del antiguo Paso del Norte no era de crítica al ámbito municipal, Leyzaola afirmó que Reyes Ramírez estaba identificado con “Los Aztecas”, que había alertado a los mandos de la Fiscalía General Estatal de ello.
Tan graves acusaciones se dieron en una de las peores semanas para el fiscal general, Jorge González Nicolás -y vaya que ha tenido malas- en la que, luego de negar reiteradamente la caída de una avioneta en el municipio de Urique, en medio de insistentes informaciones de habitantes de aquella localidad de la celebración de cruentos enfrentamientos y de estar aterrorizados por bandas de criminales, debió aceptar -a medias- los hechos.
La avioneta fue derribada por los disparos de hombres armados que mantienen el control de la zona. Ello provocó la muerte de 6 personas. Uno o dos días atrás antes debieron reconocer el hallazgo de dos cadáveres.
Son innumerables los aspectos confusos del atentado en contra de Leyzaola, incluido el mensaje que dice recibió del agresor. En la entrevista concedida a Zeta, afirma que le dijo: “Mensaje del director Reyes… Yo alcancé a escuchar que me dijo así bien claro”, aseguró Leyzaola.
“… yo lo escuché bien. Me dijo: ‘mensaje del jefe’, ‘del director Reyes’, ‘del dire’, me dijo. ‘Mensaje del dire Reyes’, y le volvió a jalar. Ahí fue donde ya me pegó”.
No menos grave es su aseveración, en la que, sostiene, previno a la autoridad estatal: “A ese policía yo lo corrí cuando yo llegué a la Policía Municipal, él era policía municipal comisionado de Tránsito, entonces yo llegué y lo corrí porque es un malandrín, pues, es un malandrinazo, entonces lo corrí y todavía cuando ya lo corro yo de ahí (…) supe después que se quería meter a la Policía Estatal y yo hablé con el Estado, y le dije ‘no lo dejen entrar, es un malandrín’, y lo dejaron entrar al final. Y la consecuencia fue ésa, lo dejaron entrar; pasa el tiempo, me salgo yo de la Policía y él llega como director de la Policía… Opera con ‘Los Aztecas’.”.
Y afirma no tener confianza en la aplicación de justicia en Chihuahua: “… Totalmente no”. (Nota de Adela Navarro Bello/Rosario Mosso Castro, Semanario Zeta, Especial para El Diario, 15/V/15).
A tales señalamientos, Reyes Ramírez respondió afirmando que dio las órdenes para que fuera protegido luego del atentado, además de manifestarse sorprendido y de negar cualquier relación con los detenidos, para, a continuación lanzar una acusación -que se antoja difícil de aceptar, dadas las condiciones en que se encontraba el agredido- consistente en que las declaraciones de Leyzaola tienen como propósito “desprestigiar la labor que se está haciendo por parte del secretario César Omar Muñoz Morales y a la administración municipal…. yo creo que la persona (Leyzaola) se siente indispensable”. (Nota de Luz del Carmen Sosa, El Diario de Juárez, 15/V/15).
Tanto la Fiscalía General, como Reyes Ramírez, insisten en que el motivo del atentado fue la venganza del agresor, a causa de que Leyzaola agredió a su hermana e intentó violarla. Cosa que choca con las primeras versiones de los policías municipales que llegaron al lugar de los hechos y detuvieron a los supuestos agresores. En esos momentos, dicen, que los agresores no sabían a quién iban a ejecutar.
Tal contradicción también se encuentra en la declaración de Reyes Ramírez. Así lo dijo: “Ellos (los detenidos) me refieren que el ataque fue por cuestión de que el teniente había tratado de abusar de una de las hermanas de la persona que era el de 22 años y que fue el que disparó, él refiere eso. Yo le pregunté en varias ocasiones que quién los manda y dicen que no sabían a quién iban a atacar, que ellos recibieron una llamada telefónica y no mencionan a quién”. (Ibídem).
Y lanza la pregunta obvia que originan las acusaciones de Leyzaola: “Si él, como dice, tenía esos antecedentes de mí, por qué no me puso a disposición, por qué no me denunció formalmente”. (Ibídem).
Pero nuevamente, como en prácticamente todos los últimos casos más lamentables, la Fiscalía General le aporta mayor confusión a los hechos. El fiscal general de la Zona Norte, Enrique Villarreal Macías, afirmó que Leyzaola se negó a declarar: “Fue cuando los médicos autorizaron, cuando dijeron: ya está preparado para que tenga su mente clara, ya está médicamente hábil. Se le solicitó su declaración y él dijo: no quiero declarar”. (Nota de Patricia Mayorga, El Diario de Juárez, 15/V/15).
Pero, ahí está la contradicción: “En la audiencia realizada el jueves pasado el fiscal estatal, José Andrés Martínez Gutiérrez, le informó al Tribunal de Garantía que no se realizó entrevista ministerial ni hubo declaración ante el Ministerio Público por el estado de salud que presentaba en esos momentos Leyzaola Pérez.” (Nota de Blanca Elizabeth Carmona, El Diario de Juárez, 15/V/15).
Bueno, pues este sí que es un asunto de la mayor prioridad y de la más profunda preocupación; las aseveraciones de Leyzaola debieran motivar a una inmediata investigación, por supuesto a partir de la declaración ministerial del ex jefe policiaco, el problema estriba en que la acusación va a la Fiscalía General. De ser cierto el dicho de Leyzaola deberían informar cuáles fueron las prevenciones realizadas.
No se trataba de cualquier denuncia anónima sino la de alguien que seguramente poseía -posee- abundante información sobre la delincuencia en la principal urbe chihuahuense.
¿Cómo desestimarla? ¿Cómo hacerlo ahora? ¿Aceptaremos el dicho de Reyes  Ramírez que Leyzaola pretende desprestigiar a la dependencia municipal?
No hay antecedentes, por lo menos públicamente, acerca de tales pretensiones, desentrañarlas es tarea inmediata, pero ¿Lo podrá hacer quien sería el principal destinatario de las prevenciones realizadas por Leyzaola?
Y es que hace agua por todas partes la dependencia encargada de la Seguridad Pública en el estado. Lo ocurrido en Urique es aterrador, bástenos saber que el alcalde y el secretario del ayuntamiento se encuentran despachando en la capital del estado.
Con tal de negar hechos que contradigan la postura oficial -la que merece elogios de muchas partes, especialmente en los días que corren, de los encargados de las dependencias de seguridad pública federales- acerca de los “enormes éxitos” alcanzados en esta materia y que eventualmente pudieran incidir en los resultados electorales y/o la atracción de las inversiones privadas a la entidad, caen en situaciones increíblemente insostenibles.
Casi desde la caída de la avioneta en los alrededores de Tubares, Urique, numerosos chihuahuenses ya estaban enterados de los pormenores.
La aeronave fue solicitada -le cuentan al escribiente- por los elementos militares apostados en aquel pueblo y fue derribada por los balazos desatados por el grupo de criminales que se encontraba apostados en la zona. No hubo intervención de los militares.
Esos hechos, y otros, han orillado a que la gente, desesperada, intente salir de la región, pero “Los soldados tampoco quieren ayudar a la gente para que salga del pueblo, cuando se acercan a pedirles ayuda los corren, ni siquiera los dejan hablar y a algunas personas les han quitado los teléfonos… ”. (Nota de El Diario de Chihuahua, 15/V/15).
Hay más. Un habitante del poblado declaró lo siguiente: “Las cosas se van a poner bien feas por acá, peor, las personas que mataron junto a Pichi (el piloto) eran familiares del jefe de narcos en la región, pero nada tenían que ver con las actividades de su familiar, eran personas inocentes que cobardemente mataron al no poder agarrar al mero mero… ”. (Nota de lapolaka.com, 15/V/15).
Es de tal gravedad la situación que uno de los principales activistas de los derechos humanos, el sacerdote Javier Avila, lanzó una dolida exclamación: “Es una vergüenza que una autoridad de este tamaño desconozca lo que ocurre en el estado, o desconoce, o lo quiere negar”. (El Diario de Cuauhtémoc, 13/V/15).
Afirmó que desde hace más de un año ha denunciado por escrito la gravísima situación de la sierra y nadie le ha respondido y que lo ocurrido en Urique es una "burbuja" de las muchas "que están brotando en la zona serrana”. (Ibídem).
Tal postura choca con la del Gobernador César Duarte, quien informó que “Yo mismo viajé esta semana a la sierra, vengo de allá y está tranquilo… Incidentes habrá siempre, pero hay seguridad en la sierra, hay accidentes aéreos, ya está la fiscalía en eso”. (Ibídem). Bueno.

HARTAZGO.- “Estamos hartos de los políticos”, sostuvo hace días el candidato del PRI al distrito 05, Tony Meléndez. Algo habrá cambiado en su pensamiento porque ayer sábado se vio rodeado… de políticos en lo que fue el reencuentro público del Gobernador Duarte con el Grupo Delicias (Los Baeza). Todos los que usted piense ahí estuvieron, hasta los alcaldes de Chihuahua y ¡Juárez!, Javier Garfio y Enrique Serrano, con las excepciones de los ex gobernadores Fernando Baeza y Patricio Martínez, de la senadora Graciela Ortiz ¡Ah, y del ex alcalde capitalino Marco Adán Quezada!
¿Ellos porqué faltarían? ¿Acaso no cierran, aún, las heridas entre Patricio y Fernando? ¿Acaso Graciela no quiso ir a los territorios -en el PRI- de los Baeza y sumarse, así sea involuntariamente, en el imaginario personal, a las huestes del ex gobernador Martínez?
¿Y Marco Adán, porqué no fue si los convocantes son su referente interno? ¿Se permite placear, sólo, a los del equipo mandón en Palacio de Gobierno? ¿Estarían Marcelo González Tachiquín y José Miguel Salcido, a quien muchos ven, ya, como posibles al 2016? ¿Igualmente, acudiría el Fiscal Jorge González Nicolás, que también pretende subirse a ese ómnibus?

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